En el año de 1970 en Estados Unidos, Van Rensselaer Potter (1911-2001), doctor en bioquímica y oncólogo, planteó la necesidad de una nueva disciplina de estudio en un artículo aparecido en 1970 bajo el título: “Bioethics: The science of survival” (Bioética: la ciencia de la supervivencia). Posteriormente, en enero de 1971, Potter publicó un libro en donde hablaba de la “Bioethics: bridge to the future” (Bioética: puente hacia al futuro).
En el prefacio de dicho libro Potter escribe:
“The purpose of this book is to contribute to the future of the human species by promoting the formation of a new discipline, the discipline of Bioethics. If there are <two cultures> that seem unable to speak to each other –science and humanities- and if this is part of the reason that the future seems in doubt, then possibly, we might build a <bridge to the future> by building the discipline of Bioethics as a bridge between the two cultures”
Cuando Potter escribe que: “hay dos culturas –ciencias y humanidades– que parecen incapaces de hablarse una a la otra”, está advirtiendo que en la cultura del siglo XX existe una ruptura entre dos modos de entender la realidad. Un modo científico caracterizado por el rigor matemático, la exactitud y la experimentación, y un modo propio de las disciplinas relacionadas con el área humanista caracterizado por la argumentación, la complejidad y la profundización intelectual.
Indudablemente, ambos modos de entender la realidad son distintos, sin embargo, cuando Potter señala que tales modos de entender la realidad forman dos mundos incomunicados, se está haciendo hincapié a un legado cultural propio de la Ilustración del siglo XVIII y del positivismo del siglo XIX. Ambos legados fueron acogidos en el siglo XX bajo la idea de que el paradigma del conocimiento humano está basado en el conocimiento científico propio de las matemáticas, la astronomía, la física, la química y la biología; en cambio, el conocimiento propio de las humanidades sería un conocimiento inferior en razón de la ausencia de un rigor matemático, de una exactitud y de una experimentación. Dicho en otras palabras, si el conocimiento de las humanidades aspira a ser auténticamente científico, entonces debe cumplir aquellas características.
Lógicamente, las áreas de las disciplinas de tipo humanista en razón de sus objetos de estudio, no pueden asumir las características del modelo propio del conocimiento científico, es decir, las disciplinas científicas centran sus objetos de estudio en cosas que son un algo, no un alguien. Por el contrario, las disciplinas de tipo humanista centran sus objetos de estudio siempre en un alguien personal. Lo anterior implica modos distintos de entender la realidad, pero cuando se hace del conocimiento científico el paradigma a seguir del conocimiento humano, despreciando a las humanidades, entonces se sigue el conflicto, la confrontación; o, como dice Potter, dos culturas que no pueden comunicarse.
Si Potter habla de la Bioética como un puente entre ciencia y humanidades, se siguen tres consecuencias:
- Busca eliminar ese legado ilustrado y positivista que absolutizó a la ciencia como modelo único de conocimiento humano.
- Se señala que las humanidades son disciplinas de estudio con un valor epistemológico tan importante como el de las ciencias, aunque distinto, porque en la dinámica de estudio de las humanidades están implicados los valores éticos que deben guiar al desarrollo científico.
- La ciencia de la biología centrada en la vida, en donde se implica a la vida humana, es la ciencia que más reclama esos valores éticos. Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos biológicos.