Con el crecimiento de la popularidad de la lectura en la sociedad contemporánea, ha surgido una especie de polémica entre qué tipo de libros deberíamos leer, con tal de aprovechar nuestro tiempo y nuestro dinero, reduciéndose a la pregunta: ¿qué es mejor, leer ficción o leer libros de autoayuda?
Para empezar a comparar ambas ideas, es importante definir tanto a la ficción como a la autoayuda. La ficción, en su sentido más básico, es el género literario que narra hechos o acontecimientos fuera del mundo real. De la misma forma, de acuerdo con Terry Eagleton (1998), crítico literario británico, "la literatura transforma e intensifica el lenguaje ordinario, se aleja sistemáticamente de la forma en que se habla en la vida diaria”. (p. 1)
Por otro lado, los libros de autoayuda prometen un cambio en la vida del lector a través del recuento de anécdotas o de consejos que impulsan el desarrollo personal. Además, “los libros de autoayuda remiten al testimonio, al relato de la experiencia, entendida ésta como acontecimiento disruptor de la serie vital y vía de acceso a un nuevo modo de vivir”. (Papalini, 2006, p. 334)
Ahora que se tienen claros estos conceptos, se puede plantear la idea de que la inclinación hacia ciertos géneros literarios depende de los intereses personales de cada lector, pero si se considera que el objetivo de la lectura de las masas en la actualidad es el aprendizaje y la enseñanza, entonces ambos géneros se encuentran dentro de un radar común, sólo que en extremos opuestos.
Con el aumento del reconocimiento de la autoayuda dentro del mundo editorial, se le ha llegado a considerar como un nuevo género literario. La importancia que se le ha dado a la autoayuda en los libros se debe, en parte, a una crisis colectiva de sentido, mayormente conocida como la “crisis de los veintes”, en la cual muchos jóvenes se sienten abrumados ante tantas posibilidades de acción, tantas rutas que podría tomar su vida.
Leer autoayuda puede tener ciertos beneficios, como la claridad en el reconocimiento de emociones y la resolución de problemas. Sin embargo, pienso que la literatura de autoayuda generaliza en exceso la idea del desarrollo personal, considerándolo como una serie de pasos simples, que sólo conllevan disciplina o fuerza de voluntad y no como un proceso complejo, con altas y bajas que dependen del estilo de vida de cada persona.
Los defensores de los libros de autoayuda caen en la creencia de que la lectura de la ficción no sirve de nada, de que no otorga un aprendizaje real, lo cual no es acertado, ya que ofrece un aprendizaje incluso en un sentido mucho más profundo, por medio de metáforas y figuras literarias. La ficción también le presenta al lector un conjunto de realidades distintas y lejanas a la propia, permitiéndole experimentar varios mundos y varias vidas en una sola. Dentro de los beneficios de leer ficción se encuentran el desarrollo del pensamiento crítico, la comprensión, la tolerancia y sobre todo de la empatía con los personajes de cada historia.
A comparación de la literatura de autoayuda, con la literatura de ficción el mensaje no está claro desde un inicio, por lo que el lector debe entrar con paciencia para entender el contexto de la trama y las lecciones ahí escritas. En la pandemia retomé el hábito de la lectura, a la vez que me surgió una necesidad de saber qué hacer con mi vida, qué pasos tomar para superarme a mi misma, por lo que ambos factores se combinaron y recurrí a la ficción. He leído más libros de ficción que libros de autoayuda y desde mi experiencia, los primeros me han dado un acompañamiento como ningún otro, dándome un mundo al cual viajar de vez en cuando, dándome ideas nuevas.
Tomando en cuenta todo lo anterior, puedo decir que la lectura de ficción, más que un hobbie, sí puede ser considerada una actividad recreativa de la cual se obtenga un aprendizaje aplicable en la vida real, y que dentro de ese mismo género hay miles de historias en las que vale la pena sumergirse para vivir experiencias fuera de la realidad, y aplicar las enseñanzas dentro de ella. La ficción nos enseña sobre nosotros mismos, al mismo nivel que la autoayuda, y nos da las lecciones que necesitamos para crear nuestras propias historias, y sobre todo, para tomar el control de las mismas.
Referencias bibliográficas:
Eagleton, T. (1998). Una introducción a la teoría literaria. México. Fondo de Cultura Económica. 11-28.
Papalini, V. A., (2006). Literatura de autoayuda: una subjetividad del Sí-Mismo enajenado. La Trama de la Comunicación, 11( ), 331-342. https://www.redalyc.org/pdf/3239/323927061004.pdf