Las matemáticas son una de las ciencias más antiguas cuya vigencia no parece desaparecer debido a descubrimientos e invenciones que han expandido sus aplicaciones. Y aunque las aportaciones matemáticas de Arquímedes, Tales y Euclides siguen siendo válidas en nuestros días, a 2000 años de distancia, es importante reconocer que la tecnología actual, y las facilidades que nos proporciona, no sería posible sin las matemáticas y su constante evolución. Por ejemplo, los avances en geometría fractal han mejorado nuestro entendimiento de la naturaleza, mientras que la probabilidad ha proporcionado un esquema para estudiar el azar y hacer más eficiente el uso de las computadoras. Y, aunque ya suena a cliché, la matemática impregna sigilosa, sutil y sorprendentemente nuestras actividades cotidianas por lo que es una poderosa herramienta para entender nuestro alrededor
Desafortunadamente, la matemática tiene la mala fama de ser inaccesible o elitista. En este sentido, la educación matemática implica una reforma de la enseñanza-aprendizaje de las matemáticas en el cual los docentes sean capaces de mostrar a sus discentes lo maravilloso de esta ciencia. Este reto implica un fuerte dominio conceptual, pero también una pasión por la búsqueda inagotable de la aplicación de la matemática en la vida cotidiana, con la firme convicción de que el manejo de datos, la interpretación de información y el análisis de gráficos dotan al individuo de una capacidad de entender el mundo que le rodea. A la par, el pensamiento matemático genera ciudadanos críticos para ejercer su libertad. Entonces, las matemáticas construyen a la persona al entender el mundo que nos rodea de una mejor manera y construir soluciones individuales o sociales. Platón decía que las matemáticas ayudan a buscar el bien pues se encuentran detrás del mundo científico y tecnológico; por ende, no hay nada más humano que la matemática en sí misma.
La matemática social estudia la vinculación de esta ciencia con las demás áreas del conocimiento, la vida cotidiana, personal, profesional y su interacción. Por ello, desde la praxeología matemática, hay que revisar la utilidad de éstas persiguiendo una matemática para la vida y para beneficio de la sociedad, enfocada al desarrollo humano mediante el incremento de la creatividad, la crítica y el análisis (Camarena, 2014). Es decir, contribuir a la formación integral del estudiante y, por ende, a la formación de mejores ciudadanos reconociendo a la educación como un sistema complejo inmerso en un mundo en constante transición y cambio, donde la toma de decisiones es fundamental. Así, en términos de Lonergan y Morín, se reconoce una dialéctica de la globalización, en el cambio y la crisis, con elementos antagónicos, pero a la vez concurrentes y complementarios. Esto permite la humanización de la educación matemática a través de la formación de espacios -ambientes de aprendizaje- donde se privilegie la comprensión de los objetos matemáticos, por encima de la mecanización (Lonergan y Morín citados en López Calva, 2010).
Importante reconocer que se requieren mover voluntades para cambiar formas de percibir la matemática. Justamente, mediante el diseño y planeación de situaciones didácticas mediadas por la tecnología que reten al estudiante, pero a la vez lo motiven a indagar, cuestionar, resolver, y comparar métodos de solución de problemas. Ello reclama al docente una constante preparación, actualización y sobre todo, deseo de cambiar la realidad en el aula donde prevalece un alto contenido matemático pero descontextualizado, donde el resultado pesa más que el proceso y donde la repetición y mecanización son el común denominador. Esto desemboca en altos índices de reprobación y, peor aún, una actitud negativa ante una ciencia que, por sí misma, se encuentra inmersa en todas las áreas de nuestra vida.
REFERENCIAS:
Camarena, P. (2014). La matemática social en el desarrollo integral del alumno. Innovación educativa, ISSN: 1665-2673 vol.14, número 65.
López Calva, M. (2010). Educación humanista. Una nueva visión de la educación desde la aportación de Bernard Lonergan y Edgar Morin, 3 tomos, México, Gernika, 2009. Revista Latinoamericana De Estudios Educativos, 40(1), 167-173.