En nuestros días todo parece indicar que la empatía, este fenómeno tan cotidiano y tan difícil de comprender, es un tema que le concierne de manera muy especial a varias disciplinas como la psicología, la psiquiatría, la educación, etc. Sin embargo, se trata de un asunto cuyo tratamiento requiere la revisión de algunas ideas filosóficas o, para ser más preciso: se requiere la filosofía para su esclarecimiento y problematización.
No quiere decir una cosa más que muchos problemas no se resuelven con una definición. Quizás el análisis de una definición sea más bien el punto de partida. Y este es el caso de la empatía. El problema está en que una vez que llegamos a una definición, luego hay que entrar al esclarecimiento de sus presupuestos o al análisis de sus implicaciones.
En lo que sigue, presentaré un par de definiciones sobre la empatía y ofreceré un breve análisis. Esperamos con ello sacar en claro algunas cosas.
La primera definición de la empatía la encontramos en una obra de Edith Stein que se publicó en 1917. En su investigación Sobre el problema de la empatía apuntó que este es “la aprehensión de las vivencias ajenas”. Ciertamente se trata sólo de una anotación y precisamente lo que realiza la autora en su obra es el esclarecimiento de lo que esta definición supone. Por nuestra parte podemos anotar los siguientes aspectos que está latentes en esta definición: 1. Que hay vivencias ajenas. 2. Estas vivencias ajenas se pueden aprehender. De estas dos anotaciones podemos inferir las siguientes: 3. Hay vivencias propias (las mías). 4. Soy un sujeto capaz de aprehender esas vivencias y 5. Hay otros sujetos yo (el sujeto o los sujetos de las vivencias ajenas).
De aquí podríamos señalar otras implicaciones, pero no es necesario. Con estas indicaciones es suficiente para indicar que desde el punto de vista de la filosofía un problema abre a otros problemas. De la pregunta, ¿qué es la empatía?, se nos abren otras interrogantes: ¿qué es una vivencia?, ¿de qué modo puedo aprehender vivencias ajenas? Esto que es ajeno, contrario de lo propio, ¿se conoce de la misma manera?, ¿en qué consiste la aprehensión? Los otros yo, ¿son como yo? Si solo puedo tener acceso originario a mis propias vivencias (como son recuerdos, percepciones, imaginación, fantasías, etc.), ¿de qué modo la empatía me da acceso a las vivencias ajenas?, ¿es posible el conocimiento de otras mentes?, ¿el cuerpo del otro es importante para su conocimiento? La empatía, ¿se refiere únicamente a los sentimientos o bien se puede empatizar algo más, por ejemplo, percepciones, recuerdos, puntos de vista, etc.?
Los problemas supuestos aquí son muchos. Como apunté antes, la filosofía abre a un horizonte de problemas cuyo tratamiento abre a la posibilidad de proyectos de investigación que deben tenerse en cuenta. Por ello, cuando Stein y otros autores abordan el problema de la empatía deben atenderse, entre otros asuntos, problemas relacionados con el cuerpo propio y el cuerpo ajeno, la intersubjetividad, los sentimientos, la constitución del mundo propio y ajeno, el fenómeno de la expresión (por ejemplo la alegría o la tristeza), la relación de la persona con el mundo de los valores (el bien, el mal, la belleza, etc.), la motivación, las vivencias estéticas, la motivación y la vida espiritual, el intercambio mutuo entre personas, etc. Decir que la empatía consiste en ponerse en el lugar del otro, como suele entenderse en la vida cotidiana, deja en suspenso cómo sea posible ese ponerse en su lugar. Y la tarea de la filosofía es explorar esos temas. Pero ahora hay que decir que la filosofía también necesita echar un vistazo a las investigaciones que se están realizando en la psicología, la educación y evidentemente en otras áreas. Estas investigaciones requieren de un trabajo interdisciplinar.
La segunda definición de la empatía la encontramos en la obra de Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra y psicoanalista francés. Intelectual contemporáneo a quien debemos el concepto de “resiliencia”, el que resulta ser un concepto central de su pensamiento y que expone y desarrolla en obras como Los patitos feos, Las almas heridas y Resiliencia y adaptación (con Mary Anaut). Cyrulnik dice que la empatía es “la capacidad de descentralizarse uno mismo para representar el mundo de otro”.
Una vez más, aquí hay varias cosas supuestas. 1. Una capacidad del yo. 2. Descentramiento de ese yo. 3. Representación de un mundo ajeno. Y estas ideas pueden ampliarse a las siguientes: 4. Ante la capacidad es posible también la incapacidad del yo de descentralizarse. 5. Hay un mundo ajeno, etc.
De acuerdo con ello, entonces, la empatía hace posible salir del propio mundo para acceder al mundo del otro, al mundo ajeno. Mientras que puedo estar centrado en mi propio mundo (lo que me pasa, lo que siento, lo que veo, lo que me afecta y preocupa, etc.), y permanecer así en mi propio yo, ser mi propio centro, la empatía hace posible el descentramiento que me permite salir de mí. Salgo al encuentro del otro y hago mías representaciones del mundo ajenas. En empatía tengo acceso a representaciones del mundo que originariamente son de otros. El otro me interpela y yo puedo salir a su encuentro. Tengo esa capacidad.
Lo anterior deja en suspenso varias cosas, dentro de ellas, sin agotarlas, se encuentra una que da en el núcleo de la persona: su apertura y eventual cerrazón. La persona puede salir y encontrarse con el otro, pero también puede cerrarse en sí mismo. Y ello es un rasgo fundamental de la persona. Dentro de las preguntas que se abren podemos anotar las siguientes: ¿es necesaria la apertura de la persona para que tenga empatía?, ¿se puede educar la empatía y de qué modo?, ¿qué pasa si la persona se encierra en sí misma?, ¿de qué modo el mundo propio se enriquece con el mundo ajeno?, ¿qué pasa con la persona que no se deja afectar por el otro?, ¿de qué tipo de afecto o afección se trata?, ¿es necesaria la empatía para la vida social o se puede prescindir de ella?
Como puede verse, son más las preguntas que las respuestas. Y que las anotemos aquí no significa que estos autores no las desarrollen. Más bien, lo que hemos querido mostrar es que partiendo de una definición podemos después abrir el horizonte a nuevas preguntas de investigación y trabajar desde allí el pensamiento crítico. La posibilidad y el desarrollo del pensamiento crítico es el campo propio (aunque no exclusivo) de la filosofía.
Referencias
Cyrulnyk, B. Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida, Barcelona, Gedisa, 2017.
___ Las almas heridas, Barcelona, Gedisa, 2017.
___ y Anaut, M. Resiliencia y adaptación, Barcelona, Gedisa, 2018.
Stein, E. Sobre el problema de la empatía, Madrid, Trotta, 2004.