Como ya sabemos, la salud mental es un tema cuestionado constantemente en la vida cotidiana, debido a que en muchas ocasiones las personas pueden confundirlo con otras emociones invalidando enfermedades reales como la depresión. A pesar de ello, se determinó que posteriormente a la situación del COVID-19, aumentó el número de personas que sufren de algún trastorno, sin embargo, estudios realizados a finales del año 2020 demostraron que una de las formas más efectivas de abordarla fue hacer ejercicio, reduciendo hasta un 55% los síntomas de dicho trastorno.
El artículo de metaanálisis en el British Journal of Sports Medicine, determinó y sugirió que el ejercicio físico es una gran opción de tratamiento contra la depresión. La apertura a nuevas actividades ha demostrado que pueden ayudar a disminuir los síntomas de la depresión como ira, problemas de concentración, insomnio o somnolencia, fatiga, entre otros más; y no solo eso, sino que también crea mejores conexiones neuronales y emocionales con uno mismo, pues libera ciertas endorfinas y quita el sobrepensar de la mente.
La palabra ejercicio puede hacer que pienses instantáneamente en el gimnasio. Pero el ejercicio incluye una amplia gama de actividades que aumentan tu nivel de movimiento para ayudarte a que te sientas mejor. Hoy en día existen muchos tipos de ejercicios como el box, yoga, ejercicios de poco y alto impacto, natación, etc. Y algo que debemos tener en cuenta es que siempre van a existir bajas o altas durante el estado de depresión.
Siendo yo una persona diagnosticada hace medio año con depresión y ansiedad, puedo decir que no es fácil crear rutinas, seguir con un ejercicio constante y estar “bien” todo el tiempo, pero a pesar de todo ello, el ejercicio ha abierto una brecha de la realidad contra las suposiciones que juega el mismo trastorno; me ha enseñado que existen formas diferentes de combatirlo y a ser segura de mí misma.
En muchas ocasiones la depresión no es como lo piensa uno, pues tiene múltiples maneras de mostrarse, y no solo quedarse en “estar triste”. A pesar de que hoy en día hablar sobre salud mental, es más común, la mayoría de las personas no pueden llegar a empatizar o comprender por completo la situación que atraviesa una persona que padece depresión. Sin embargo, el estar informados sobre cómo actuar o qué hacer para crear una relación estable con la persona en cuestión puede ayudar a mejorar la situación.
Sobre todo hay que recordarle al mundo que un diagnóstico no define a la persona, al contrario, hablar sobre este tipo de temas mejora la comunicación y empatía entre individuos.