Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, me permito reflexionar sobre cómo vemos ahora las noticias y la situación de los periodistas en México con este nuevo gobierno. A pesar de que el internet nos ofrece un sinfín de beneficios y oportunidades, también ha sido clave para generar una época de incertidumbre y confusión sobre la información que leemos cada día. Pareciera que ahora todos pueden tener la razón porque al mismo tiempo nadie la tiene, la verdad se ha vuelto relativa y eso es peligroso.

Donald Trump y todo su gabinete se han vuelto expertos en los “hechos alternativos” y lo que se conoce como la posverdad. Ya no importa qué haya pasado realmente mientras yo diga con la suficiente convicción que tengo otra versión de la historia. Ni siquiera hace falta corroborar lo que leemos en internet, basta con que se ajuste a nuestra manera de pensar o nuestro sentido del humor para compartirlo sin pensar dos veces en el impacto que la información falsa pueda tener.

Gracias a estos fenómenos la gente se presenta como más manipulable, las noticias falsas suelen suscitar reacciones emocionales y a veces hasta instintivas en las personas y no faltan casos en lo que esto puede terminar en una tragedia. Con el fin de hacer dinero, hay miles de periódicos digitales que publican todo tipo de notas llamativas para conseguir el mayor número de clicks, tanto así que llegan a publicar noticias antes de que algo pase para tener la premisa.

Aunque ya hay softwares y empresas que se dedican a combatir y exponer este tipo de medios en las redes sociales, el impacto que llegan a tener es mínimo comparado con el nivel de difusión que pueden alcanzar las notas falsas en cuestión de horas, lo cual muchas veces es orquestado por alguien que busca un beneficio personal o simplemente está aburrido y quiere probar qué tan fácil es causar emoción y controversia en todo el mundo con algo tan simple como un título llamativo y una foto relacionada que puede sacar de internet.

Ahora bien, los periodistas serios tienen un papel muy importante en cuanto a la difusión de información se trata. No podemos permitir que la gente crea que puede inventar sus propios hechos y que estos tendrán la misma validez que los reales. Para lograr esto, los medios de comunicación deben recuperar la confianza del público y nosotros tenemos que ser más críticos y no compartir información sólo porque sí.

Hoy, el principal problema que enfrentan los periodistas es la falta de apoyo que reciben del presidente. Desde el inicio del sexenio y sus conferencias de prensa hemos visto que López Obrador, a pesar de tener un discurso de unión y perdón, al cual es muy fiel cuando de políticos corruptos en libertad se trata, no duda en atacar a cuanto grupo se atreve a criticarlo o no asentir felizmente a todo lo que dice.

Al igual que el presidente de Estados Unidos, AMLO ha hecho todo por atacar a la prensa que lo ataca y cuestiona, lo cual debería ser alarmante en cualquier país que presuma vivir en democracia. Por si fuera poco el problema no acaba allí. Al ser el presidente con mayor aprobación en la historia reciente, sus seguidores no sólo aceptan lo que les dice como verdad absoluta, sino que también participan en la campaña de odio y desacreditación de todos los medios.

México es un país peligroso para ejercer el periodismo, y el gobierno no está haciendo nada para arreglarlo. ¿Qué nos puede esperar como país si el presidente desprecia a aquellos que expresan una opinión que no le parece, cuando el internet se ha vuelto un lugar donde todos pueden tener la razón sólo porque así lo deciden y donde la intolerancia es tan poca que no se acepta otra información salvo la que se adapte a su ideología?