La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto la existencia de problemas de salud mental a gran escala. Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que en México los problemas de salud mental se incrementaron en cerca de un 10% debido a los efectos de la pandemia. Sin embargo, si bien la crisis sanitaria exacerbó ciertas condiciones, la realidad es que éstas se han venido gestando desde tiempo atrás.
Se estima que a nivel mundial, uno de cada seis trabajadores ha sufrido problemas de salud mental en el trabajo. En México la situación es aún más grave con tres de cada diez trabajadores afectados de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Además, las mujeres presentan mayor incidencia que los hombres, especialmente en lo que se refiere a ansiedad y depresión. Debido al estigma asociado a la salud mental, los trabajadores normalmente no buscan tratamiento ni comunican su situación a sus jefes o compañeros de trabajo por miedo a que esto afecte su empleo. Asimismo, la mayor parte de las organizaciones no cuenta con personal capacitado para detectar y menos aún para atender problemas de salud mental, por lo que esta situación se invisibiliza.
Se han realizado estudios que establecen una clara correlación entre problemas de salud mental y el número de horas trabajadas. México es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más horas trabaja, donde más horas extras se realizan -muchas veces sin pago complementario- y con algunos de los salarios más bajos. La satisfacción con respecto a la vida en general es también un reflejo de los problemas de salud mental. La OCDE asegura que en nuestro país la satisfacción se ubica en 6 puntos, por debajo de la media que fue de 6.7.
La OMS ha establecido una serie de riesgos psicosociales a considerar, como por ejemplo, el hecho de que los trabajadores no cuenten con las habilidades necesarias para realizar un trabajo, o bien, que tengan habilidades especiales que no se les permita utilizar. Las cargas de trabajo excesivas, la falta de flexibilidad para seleccionar el horario que más les conviene, tener que asumir cargas adicionales cuando hay renuncias o despidos, las demandas de horas extra, la falta de oportunidades de trabajo en modalidades remota e híbrida, inciden también de forma importante en la salud mental porque pueden llevar al burnout además de que limitan las posibilidades de los trabajadores de socializar y tener espacios para la familia y el ocio.
Culturas organizacionales que favorecen comportamientos negativos, como el caso de poco apoyo a los colaboradores, falta de claridad sobre el rol a desempeñar, nulas oportunidades de crecimiento o promociones, falta de inversiones en capacitación y desarrollo, supervisión excesiva, condiciones de violencia, acoso, bullying, discriminación y exclusión, inciden de forma importante en la salud mental al igual que las condiciones de trabajo inseguro o insalubre.
Es esencial desarrollar una alfabetización sobre la salud mental, capacitando y formando a quienes se encuentran en puestos relevantes para que puedan apoyar a quienes tienen problemas y puedan crear ambientes que favorezcan el cambio, creando un verdadero sentido de comunidad, generando relaciones interpersonales profundas a través de la escucha activa, la atención y el interés hacia los otros.
Cuando se capacita a las personas sobre problemas de salud mental, es más fácil que puedan detectar algún problema en los compañeros, jefes y subordinados, y que los canalicen para que consigan apoyo. Algunas señales de alerta de problemas de salud mental incluyen una reducción importante en la productividad y en la socialización, cambios en el estado de ánimo y cambios emocionales de importancia, nerviosismo e incremento en la sensibilidad, pérdida de interés en ciertas actividades, mala memoria y comportamientos inusuales o atípicos, entre otros.
Desde la perspectiva de las empresas, resulta imprescindible detectar los principales estresores del trabajo, así como entender la forma en que estos estresores afectan la salud mental y qué se puede hacer para evitarlos, o bien para crear condiciones de menor estrés.
Hay que empezar por reducir el estigma sobre los problemas de salud mental, porque son más frecuentes de lo que se piensa. Trabajar en la promoción de la salud mental en el trabajo tiene múltiples beneficios. La salud mental positiva incide en la productividad, la satisfacción y también en la felicidad laboral. Y trabajadores más sanos y felices, generan mayores beneficios para las empresas.