Julieta Fierro, la científica que soñaba con ser hada para cambiar el mundo
06/11/2025
Autor: Dr. Luis Guadalupe Zárate López
Cargo: Escuela de Ingeniería Química Industrial

Julieta Fierro nació en la Ciudad de México el 24 de febrero de 1948. En pláticas, ella contaba que su amor por la ciencia estaba influenciado por los recuerdos de una madrugada, cuando aun siendo niña, su padre la cargó para ver por la ventana un cometa. Esa colita del cometa quedó grabada en su memoria para siempre.

De niña, Julieta tenía sueños sorprendentes: quería tener doce hijos, un elefante y ser trapecista. Curiosamente no le gustaba la escuela; solía escaparse y sacar malas calificaciones. Por desgracia, a los 13 años perdió a su madre y tuvo que ayudar a cuidar a su hermano menor, que solo tenía 11 meses y padecía síndrome de Down. Él fue su inspiración para aprender a explicar la ciencia de forma clara y sencilla, convirtiéndose así en su primer maestro para la divulgación de la ciencia. Con tales dificultades, algo cambió en ella y su estancia en la escuela se transformó. ¿Acaso era su refugio? ¡Un lugar donde encontraba amigos, buenos profesores y cosas que realmente le interesaban! Ahí comenzó a entender la vida de otra manera. Con un padre a cargo de cinco hijos y que valoraba la educación —aprendieron francés, piano, equitación y tenían muchos libros en casa— Julieta enfrentó un gran reto: la dislexia. Aunque amaba los libros, le costaba trabajo leer. Recordaba que su hermana le dijo: “Eres tontita, podrías estudiar Física”. No solo concluyó la licenciatura, sino que continuó con la maestría en Astronomía y luego el doctorado.

Su carrera como investigadora y profesora en la UNAM la hizo merecedora de numerosos reconocimientos, entre ellos: el nivel más alto en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), cuatro doctorados honoris causa, y la membresía honoraria en la Academia Americana de Artes y Ciencias, distinción que han compartido figuras como Albert Einstein y Charles Darwin. También recibió el Premio Kalinga de la UNESCO, siendo la primera mujer latinoamericana en obtenerlo.

Para Julieta Fierro, la divulgación era una vocación, un arte: hacer accesible lo complejo con palabras claras, metáforas y mucho humor. Ella no solo escribía; también bailaba, usaba disfraces y conquistaba audiencias en auditorios, parques, escuelas de todo el mundo... no importaba dónde: lo mismo en el Congreso de la Cd de México que en el metro o impartiendo talleres en una cárcel, ella compartía la ciencia con una sonrisa de empatía en el rostro. Fue autora de más de 40 libros para todas las audiencias. En 2004 fue elegida como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, algo extraordinario para alguien que enfrentó la dislexia.

Julieta Fierro murió el 19 de septiembre de 2025, dejando un legado que va mucho más allá de premios y títulos. A lo largo y ancho del mundo, contagió a innumerables personas. Estaba convencida de que la ciencia puede transformarse en esa “varita mágica” -su sueño de niña- capaz de transformar vidas, confortar y brindar felicidad. Como ella decía: “Lo increíble de la ciencia es que siempre cambia. La verdad no existe en ciencia. Dedicarse a ella es tener una fuente de felicidad inacabable”. Sus ideas resonarán cada noche que miremos el cielo, mientras sentimos esa maravillosa alegría de descubrir un universo que, paradójicamente, puede abarcar miles de años luz y, sin embargo, estar también al alcance de nuestra mano.