En áreas de negocios es común el desarrollo de conceptos que mezclan distintas nociones para crear palabras clave o de moda comúnmente llamadas en inglés buzzwords. Tal es el caso de la palabra mentefactura, que resulta de unir mente con manufactura para hacer referencia al uso del capital intelectual como un elemento esencial en la intersección de procesos cognitivos y técnicas modernas de manufactura. Distintos autores han propuesto términos relacionados como mentofacturing, mindfacturing, o brainfacturing para referirse al valor del capital intelectual o la productividad hecha con la mente. Desde hace ya varias décadas se ha promovido trabajar de forma más inteligente en lugar de utilizar un mayor esfuerzo, particularmente físico. Se asume que las capacidades físicas de las personas son limitadas, sin embargo, el poder de la mente no lo es y siempre se puede aprender más, desarrollar nuevas habilidades y generar más ideas. La mentefactura se puede describir como un cambio del modelo productivo donde el capital intelectual es la base de la nueva riqueza de las naciones, soportado en el hecho de que la inteligencia humana es la clave para generar soluciones innovadoras y procesos fluidos de transformación, porque se basa en el sentido común y en legados de otros que nos precedieron.
La idea de la mentefactura fue desarrollada por el economista español y autor en temas de innovación Juan José Goñi Zabala como un modelo productivo para el desarrollo de las organizaciones donde el conocimiento es esencial para la construcción, la creación y la participación continuas. La idea sostiene que la innovación y la creatividad tienen un poder transformador para reforzar los factores tradicionales de producción y reactivar el capital intelectual. En la mentefactura, el trabajo se concibe desde la capacidad humana de generar ideas y de interactuar, de adquirir nuevos conocimientos e incluso, de gestionar adecuadamente las emociones.
Esta forma de reconsiderar el trabajo emerge de la economía basada en el conocimiento, donde los bienes y servicios se desarrollan con base en actividades intensivas en conocimientos, y tiene como particularidad que está soportada en la teoría relacional que genera una revolución de la reciprocidad y la colaboración. Además, permite una clara integración de las habilidades blandas (o people skills) con tecnologías de vanguardia, pero no deja de lado las tecnologías tradicionales (o low-tech), cuando estas generan mayor valor. Estas tecnologías son menos complejas, consumen menos recursos y tienen el menor impacto negativo a nivel humano y ambiental, desarrolladas bajo un concepto de progreso e innovación más sostenible, robusto y económico en términos de materiales y energía.
El término mentefactura pese a su valor mercadológico no es exclusivamente una campaña publicitaria, su aplicación se basa en el diseño de estrategias que permean incluso el ámbito de la política pública. La mentefactura tiene un claro enfoque social, educativo, medioambiental, e incluso gubernamental por ser un propulsor de crecimiento y de riqueza. Sin embargo, para que pueda llevarse a cabo de forma adecuada, se requiere de flexibilidad funcional, donde el trabajo es valorado por las ideas y soluciones que se generan y no por los roles o funciones que se cumplen, porque el conocimiento se construye de manera colaborativa, independientemente de los niveles jerárquicos
La educación superior juega un papel clave en el desarrollo de la mentefactura. Los contactos formativos tienen por objeto vincular mentes críticas y creativas, generar relaciones de valor para futuros empleos y producir ideas disruptivas. En cierto sentido, se reconoce a las universidades como las fábricas de los nuevos invisibles, que permitirán generar productos y servicios de muy alto valor a través de las relaciones. Durante los trayectos formativos, además de los conocimientos disciplinares, los estudiantes desarrollan la autogestión y la autoconfianza, la práctica intelectual y la actitud positiva hacia los riesgos, todo dentro de un sistema moral, que resulta en relaciones y experiencias de calidad. En el campo laboral, la mentefactura florece en empresas que guardan ciertas similitudes con las instituciones de Educación Superior y Centros de Investigación cuando ofrecen una formación cultural, intelectual y promueven un sentido de aventura y de descubrimiento.
Un ejemplo de la mentefactura como política pública en nuestro país es el caso de Guanajuato. El gobierno del estado definió a la mentefactura como parte del ADN empresarial a través de programas educativos y actividades de investigación e innovación dirigidos al desarrollo del talento y la vinculación de proyectos.
La mentefactura se combina con factores de la Industria 4.0 para generar industrias y sectores a prueba de futuro para promover un renacimiento industrial. Apoya el que la robótica y la inteligencia artificial ayude a las empresas a volverse más versátiles y competitivas al incorporar avances tecnológicos y reducir los costos, generando una competencia más inteligente de la que todas las empresas aprenden y se promueve el desarrollo de nichos de mayor valor.
Referencias
Goñi, J.J. (2013). Mentefactura. El cambio de modelo productivo, Innovar sobre los intangibles del trabajo y de la empresa. Ediciones Díaz de Santos.
Lavanderos, L. (Ed.). (2014). From Manufacture to Mindfacture: A Relational Viable Systems Theory: A Relational Viable Systems Theory. IGI Global.