¿Dónde inicia la historia del Diseño Gráfico en México?
03/05/2022
Autor: Claudia Rebeca Méndez Escarza
Cargo: Profesor de la Facultad de Diseño Gráfico

El término en sí tiene poco más de 100 años: en 1922, un tipógrafo, calígrafo y diseñador norteamericano, William Addison Dwiggins, propuso el término “diseñador gráfico” para autodefinir su profesión. Aunque cinco años antes, el Profesor Meyer, director de California School of Arts and Crafts, impartía la clase de Diseño Gráfico y Lettering , en su descripción planteaba que el Diseño Gráfico “se ocupa de los principios de la rotulación y el trabajo comercial y los diversos procesos de reproducción de los dibujos” (Shaw, 2020, párr. 4).

La profesión en sí se origina en otro momento. Frecuentemente, en pláticas informales cuando se habla de los inicios de esta profesión se mencionan los grabados de José Guadalupe Posada como el punto de partida de la historia del Diseño Gráfico en México. Sin embargo, el artículo publicado por González de Cossío (2008) explica en su introducción que hay una diversidad de influencias recibidas a lo largo de nuestra historia; empezando por “la cultura prehispánica rica en expresiones visuales” (p. 186). Aunque más adelante, establece el inicio de su recorrido histórico en los años cuarenta del siglo XX, cuando el proceso de industrialización que sucedía en nuestro país provocó el empleo de la marca “hecho en México”. 

Volteemos la mirada a la época prehispánica, este momento en el que aún no existía México como nación; aunque abarcaba su espacio geográfico. Un espacio y un tiempo que Paul Kirchhoff denominó en 1943 como Mesoamérica: es decir, “[una] región cuyos habitantes, tanto los emigrantes muy antiguos como los relativamente recientes, se vieron unidos por una historia común que los enfrentó, como un conjunto, a otras tribus del continente” (López Austin, 2016). 

Justo en ese periodo, que dura varios siglos, surgen los primeros libros en Mesoamérica: los códices mesoamericanos. Este es el momento en el que la historia del Diseño inicia en esta región. Un periodo en el que, de acuerdo a Meggs (1991) “la escritura es el complemento del habla. Las marcas, los símbolos, las imágenes y las letras escritas o dibujadas sobre una superficie o sustrato se convirtieron en un complemento gráfico de la palabra hablada y del pensamiento no expresado” (p. 15). Aunque cabe señalar que este autor se refiere al surgimiento de la escritura en el mundo.

Los códices “son manuscritos realizados sobre un soporte flexible que contienen elementos de alguno de los sistemas de escritura nativa” (INAH TV, 2010). De la época prehispánica se conservan solamente dieciséis: cinco del grupo Borgia, seis de la mixteca, tres de la zona maya y dos de la zona central de México (Glass y Robertson, 1975).

En cuanto a los sistemas de escritura, se sabe que algunos, como los mayas, hacen uso de jeroglíficos para comunicarse, mientras que otros, por ejemplo, los mixtecos, emplean pictogramas para relatar la historia que exponen. La etimología de este concepto se refiere al latín pinctus relativo a pintado y al griego grama que significa escritura. Es decir, un pictograma es escritura pintada. 

Quienes pintaban o escribían estos manuscritos eran los tlacuilos como se denominaban en náhuatl o los huisi tacu en mixteco. Ellos eran quienes representaban la información calendárica, cartográfica, económica, genealógica, histórica, de rituales, entre otras. “Eran pintores-escribanos indígenas [...] [que] se especializaban en la elaboración de obras pictóricas y su tarea consistía en pintar, mediante símbolos, elementos importantes para el pueblo mesoamericano” (González Morales, 2015, p. 4). 

Estudiaban para ello; se especializaban en la fabricación y aplicación de pigmentos para dotar de color a los manuscritos. Los estudios indican que los colores “podían ser colorantes que se extraían, se depuraban, se mezclaban con algún aglutinante y, sin requerir más preparación, se utilizaban para pintar” aunque se han encontrado que “la mayoría de los materiales colorantes orgánicos eran convertidos en pigmentos laca para alcanzar la estabilidad y la resistencia que su aplicación en los códices exigía” (Dupey García, 2015, p. 152).

Es importante aclarar que los pintores-escribanos-historiadores-diseñadores, es decir los tlacuilos no se dedicaban a expresar sentimientos o aspectos de la realidad de manera estética; tal como lo hace el arte. Más bien se ocupaban de organizar la información que representaban y de estructurar su espacio de trabajo (la piel de venado, el lienzo, etc.), para comunicar y relatar la historia de algún personaje, los elementos de algún ritual, el espacio y el tiempo en el que acontecía determinado suceso, así como la ubicación geográfica de momentos históricos, entre otros.

Un diseñador, hoy en día, emplea una serie de conocimientos, habilidades y estrategias para desarrollar su trabajo. Dentro de ello se encuentran los adquiridos para comunicar, empleando un lenguaje visual. Siempre diseñando mensajes codificados para que las personas puedan: comprenderse, estar informados, sean capaces de tomar una decisión o de realizar una acción, por mencionar algunos. Particularmente, el diseñador de información busca crear puentes de entendimiento. Transformar datos en información comprensible, usable, de modo eficiente. 

¿Acaso no es esto similar a la labor del tlacuilo o del huisi tacu?

¿Será posible pensar que estos pintores-escribanos organizaban el sustrato en el que escribían-pintando con color y forma para relatar e informar aquello que ha quedado plasmado en los códices? 

¿Podríamos, los diseñadores mexicanos de hoy en día, pensar que llevamos sangre de tlacuilo o de huisi tacu corriendo por nuestras venas? 

Para mí sería un honor pensarlo… y cambiar mi nombre por algo así como Señora 12 Conejo, Pluma de quetzal.

 

Referencias

Dupey García, É. (2015). El color en los códices prehispánicos del México Central: identificación material, cualidad plástica y valor estético. Revista Española de Antropología Americana, 45(1), 149–166. https://doi.org/http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2015.v45.n1.52359

Glass, J. B., & Robertson, D. (1975). A Census of Native Middle American Pictorial Manuscripts. En C. Gibson & H. B. Nicholson (Eds.), Handbook of middle american indians. Vol 14. Guide to Ethnohistorical Sources, part three, (pp. 81–252). University of Texas Press.

González de Cossío, M. (2008). México. Diseño Gráfico. En S. Fernández & G. Bonsiepe (Eds.), Historia del diseño en América Latina y el Caribe. Industrialización y comunicación visual para la autonomía. (pp. 186–200). Blücher.

González Morales, L. A. (2015). Los tlacuilos y la construcción del espacio novohispano en el siglo XVI. Revista Digital Universitaria, 16, 1–11. http://www.revista.unam.mx/vol.16/num4/art29/

INAH TV. (2010). ¿Qué son los códices? [video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=NIrhu4CCxfw&feature=youtu.be

López Austin, A. (2016). El objeto de estudio. La cosmovisión de la tradición mesoamericana. Arqueología Mexicana. Edición especial, 68, 39–55.

Meggs, P. B. (1991). Historial del Diseño Gráfico. Trillas.

Shaw, P. (2020, mayo 30). The Definitive Dwiggins no. 81A—W.A. Dwiggins and “graphic design”: A brief rejoinder to Steven Heller and Bruce Kennett. Blue pencil. https://www.paulshawletterdesign.com/2020/05/the-definitive-dwiggins-no-81a-w-a-dwiggins-and-graphic-design-a-brief-rejoinder-to-steven-heller-and-bruce-kennett/