La estudiante de Gastronomía describe cómo es su vida alrededor de sus dos pasiones
A los siete años, Samantha Espinosa descubrió el taekwondo entre lágrimas y miedo. Hoy, con una medalla nacional y el uniforme de las Águilas UPAEP sobre el tatami, puede decir que ese camino lleno de combates, disciplina y apoyo familiar la ha llevado a convertirse en una atleta de alto rendimiento y una estudiante apasionada de la Gastronomía.
“Al principio me daba miedo que me pegaran, incluso lloré todo el camino a mi primera competencia”, recuerda. Aquella vez, siendo cinta amarilla, se llevó el primer lugar y la certeza de que algo especial había nacido.
Su formación en el taekwondo no ha sido sencilla, pero sí profundamente significativa. Alcanzó la cinta negra y fue entonces, tras un cambio de escuela, cuando descubrió el mundo del alto rendimiento. “Ahí terminé de enamorarme del taekwondo”, afirma.
En cada paso de ese proceso, su familia ha sido su mayor pilar. “Mi mamá entrenaba conmigo en pandemia y me apoyaba con las dietas. Mi papá solventaba todo: competencias, viajes, equipo… sin ellos no estaría donde estoy”, comparte con gratitud.
Al llegar a UPAEP, Samantha vivía una etapa de dudas. No estaba segura de seguir en el deporte, pero su madre la animó a intentarlo una vez más. “Entré al equipo y poco a poco recuperé las ganas de competir. El coach confió en mí, y eso me motivó a dar medallas a la Universidad”.
Uno de sus momentos más especiales como parte de las Águilas fue reciente, en el CONDDE. Volvió a una final nacional y ganó la medalla de plata. Además, sumó una presea de bronce en poomsae tercia. “Esos logros me recuerdan por qué sigo aquí”, señala.
Hoy, Samantha vive el presente con entrega, enfocada en cerrar su etapa universitaria con más medallas. Y aunque sueña con ejercer la Gastronomía en Europa, siempre llevará consigo los valores que el taekwondo le ha enseñado: responsabilidad, perseverancia y honestidad.