Tijuana, ciudad de migrantes (segunda parte)
20/06/2022
Autor: Juan Carlos Gazca Muñoz
Cargo: Estudiante de Relaciones Internacionales y presidente de Alas sin Fronteras, UPAEP

En esta segunda entrega, nos referimos a otras experiencias significativas que el grupo de estudiantes vivió en su viaje a Tijuana del mes de mayo de 2022.

Sin duda una de estas experiencias significativas fue la convivencia con los “muchachos de la casa” como Claudia Portela, directora del Desayunador Padre Chava, suele referirse a los albergados. En el “Desa” usualmente se atiende entre 800 y 1,200 personas diariamente en el servicio de desayuno, pero quienes se albergan en las instalaciones son unas 80 personas. Parte del trato es que los muchachos de la casa deben apoyar en el servicio de desayuno y en el mantenimiento de las instalaciones, por lo que durante la semana de visita, las estudiantes trabajaron con ellos en las distintas tareas del Desayunador.

“Antes de relacionarme con migrantes, solía creer ciertos estereotipos negativos que se dicen de ellos en los medios, pero cuando conocí, no migrantes, si no a Juan, Ever, Marlon, etc. comprendí que son personas, con los mismos derechos que nosotros, que dejan su casa y país no porque quieran aventuras, sino porque buscan mejores oportunidades para ellos y sus familias.”

-Alondra Carrillo, vicepresidenta de Alas sin Fronteras

En el tercer día del viaje se realizó una visita a la sede en México del U.S. Committee for Refugees and Immigrants (USCRI), un grupo de abogados que ayudan a los solicitantes de asilo con su proceso en Estados Unidos. El personal de USCRI accedió a ser entrevistado para el documental y el artículo mencionados en la entrega anterior. Ahí hablaron sobre el “Migrants Protection Protocols” (MPP) mejor conocido como el “Quédate en México”, programa impuesto a México por   el gobierno de Trump a partir de una amenaza arancelaria hecha en 2019. “Quédate en México” dicta que los solicitantes de refugio no mexicanos, deben permanecer en México durante todo su proceso bajo el discurso de que México es un tercer país seguro. Dicha estancia en México vulnera aún más al solicitante pues los procesos de resolución por las cortes estadunidenses pueden tardar varios meses incluso años, tiempo en el cual el desplazado vive en un tipo de limbo jurídico y material en las ciudades fronterizas del norte de México como Tijuana.

También conocimos a personas que fueron expulsadas de Estados Unidos a México bajo el “Título 42”, una medida tomada en pandemia por las autoridades estadounidenses, que dicta que, al detener a un inmigrante sin documentos en Estados Unidos, será devuelto a México por la frontera más cercana y no hasta su país de origen para evitar la propagación del COVID-19.

Posteriormente se realizó la visita a Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), donde Efrén González, director de la sede de Tijuana, ofreció al grupo estudiantil un recorrido por las instalaciones, la explicación del proceso para solicitar refugio en México y una entrevista para el documental. La oficina de COMAR en Tijuana es la más nueva y la única en el norte del país. Fue creada a raíz de la caravana de migrantes hondureños del 2019 y desde su apertura ha recibido miles de solicitudes de refugio, las cuales han ido en aumento año tras año, lo cual demuestra que existe un gran número de personas que comienzan a ver a México como un país de destino y no como uno de tránsito.

Una de las últimas actividades fue la visita al refugio “Don Bosco”, donde las estudiantes pudieron entrevistar a algunas mujeres en situación de desplazamiento forzado y también realizar actividades para los niños que tuvieron que migrar junto a sus familias. Anteriormente se pensaba que la migración era sólo para hombres, sin embargo, en los últimos años hubo un aumento exponencial del desplazamiento de mujeres, familias y menores no acompañados, sectores generalmente invisibilizados y severamente vulnerados, es por eso que el refugio abrió sus puertas   a principios de este año, buscando crear un ambiente seguro para ellas y ellos.

“Al inicio la gente no se acercaba mucho para las entrevistas, entonces empezamos jugando con los niños y luego platicando con las mujeres a la hora de la comida. Poco a poco se empezaron a animar a

las entrevistas y a abrirse con nosotras; ya para el segundo día el ambiente era muy bonito, nos recibieron con gusto y muchas contaron sus historias. Fue impactante el contraste entre el ambiente alegre de los juegos con los niños y las pláticas con las señoras, con las historias que ellas contaban durante las entrevistas pues la gran mayoría huía de la violencia hacia ellas o sus hijos.”

-Mildred Cedillo, estudiante de Relaciones Internacionales

Para concluir la experiencia el grupo visitó la zona de Playas de Tijuana, específicamente la llamada “esquina de México”, ese punto donde se cruzan el mar y la frontera con Estados Unidos. Es una vista impactante, llena de contrastes. Por un lado, está la parte turística como una playa cualquiera, llena de vendedores y músicos; pero también se trata de un punto lúgubre en el que múltiples personas han perdido la vida tratando de cruzar a Estados Unidos. Durante la visita coincidió que se encontraba ahí un colectivo de artistas que estaban realizando una intervención en el muro, un mural sobre los barrotes.

“Hace varios años el muro estaba lleno de cruces de madera que simbolizaban a las personas que murieron en el camino, era una vista muy impactante, porque eran tantas cruces que era imposible contarlas; sin embargo, hace algunos años fueron retiradas por algún gobierno en turno. A modo de continuar la protesta, diversos artistas comenzaron a realizar murales coloridos sobre el muro.”

-Juan Carlos Gazca, presidente de Alas sin Fronteras

Esta experiencia brindó múltiples aprendizajes tanto a nivel personal como a nivel académico y profesional. En un plano personal ayudó a humanizar la figura del migrante y a empatizar con sus causas, además de experimentar una realidad que generalmente le es ajena a los estudiantes universitarios; en cuanto al académico y profesional, demostró la diferencia de analizar algo desde la teoría a vivirlo en la práctica, experiencia que sin duda tendrá un impacto en nuestra epistemología como estudiantes de ciencias sociales y en nuestro desempeño profesional una vez que terminemos la carrera.

“La cercanía qué pudimos tener nos adentró un poco a la realidad de cada una de esas personas. En esta experiencia, quedamos inmensamente agradecidos a todos aquellos que nos dieron la oportunidad de servir y convivir con ellos, a todos quienes nos permitieron conocer un poco de su historia, sobre todo, a quienes nos enseñaron que toda persona, en cualquiera que sea su situación, debe ser tratado con respeto y dignidad. Que el mundo está allá afuera, donde siempre hay una situación más grande.”

Diana Laura Varela, estudiante de Relaciones Internacionales

“En general este viaje me enseñó que quienes gozamos de pequeños privilegios como, tener comida digna en la mesa todos los días, tener acceso a una ducha diaria, tener una cama para dormir, etc. no sabemos valorarlos y los damos por hecho, cuando existen miles de personas que no tienen las  mismas oportunidades que nosotros, por esto creo que la lección más grande que aprendí fue el agradecer todos los días por las pequeñeces que me da la vida y concebir a los migrantes como seres humanos y no como una estadística más.”

Alondra Carrillo, vicepresidenta de Alas sin Fronteras