Habemus papam
07/05/2025
Autor: Dr. David Sánchez Sánchez
Cargo: Director de la Facultad de Humanidades UPAEP

Hoy en TU HISTORIA UPAEP viajamos junto a una expresión, Habemus papam (¡Tenemos Papa!), que nuevamente focaliza toda la mirada mundial en un lugar concreto del mundo, el balcón central de la Basílica Papal de San Pedro en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Previo a ello las miradas quedan clavadas en la conocida fumata blanca, correspondiente a la señal de humo que avisa a los fieles de que ya se ha llegado a un acuerdo en el cónclave sobre la designación de un nuevo Papa por parte de los cardenales.

Ríos de tinta, o ríos de megadatos en nuestro s.XXI, se escriben y viajan por la red estos días sobre el origen de aquel “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia" (Mateo 16:18), hasta las argumentaciones multifactoriales de que, si el nuevo Papa debe ser continuista, conservador, progresista, blanco, asiático, europeo, de menos de setenta y cinco años, alto, amante de un deporte ajeno al fútbol… y mil opciones más.

Imaginemos que estamos sentados en la Cappella Magna, la Capilla Sixtina, en ese lugar donde se instala la chimenea que consta de dos estufas, con dos metros de alto y tubo de cobre en la que se queman las papeletas de las votaciones de los cardenales reunidos en el cónclave esperando ver al exterior del edificio la diferencia entre un humo negro, fumata nera, (no hay acuerdo) y un humo blanco, fumata bianca, (hay acuerdo). En su tejado algunos buscan en la singular chimenea cualquier señal que pueda relacionarse con el evento, desde la aparición de una paloma que tranquilamente se posa en el tejado a un granizo imprevisto que acompañe un acuerdo truncado.

En tiempos de Alejandro VI y ese gran año de 1492 fue la primera celebración del cónclave en este lugar. El 3 de agosto de 1492 partió Cristóbal Colón desde el Puerto de Palos de la Frontera (España) en su viaje hacia la India navegando hacia el oeste y el 11 de agosto de 1492 fue elegido Papa, Rodrigo Borgia, en la Capilla Sixtina.

Imaginemos que estamos sentados en la Cappella Magna, la Capilla Sixtina, y que elevamos la vista al cielo buscando inspiración, sosiego, verdad y fe para ese momento decisivo. Ante nuestros ojos, en la bóveda, más de trescientas figuras en cuatrocientos sesenta metros cuadrados realizadas por Miguel Ángel nos llenan de emoción. Un fragmento de tan imponente representación de escenas nos capta la plena atención en ese momento. Es La creación de Adán, que pintada en 1511 nos evoca el Génesis 1:27 respecto al momento en que "Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó."

Se ha escrito sobre que la figura de Dios aparece representada en torno a una tela que se asemeja a un corte cerebral visto de forma lateral inspirando el otorgar no solo la vida sino también la inteligencia mientras que Adán está recostado en un paraíso terrenal observando a su creador.

Imaginemos que estamos sentados en la Cappella Magna, la Capilla Sixtina, que nos esforzamos en fijar con mayor profundidad en lo alto nuestra mirada en esa escena, que incluso tomamos una lente que permita acercarnos lo más posible al espacio donde se extiende el brazo derecho de Dios y el izquierdo de Adán, lleguemos a sus manos. En ese lugar, en ese momento, buscando inspiración, sosiego, verdad y fe para ese evento tan decisivo, démonos cuenta de que Dios extiende en su mano su dedo firme hacia nosotros mientras que, en plena libertad, Adán solo hará contacto con Él, si ejerce la voluntad de mover su dedo e ir a su encuentro.

El cónclave y los cardenales no tienen mejor escenario de continuar su contacto con Dios para tomar la decisión importantísima de nombrar un nuevo Papa que dejándose inspirar en esta obra de Miguel Ángel que nos recuerda que la lucha por dicho encuentro debe ser ejercida en plena libertad y donde nosotros debemos ejercerla para llegar a Él habiendo sido creados como hermanos a su imagen y semejanza.

Veni Creator Spiritus, Mentes tuorum visita, Imple superna gratia, Quae tu creasti, pectora.

Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles.Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.

Que Dios tenga en su gloria a Francisco y que el espíritu creador vuelva a inspirar a los cardenales para que en unos días volvamos a expresar, Habemus papam (¡Tenemos Papa!).

Sigamos la lucha.