Una persona sola tendrá más dificultades para enfrentar diferentes problemas, de modo que si la gente se ayuda mutuamente vencerá las adversidades. La solidaridad es el valor que consiste en mantenerse unido a las personas. Ser solidario es una elección y un acto voluntario.
La solidaridad contribuye a fortalecer la convivencia con los demás, así como nos vuelve mejores seres humanos. Asimismo, no conoce fronteras, porque es posible ayudar a un amigo, compañero de la escuela o del trabajo, a un vecino, e incluso a un desconocido, alguien solidario siempre tendrá la disposición de tenderle la mano al otro.
La recompensa de la solidaridad es la satisfacción de apoyar a personas que realmente lo necesitan, no importa si no tenemos su agradecimiento, al final sabremos que hicimos lo correcto y generamos un cambio positivo.
La solidaridad crea sentimientos de pertenencia, fortalece las relaciones sociales e influye en la actitud de las personas, ya que las motiva a participar en acciones que apoyen causas sociales (donación de juguetes, visitas a asilos, visitas a enfermos, entre otras).
Asimismo, la solidaridad permite desarrollar y/o mejorar diferentes habilidades, por ejemplo: te enseña la importancia del bien común, aprendes a trabajar en equipo, te ayuda a fortalecer la confianza en ti mismo y en la gente con la que convives, la perseverancia y la empatía se vuelven fundamentales para vencer la indiferencia y el egoísmo.
Una persona egoísta por lo general piensa en sí misma, está acostumbrada a no compartir y si lo hace es a cambio de una compensación, son ingratas, no escuchan y no prestan atención e interés en lo que le sucede a la gente que les rodea.
La situación actual requiere dejar a un lado los prejuicios y formar una sociedad unida, que su principal objetivo sea el bien común del prójimo, en donde exista el respeto, la tolerancia, se muestre mayor interés en los demás y siempre se derrote al egoísmo. Es necesario apoyarnos entre nosotros, cambiemos la tristeza por alegría, el odio por amor y el egoísmo por solidaridad.
Por: Nelson Gómes
RIGUROSA CON LA SALUD
Por: Paco Rubín
(Paco Rubín)
Funambulista.
Pero el corazón le pesó tanto por querer tanto a una mujer que le cambió la vida tanto.
Y mientras tanto, perdió el equilibrio.
Y no importó.
Porque la caída fue a sus brazos.
Vive
bajo cien tejas oscuras de cien años, bajo un árbol paraíso, donde se mecen, tal como en el tiempo los vientos, el sereno; a flor de tierra, flor de madrugada, mi abuela Magdalena.
Amanece en su casa a las primeras palpitaciones de la luz. Sonoras se vuelven de tan diáfanas, las almas de las cosas que en ese instante trovan la mañana llovida, su joroba de estática existencia.
Y la casa de mi abuela Magdalena, entonces, el fogón, ara piadosa de no ostentosa leña, cortejada por hacha alguna, mas de varas, breñas, barañas maduradas en la rama.
El maíz vuelto fruta, blanco atole de bolita, la toquere, las gordas, la tortilla, tiempo que se extiende, buen hijo, entre las manos, canción de siglos y eco de sí mismo; la tortilla se extiende de cocina en cocina, ovación intermitente que no apaga en el fuego su blancura, multiplicación de no prohibida fruta.
En su casa, en su tronco montada, la tinaja, foco de agua atrayendo las abejas sonámbulas, sedientas del néctar rezumado del barro enverdecido de musgo; las abejas prófugas del enjambre, de la campana incandescente de Mama María.
Su casa en la infancia aletargada.
Humilde arroyo, humildes piedras hubo, lo recuerdo. Olía a charamascas nuevas, alimento de otras charamascas instantáneas también; a adelfas pálidas. Olía a tiempos de aguas.
Peregrinas frutas de coyoles y de nanches, de mangos y de ilamas retoñan, huelen, cantan, como balsas, en su dulce cabeza, camelina enorme, sin espinas, blanca.
En sus manos prosigue su camino un arriero, los pies no derrotados, que recorre estas líneas palmo a palmo, veredeando también las de mi mano; no detiene su marcha, no descansa, no se vuelve. Por mis caminos anda. Silbando.
La Sierra, abrupta flor, se anega en luz en su mirada. ¡La mirada —remanso iridiscente, simulado reposo de las aguas nunca quietas— de mi abuela Magdalena!
Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación InternaGrecia Juárez Ojeda, DirectoraCristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de InformaciónJesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de FotografíaEric Contreras Santos, Jefe de Fotografía DeportivaArlette Sánchez Santos, Editora
ReporterosDafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/CulturaGibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social
OpiniónGrecia Juárez Ojeda, ColaboradoraCarolina Méndez, ColaboradorItzel Reyes Camargo, ColaboradoraRoberto Carlos Pérez Hernández, ColaboradorCristhian Adal García Hernández, ColaboradorJesús Del Pozo Sotomayor, ColaboradorRocio García González, ColaboradoraDiego Efrén Torres Fernández, Colaborador
Diseño y Edición GráficaMa. Fernanda Bretón Vega, CoordinadoraMayra Renne Beltrán Garay, Jefa de DiseñoAmanda Jimenez Cardenas, Jefa de DiseñoMaria Teresa de Jesus Guendulain, Jefa de DiseñoAzalea Hernandez Morales, DiseñadorAzalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores
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