Durante las últimas décadas, dos crisis ambientales han captado la atención mundial: el agotamiento de recursos no renovables como el petróleo, cuyas reservas disminuyen mientras aumenta exponencialmente la fabricación de materiales derivados (Moraes, et. al., 2024), y la extinción masiva de especies, con más de 2,000 especies perdidas desde 1600 y 873 extinciones tan solo en el último año (Monge-Ganuzas, et. al., 2024). En este contexto, la disponibilidad del agua dulce emerge como una preocupación crítica. A pesar de que el agua cubre aproximadamente el 70% de la superficie terrestre, solo una pequeña fracción es apta para el consumo humano. Menos del 3% del agua del planeta es dulce, y la mayor parte se encuentra en glaciares, capas de hielo y acuíferos subterráneos de difícil acceso (Teston, et. al., 2025). Esta realidad nos lleva a cuestionar si el agua, tradicionalmente considerada un recurso renovable, podría estar en riesgo de convertirse en no renovable debido a su menguante disponibilidad.
Diversos factores inciden en la pérdida del equilibrio hídrico, afectando la capacidad de recuperación del agua y poniendo en peligro su disponibilidad futura. Entre los factores más críticos se encuentran el cambio climático, los fenómenos naturales, la sobreexplotación, la contaminación del agua y la falta de tratamiento de aguas residuales.
El cambio climático ha alterado drásticamente el ciclo hidrológico global. El aumento de la temperatura planetaria ha provocado el derretimiento acelerado de glaciares y capas de hielo, lo que no solo reduce las reservas de agua dulce, sino que también contribuye a la elevación del nivel del mar, generando una mayor salinización de los cuerpos de agua subterráneos y costeros.
Además, el cambio climático ha intensificado los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías prolongadas y lluvias torrenciales, afectando la disponibilidad y distribución del agua en distintas regiones. Mientras algunas zonas enfrentan una disminución alarmante en sus reservas hídricas, otras sufren inundaciones que alteran los ecosistemas y dificultan la captación y el almacenamiento del agua de lluvia.
Los desastres naturales también influyen en la disponibilidad y calidad del agua. Terremotos, huracanes y erupciones volcánicas pueden modificar drásticamente los cuerpos de agua, alterando su composición química o reduciendo su accesibilidad. Un ejemplo claro es el daño que los huracanes causan en los sistemas de distribución de agua potable, provocando crisis de abastecimiento en las zonas afectadas.
Las sequías prolongadas, agravadas por el cambio climático, han reducido los niveles de ríos, lagos y embalses en muchas regiones del mundo. Estas sequías no solo afectan el suministro de agua para el consumo humano, sino que también impactan la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica, incrementando la competencia por este recurso limitado (Kurniawan, et. al. 2024).
El crecimiento poblacional y el desarrollo industrial y agrícola han llevado a una sobreexplotación de los recursos hídricos. La extracción descontrolada de agua subterránea ha generado un descenso alarmante en los niveles de los acuíferos, muchos de los cuales tardan siglos en recargarse.
La demanda de agua en la agricultura es particularmente preocupante, ya que esta actividad consume aproximadamente el 70% del agua dulce disponible en el planeta. Sin una gestión sostenible, la sobreexplotación de ríos, lagos y acuíferos puede llevar a su agotamiento irreversible, comprometiendo el acceso al agua para las futuras generaciones.
La contaminación del agua representa otro factor crítico, proveniente de diversas fuentes como residuos industriales, pesticidas, fertilizantes agrícolas y desechos urbanos. La contaminación de ríos, lagos y acuíferos no solo reduce la disponibilidad de agua potable, sino que también pone en riesgo la biodiversidad y la salud humana (Li, et. al., 2024).
Los derrames de sustancias químicas, la acumulación de plásticos en los océanos y la contaminación por metales pesados han alcanzado niveles alarmantes en muchas regiones del mundo. A medida que la contaminación avanza, la cantidad de agua apta para el consumo humano disminuye, aumentando la presión sobre las fuentes de agua no contaminadas.
El tratamiento inadecuado de las aguas residuales agrava aún más la crisis del agua. En muchas ciudades y comunidades rurales, las aguas residuales no reciben el tratamiento adecuado antes de ser vertidas en ríos y océanos, contribuyendo a la contaminación y propagación de enfermedades.
A nivel global, se estima que más del 80% de las aguas residuales son liberadas al medio ambiente sin tratamiento previo, afectando la calidad del agua y los ecosistemas acuáticos. La falta de infraestructura para el tratamiento de aguas residuales es un problema crítico, especialmente en países en desarrollo, donde los recursos para implementar tecnologías de saneamiento son limitados (Sikosana, et. al., 2019).
Si bien el agua es un recurso que se renueva constantemente a través del ciclo hidrológico, las actividades humanas están alterando su disponibilidad y calidad a un ritmo preocupante. La combinación de cambio climático, fenómenos naturales extremos, sobreexplotación, contaminación y la falta de tratamientos adecuados está poniendo en riesgo el equilibrio hídrico global.
Si estas tendencias continúan, el agua dulce podría convertirse en un recurso cada vez más escaso, similar a otros recursos no renovables como los combustibles fósiles. Para evitar esta crisis, es fundamental adoptar estrategias de gestión sostenible del agua, incluyendo políticas de conservación, el uso eficiente en la agricultura e industria, la implementación de tecnologías de tratamiento de aguas residuales y la reducción de la contaminación.
Garantizar el acceso al agua potable para las futuras generaciones dependerá de las decisiones que tomemos hoy.
Referencias
- Monge-Ganuzas, M., Guillén-Mondéjar, F., Díaz-Martínez, E., Herrero, N., & Brilha, J. (2024). Geoconservation at the international union for conservation of nature (IUCN). Philosophical Transactions of the Royal Society A, 382(2269), 20230053
- Moraes, Y. C. S., Alcântara, E. C., de Sousa Utida, V. H., & Silveira, L. C. (2024). The use of oscillatory positive expiratory pressure (OPEP) devices: a systematic review.
- Teston, A., Ghisi, E., Martins Vaz, I. C., de Carvalho, J. W. L. T., Mayer, D., & Teixeira, C. A. (2025). Water Balance Modeling as a Tool for Assessing the Inventory Flows of Urban Water Systems and Water Consumption in Buildings. Journal of Water Resources Planning and Management, 151(1), 05024015.
- Kurniawan, T. A., Bandala, E. R., Othman, M. H. D., Goh, H. H., Anouzla, A., Chew, K. W., ... & Nisa'ul Khoir, A. (2024). Implications of climate change on water quality and sanitation in climate hotspot locations: A case study in Indonesia. Water Supply, 24(2), 517-542.
- Li, G., Törnqvist, T. E., & Dangendorf, S. (2024). Real-world time-travel experiment shows ecosystem collapse due to anthropogenic climate change. Nature Communications, 15(1), 1226.
- Sikosana, M. L., Sikhwivhilu, K., Moutloali, R., & Madyira, D. M. (2019). Municipal wastewater treatment technologies: A review. Procedia Manufacturing, 35, 1018-1024.