La Crucifixión (Corpus Hypercubus) es una de las obras más emblemáticas de Salvador Dalí (1904–1989), artista reconocido por su talento, imaginación desbordada y personalidad excéntrica. A lo largo de su carrera, Dalí exploró una amplia gama de temas como el subconsciente, los sueños, la religión y la ciencia, integrando elementos clásicos con enfoques vanguardistas. Esta compleja mezcla de intereses se manifiesta de forma singular en esta pintura realizada en 1954.
En la obra, Cristo aparece suspendido en el centro de una cruz flotante compuesta por ocho cubos tridimensionales dispuestos en forma de un hipercubo (o teseracto). Para Dalí, Cristo es la cuarta dimensión y descansa en el centro de esta estructura geométrica que representa una figura del espacio de cuatro dimensiones proyectada en tres (Lázaro Reboll, 2004). Frente a la cruz se encuentra una figura femenina, identificada por algunos como la Virgen María, pero que también ha sido interpretada como Gala, esposa y musa del pintor. Esta figura está de pie sobre un suelo cuadriculado que muestra un cubo tridimensional desplegado, lo cual refuerza el simbolismo geométrico de la obra. El fondo del cuadro muestra un paisaje marino que, según diversos especialistas, corresponde a Cadaqués, el pueblo catalán donde Dalí pasaba sus veranos y que aparece frecuentemente en su obra (Gibson, 1997). La estructura de la cruz ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Una de ellas sugiere que Dalí se inspiró en las reglas matemáticas desarrolladas por Ramón Llull en la Edad Media y reinterpretadas por Juan de Herrera en su Discurso sobre la Figura Cúbica, donde se explora la expansión de figuras geométricas en dimensiones superiores (Revista Suma, 2004).
Desde un enfoque geométrico ascendente, se puede entender la construcción del hipercubo como una progresión dimensional: un segmento (1D) se expande para formar un cuadrado (2D), que a su vez se expande en profundidad para formar un cubo (3D). Al proyectarse en una cuarta dimensión, este cubo genera un hipercubo (4D). La cruz de Dalí representa el desdoblamiento tridimensional de ese hipercubo. Otra interpretación constructiva plantea que al añadir cuatro cuadrados a los lados de un cuadrado y uno adicional como tapa, se obtiene la figura que, al doblarse, forma un cubo. Análogamente, al agregar seis cubos a las caras de un cubo central (más uno adicional), se forma la cruz tridimensional que, al plegarse, formaría el hipercubo.
Desde una perspectiva descendente, cada figura proyecta una sombra o proyección en un espacio de menor dimensión: un cuadrado proyecta un segmento, un cubo proyecta un cuadrado, y el hipercubo proyecta la cruz tridimensional que Dalí pinta. Esta interpretación sugiere que tanto Cristo como la cruz representan realidades que trascienden nuestro espacio tridimensional, y que solo pueden percibirse al ser transformadas o encarnadas, como lo fue Dios hecho hombre y el hipercubo vuelto cruz en la Tierra.
En esta obra, Dalí utilizó el hipercubo como símbolo visual de la trascendencia divina. La figura de Cristo suspendida en una estructura imposible dentro del espacio euclidiano sugiere su presencia en una dimensión superior, inalcanzable por los sentidos humanos. De este modo, Corpus Hypercubus plasma la fusión de la ciencia, la fe y el arte, un intento de representar visualmente lo que está más allá de la percepción ordinaria.
Referencias
Gibson, I. (1997). La vida desaforada de Salvador Dalí. Ed. Anagrama.
Corrales, C. (2004). “Salvador Dalí y la cuestión de las dimensiones”. Revista Suma, num.47 pp 99-108, recuperado de: https://revistasuma.fespm.es/sites/revistasuma.fespm.es/IMG/pdf/47/099-108.pdfhttps://revistasuma.fespm.es/sites/revistasuma.fespm.es/IMG/pdf/47/099-108.pdf
Vaseghi, S, (2024)The grand equation of imagination: Salvador Dali´s Mathematical Surrealoscope. Recuperado de https://www.cantorsparadise.com/the-grand-equation-of-imagination-salvador-dalís-mathematical-surrealoscope-9a51d478cc61
Padilla, A. (2011), Hipercubo y la crucifixión. Recuperado de: https://es.scribd.com/doc/49665163/Hipercubo-y-la-crucifixion