Los orígenes probables de la fecha de la Navidad
20/12/2024
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

En español, la palabra “Navidad” procede del latín tardío nativitas – nativitatis, es decir: “nacimiento”; se emplea para conmemorar el nacimiento de Jesucristo y también el tiempo litúrgico que se extiende desde la llamada “Nochebuena” hasta la festividad de los Reyes Magos. Nativitas procede del vocablo nascor (nacer), de raíz indoeuropea. En otras lenguas romances, como el portugués, el italiano, el catalán o el gallego, la etimología hay que buscarla en la expresión "diem natalem Christi" (el día del nacimiento de Cristo), por lo que tenemos "Natal" (portugués), "Natale" (italiano), "Nadal" (catalán y gallego) y Nöel (francés).

En las lenguas germánicas el origen es distinto: en alemán se dice "Weihnachten", de "weih", que procede del vocablo germano wiha, que significa “sagrado”, y “nahten” (noches), actualmente "Nacht / Nächte" (noche / noches), por lo que tenemos “Noche(s) sagrada(s)” o “Noche(s) santa(s)”. En inglés, "Christmas" procede de la denominación latina tardía "Cristes mæsse" (“Misa de Cristo”), para pasar a "Christ's Mass". En los países escandinavos y en algunos dialectos en Escocia, la palabra “yule” (del antiguo nórdico júl o jól: fiesta) da origen a los vocablos que se emplean para referirse a la Navidad (jul en Noruega, Dinamarca y Suecia; joulu en Finlandia), pero tiene orígenes paganos, aún no muy claros para la historiografía actual. Seguramente tiene que ver con las celebraciones en torno al solsticio de invierno y al inicio del año, que se celebraba con la festividad llamada Mædrenack o Mōdraniht (“Noche de las Madres”) y otras fiestas de los pueblos anglos y sajones, tales como la llamada “cacería salvaje” para el dios Odín y el corte del tronco de “Yule” (Yule log), después llamado, ya en un contexto cristianizado, “tronco de Navidad”. En esta costumbre de cortar un tronco o un leño es en donde, por cierto, muchos estudiosos ven el origen de nuestro árbol navideño actual. El Yule log es un tronco especialmente seleccionado que se quema en el hogar como tradición invernal en las regiones nórdicas y, posteriormente, en América del Norte (algunas regiones de los Estados Unidos). El origen de la costumbre popular no está claro, pero, al igual que otras tradiciones asociadas con Yule (como el jabalí de Navidad), la costumbre puede derivar en última instancia de religiones protoindoeuropeas, ya que se han registrado tradiciones similares en el paganismo albanés, celta, germánico, báltico y eslavo, entre otros.

O sea, como en otros muchos aspectos de nuestras culturas, tenemos aquí un fenómeno de orígenes paganos pero que, por medio de diversos procesos de sincretismo religioso y cultural, se volvieron paulatinamente costumbres cristianas. Algunas costumbres y tradiciones mexicanas actuales son ejemplo de estos procesos de intercambio cultural.

No sabemos bien a bien cuándo se comenzó en los pueblos cristianos a conmemorar el 25 de diciembre como la festividad de la Natividad o Navidad de Jesús, pues ninguno de los evangelistas proporciona fecha alguna, ni siquiera aproximada, de cuándo nació Jesús. La primera vez en la que tenemos pruebas fehacientes de una celebración navideña es en el año 336 en Roma; en el ámbito de habla alemana, la primera fecha registrada es mucho más tardía: hay una declaración del Sínodo de Maguncia (Mainz) del año 813 para celebrar lo que se llamaba en esa época “Festividad de Cristo”. Lo que es común a ambas celebraciones, tanto en Roma como en Maguncia, es que esta fiesta se celebraba en la iglesia, no tanto en los hogares. Era una celebración pública, más que privada.

La fecha del nacimiento de Jesucristo era desconocida para el cristianismo primitivo, que celebraba por lo general los aniversarios de la muerte de sus mártires, no las fechas de nacimiento. Hacia el año 200, Clemente de Alejandría informó sobre especulaciones de varios grupos cristianos en Egipto: los Basilidianos se referían al 6 o 10 de enero como el día del bautismo de Jesús, que, según su creencia, era también el día de su nacimiento como Hijo de Dios. Otros grupos cristianos egipcios consideraban el 19 de abril, el 20 de abril, el 20 de mayo o el 18 de noviembre como el día del nacimiento de Jesús.

La primera fuente escrita que menciona el 25 de diciembre como fecha de la Navidad es en la obra Chronograph de Furius Dionysius Filocalus, del año 354, basándose a su vez en fuentes romanas del año 336, un año antes de la muerte del emperador Constantino (337), si bien hay que decir que muchos documentos romanos tienen serias contradicciones. Según una prédica de San Jerónimo (347-420), la fiesta de la Natividad siempre se celebró en Roma el 25 de diciembre, lo cual parece ser inexacto. Lo que, empero, esta afirmación significa es que ya para esa época se celebraba la fiesta en esa fecha. Otros autores identifican una prédica de Optatus de Mileve como la primera fuente de la fecha decembrina; en el himno Intende qui regis Israel, de San Ambrosio de Milán, encontramos frases que podríamos catalogar como “navideñas”. En la actual España, en el año 380 se confirma el 25 de diciembre en el Sínodo de Saragossa (Zaragoza). De la región de las Galias se desconocen referencias al respecto, hasta que, en el siglo VI, las encontramos en Gregorio de Tours.

Lo que es similar a lo que vemos en nuestros días es el hecho de que dichas celebraciones comenzaban, siguiendo la tradición judeocristiana, en la víspera, es decir, en la tarde noche del 24 de diciembre. Pero la pregunta que sigue inquietando a todos es: ¿por qué se fijó el 25 de diciembre como la fecha de la Natividad de Jesús? Hay muchas teorías que tratan de explicar esto. Si bien los evangelios no proporcionan una fecha exacta, Mateo habla de que una estrella brilló en el cielo como nunca antes en la más larga noche del año, mientras que Lucas da a entender que Jesús pudo nacer en el día del solsticio de invierno. Sin embargo, esa noche más larga del año, incluso antes de la reforma al calendario emprendida por el papa Gregorio XIII en 1582, no era precisamente la del 25 de diciembre, sino alrededor del 10; actualmente, en nuestro calendario, es alrededor del 21. 

Otra teoría se basa en que el Arcángel Gabriel le anunció a María el nacimiento de Jesús el 25 de marzo (más o menos el sexto mes del antiguo calendario judío), así que 9 meses después tenemos el 25 de diciembre. Por lo tanto, según esto, Jesús no pudo ser prematuro ni nacer un par de días después. La festividad de la Anunciación comenzó a celebrarse en las iglesias orientales en el siglo IV, y en las occidentales en el VII.

En muchas culturas podemos observar que se celebran festividades en torno al solsticio de invierno, como, por ejemplo, las “Brumales” (Brumalia), en Roma, una serie de celebraciones campesinas con posibles raíces griegas en honor al dios Baco (dios de la fertilidad y del vino), de Saturno (asociado a la agricultura) y de Ops (diosa de origen sabino, asociada a la fertilidad). Estas fiestas tenían lugar después del solsticio y duraban hasta el 25 de diciembre. La “Saturnalia”, por su parte, comenzaba con ceremonias en el templo del dios Saturno e incluía banquetes, regalos y festejos con cierto carácter libertino, por lo que eran muy populares en Roma. Comenzaban alrededor del 17 de diciembre y terminaban el 25. Al final de ambas festividades, entre el 22 y el 25 de diciembre, los romanos acostumbraban celebrar el nacimiento del “Sol Invicto” (Dies natalis solis invicti), que se refería al triunfo del nuevo sol, pues a partir del solsticio de invierno (el 21 de diciembre) los días comenzarían a hacerse más largos. Todo parece indicar que fue en tiempos del emperador Constantino el Grande, hacia el año 330, cuando se comenzó a festejar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, aunque los detalles se desconocen. Así que pudo ser que los cristianos se basasen en dichas fiestas para fijar la del nacimiento de Jesús. Sin embargo, algunos historiadores no ven en ambos fenómenos una continuidad, sino una historia paralela, lo cual es también muy probable.

En resumen: los historiadores no han logrado identificar una causa concluyente acerca de por qué celebramos la Navidad precisamente el 25 de diciembre.

Ahora la pregunta sería, en general: ¿Por qué celebramos la Navidad, incluso alrededor de 2,030 años después del nacimiento de Jesús? La fiesta, independientemente del día en que se celebre, tiene un enorme significado para los cristianos, porque la Navidad transmite un mensaje central: Dios se hizo humano a través del nacimiento de Jesús. La encarnación de Dios en Navidad muestra a la gente que el Dios eterno y todopoderoso se comunicó voluntariamente con nosotros los humanos en forma humana. Dios se ha convertido en “uno de nosotros”, por lo que la forma en que Jesús viene al mundo en Navidad es significativa: no regiamente en pompa y esplendor, sino humilde y pobre en un pesebre. En Jesús mismo, Dios entró en la vida de las personas en la Navidad y les dio la salvación. Por eso la Navidad se considera una fiesta del amor divino, pues el hecho de que Dios se haga humano es signo de su inconmensurable amor por las personas.

Jesús nos muestra cómo se debe vivir una vida de amor, compasión y humildad, y nos anima a los cristianos a seguir su ejemplo hasta el día de hoy. Desde una perspectiva cristiana, la encarnación de Dios en Jesús cumple las profecías del Antiguo Testamento, ya que diversas historias y profecías apuntan a la llegada de un salvador y redentor. Para los cristianos, Jesús es el Mesías prometido que trae redención y salvación a la humanidad y, en última instancia, asume los pecados de la humanidad con su muerte. No es gratuito que, en la primera cantata de su “Oratorio de Navidad”, Johann Sebastian Bach (1685-1750), empleando la melodía de un coral de pasión, haga cantar al coro “¿Cómo debo recibirte?” Esto se debe a que se trata del Rey de Reyes, que nace en un pesebre. ¿Cómo debemos recibirlo? Y no es alguien que llegue a servirse, sino a servirnos. ¿Cómo debemos recibirlo? Y vino al mundo a padecer la muerte en la cruz por nosotros. ¿Cómo debemos recibirlo? 

Deseo a mis siempre fieles y amables cuatro lectores una feliz Navidad y muchas bendiciones para el año nuevo que se aproxima. Dios mediante nos veremos en este espacio el 13 de enero.