Recientemente tuve la oportunidad de ver la película “Cadena de favores” como tarea para una asignatura. 

En la película, Trevor (personaje principal de la historia) recibe una tarea de su profesor de estudios sociales, Eugene Simonet, en la que debe idear un plan para cambiar el mundo y ponerlo en práctica. 

Inspirado por esta tarea, Trevor concibe la idea de la cadena de favores. Según su plan, cada persona debe realizar un favor significativo para tres individuos distintos, sin pedir nada a cambio, excepto que estos tres individuos hagan lo mismo por otras tres personas. La esperanza de Trevor es que estos actos de bondad se multipliquen y generen un cambio positivo en el mundo. 

A través del proyecto de Trevor, se revela cómo una acción desinteresada puede influir en una amplia red de personas, creando un efecto mariposa que fortalece el tejido social. Estos gestos, aunque sencillos, tienen el potencial de desencadenar una serie de eventos positivos que afectan profundamente tanto a quienes reciben la ayuda como a quienes la ofrecen. 

El impacto de estos actos no se limita únicamente a quienes reciben la ayuda, sino que también transforma a quienes los realizan. Los personajes que participan en la cadena de altruismo experimentan un cambio profundo en su perspectiva y en su propia vida. El profesor Eugene Simonet, por ejemplo, lucha con sus propios traumas y miedos, pero se ve impulsado a abrirse y conectarse emocionalmente con otros gracias al proyecto de Trevor. 

Esta dinámica demuestra que la bondad no solo beneficia a los destinatarios, sino que también puede ser una fuente de curación y crecimiento personal para quienes la practican. Además, estos pequeños actos de bondad tienen el potencial de fortalecer los lazos sociales y fomentar un ambiente de empatía y solidaridad. Cuando una persona es beneficiada por un gesto altruista, se siente valorada y apoyada, lo que a su vez la motiva a extender la misma amabilidad a otros. 

Sin embargo, los problemas y traumas personales pueden ser barreras poderosas que limitan la capacidad de una persona para actuar de manera altruista. Las experiencias dolorosas, como el abuso, la negligencia o la pérdida, pueden dejar cicatrices emocionales profundas que dificultan la capacidad de una persona para confiar en los demás y para ofrecer ayuda desinteresada.

Estas heridas internas pueden manifestarse como desconfianza, retraimiento social, o incluso como una incapacidad para reconocer las necesidades de otros. Por ejemplo, Trevor lidia con un entorno familiar complicado y un padre ausente, lo que inicialmente limita su confianza en los adultos y en la efectividad de su proyecto. El profesor Simonet lleva consigo cicatrices físicas y emocionales, lo que lo convierte en una persona reservada y reacia a formar lazos cercanos. 

La madre de Trevor también enfrenta sus propios desafíos. Lidiando con un historial de relaciones fallidas, su adicción al alcohol y la responsabilidad de criar a su hijo en un entorno difícil, por ello, lucha por encontrar la estabilidad emocional necesaria para apoyar plenamente el proyecto de Trevor. Sus experiencias pasadas han afectado su capacidad para confiar y para creer en la posibilidad de un cambio positivo. Sin embargo, a lo largo de la película, vemos cómo su participación en la cadena de favores y su relación con el profesor la ayudan a sanar. Esta evolución subraya la importancia de enfrentar y superar los traumas personales para poder participar efectivamente en actos de bondad desinteresada. 

Finalmente, la película nos muestra que, a pesar de los desafíos personales, es posible cultivar una cultura de generosidad y resiliencia, donde los actos de altruismo no solo benefician a los demás, sino que también promueven la sanación y el crecimiento personal. 

En última instancia, esta película nos enseña que, incluso en tiempos difíciles, la solidaridad puede prevalecer y prosperar, ofreciéndonos una vía para construir un mundo más compasivo y conectado.