No puedo dejar de seguir abordando el tema sobre la invasión de Rusia a Ucrania. Hoy por hoy, hay dos temas que son imprescindibles para su análisis. El primero relacionado con el avance de las tropas rusas en territorio ucraniano y el otro tiene que ver con la crisis humanitaria. En el primer caso, las tropas rusas han avanzado más por el sur de Ucrania que por el norte donde ha sido más lento el acceso. La ciudad portuaria de Kherson fue alcanzada y rodeada el viernes 25 de febrero para que finalmente cayera el 2 de marzo, sin embargo, este puerto no es el único que estratégicamente las tropas rusas están cercando, también el puerto de Odessa que en los próximos días también podría caer. Es decir, están cortando las principales vías de acceso por el mar negro, que es una importante salida al mundo globalizado para Ucrania. De acuerdo con el diario The New York Times, el sábado 26 de febrero las tropas rusas destruyeron una presa cerca de la región de Crimea que le cortaba el suministro de agua cuando fue construida en 2014 con ese propósito.

El puerto de Mariupol de poco más de 450,000 habitantes, también ha sido rodeado por tierra y por mar para bombardear infraestructura estratégica, así como blancos civiles. En el sudeste, la ciudad de Melitopol de casi 157,000 habitantes, fue tomada por tropas rusas el 26 de febrero e izaron la bandera rusa en algunos edificios administrativos. Este jueves 3 de marzo, fue atacada la mayor central nuclear de Europa y la tercera más grande del mundo ubicada a 52 km al sudoeste de Zaporiyia que, a decir por parte del canciller del gobierno de Ucrania, podría ser 10 veces más peligroso que la explosión de la planta de Chernobyl. Hasta el momento no han sido atacadas la estación térmica de Zaporizhia ni tampoco la línea eléctrica Dniéper-Enerhodar, sin embargo, considerando que hay objetivos estratégicos en una guerra, es cuestión de horas que se tome el control de esta infraestructura y controlar parte de la actividad económica del país.

Pero, la tragedia más importante es la que tiene que ver con el éxodo de las personas y su futuro incierto. Hasta el momento, se calcula que 1 000 000 de personas han abandonado el país y otro tanto igual se han desplazado de sus hogares ubicados en ciudades que han sido atacadas por el ejército ruso a ciudades más seguras dentro del territorio ucraniano. De acuerdo con las Naciones Unidas, unos 10 000 000 de personas serán desplazadas por esta guerra y al menos habrá unos 4 000 000 de refugiados en otros países.  Los desplazados tienen que caminar o conducir por horas o por días para llegar a un lugar seguro pasando por numerosos puestos de control para recibir ayuda del bloque de la unión europea con ayuda legal de manera temporal para que puedan vivir y trabajar hasta por un periodo de tres años. Las familias viajan unidas en la medida de lo posible, pero sin los hombres que oscilan entre los 18 y los 60 años ya que la ley marcial les impide a los hombres de estas edades abandonar el país.

Los desplazados duermen en cualquier lugar que los proteja, pero no se detienen y continúan al día siguiente con la ayuda de los pobladores que brindan cobijas, abrigos, comida y alguna otra ayuda que les haga más confortable su traslado. A pesar de los corredores humanitarios que se han creado para que las personas se puedan desplazar de forma segura de las ciudades atacadas, no deja de ser una tragedia que afecta a miles de familias que tienen que enfrentar de pronto una nueva realidad y que tendrán que pensar cómo deben comenzar una nueva vida en un lugar, que estoy seguro, los recibirá con los brazos abiertos. Desde esta columna un reconocimiento para aquellas mujeres y hombres que han perdido la vida luchando por su país. ¡Qué envidia del coraje que los ciudadanos ucranianos están demostrando, ojalá que nosotros podamos defender a México de las situaciones adversas que estamos enfrentando día a día!