El presidente López Obrador ha eludido siempre comentar cuestiones políticas de otros países. Su argumento siempre ha sido la no intervención basada en la Doctrina Estrada. Por eso llamó la atención qué en su mañanera del lunes 21 de junio de 2021, informara del retiro de nuestro embajador en Nicaragua, Gustavo Alonso Cabrera de cara a las elecciones presidenciales el 7 de noviembre de 2021 y la campaña brutal del presidente Daniel Ortega de detenciones arbitrarias y persecuciones contra críticos de su gobierno incluidos prominentes opositores políticos, defensores de derechos humanos, todos los candidatos a la presidencia y destacados periodistas. En adición a este acto sumamente serio como el retiro de nuestro embajador, AMLO afirmó en un pronunciamiento oficial: “México y Argentina se mantendrán atentos a la evolución de los acontecimientos y seguirán promoviendo inequívocamente el pleno respeto y promoción de los derechos humanos, las libertades civiles, políticas y de expresión de toda persona con independencia de su nacionalidad y/o profesión.”
Pero, inexplicablemente, el jueves de la semana pasada, México fue el país más importante de los cinco que se abstuvieron en la OEA y en la ONU en una votación de condena contra el régimen de Daniel Ortega por la ofensiva policial contra la oposición política y los arrestos masivos. La resolución decidida por la ONU y la OEA el 15 de junio fue apoyada por 26 naciones, pero desestimada por AMLO el jueves de la semana pasada. Esa decisión de la abstención provocó una ola de indignación a nivel internacional, y se especuló que México había recibido algún tipo de instrucción desde Washington. Eso explicaría que un día después, el viernes pasado, nuestro presidente haya decidido recordar con toda formalidad que su política exterior exige la no intervención en asuntos de otros países conforme con la Doctrina Estrada. Sin embargo, poco después, AMLO afirmó que México sí puede hablar en la defensa de los derechos humanos en otros países, lo que parece una concesión a quienes critican que el límite de la no intervención son precisamente esas violaciones cometidas por Daniel Ortega. AMLO continuó: “Consideramos que se deben garantizar las libertades y que no debe haber represión en ninguna parte, ni en Nicaragua ni en ningún país de mundo se debe optar por la fuerza.” El presidente reiteró su máxima de “nada por la fuerza y todo por la razón neutral, el derecho y la Doctrina Estrada.”
La Doctrina Estrada toma su nombre del entonces secretario de relaciones exteriores, Genaro Estrada en el año 1930 y básicamente establece que México no se pronunciará sobre la legitimidad de los gobiernos de otros países ni los calificaría. La Doctrina Estrada es considerada en México como un corolario al principio de no intervención y esa había sido la norma de oro que orientó la política exterior de nuestro país durante la mayor parte del siglo XX. En la práctica, la doctrina se materializó en el hecho de que México no expresaba su postura respecto a la calidad de un gobierno contraparte, en términos de sí era opresivo, brutal o antidemocrático.
Pero con esas afirmaciones conflictivas de nuestro presidente en el transcurso de los últimos 10 días, nos viene a la mente inevitablemente la expresión del arzobispo Desmond Tutu que dice: “Si quieres ser neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.