La contingencia sanitaria del COVID-19 ha cambiado la forma en que interactuamos con la intención de disminuir la propagación del virus SARS-COV-2. Así, la búsqueda de la sana distancia ha generado limitaciones a nuestro quehacer cotidiano. Sin embargo, al mismo tiempo, las restricciones impuestas a la movilidad y aglomeración de personas han acelerado la adopción generalizada de plataformas digitales para no detener por completo nuestras actividades sociales y productivas. Por ejemplo, el sector educativo es ejemplo de una transición relativamente exitosa de sus actividades en el contexto actual.
Aunque la transición hacia una enseñanza virtual fue relativamente sencilla gracias a las numerosas plataformas y aplicaciones educativas existentes, los entornos virtuales también han traído consigo nuevos retos. Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, los ambientes digitales han implicado lidiar con la visualización de la simbología propia de la asignatura y al mismo tiempo lograr la comunicación de razonamientos secuenciales e interconectados.
Por lo anterior, es necesario repensar la enseñanza de las matemáticas en un escenario donde las plataformas digitales cobrarán cada vez mayor importancia. En este sentido, podemos pensar a las pizarras digitales como sustitutos de las pizarras tradicionales. Ellas nos permiten replicar interacciones con los estudiantes, y al mismo tiempo realizar, simultáneamente, aquellos procesos matemáticos donde los estudiantes requieren acompañamiento. Sin embargo, esto no es suficiente en un entorno menos controlado al salón de clases tradicional. Por consiguiente, respecto al aprendizaje matemático, la incorporación de aplicaciones digitales no es suficiente. Es importante tener presente la necesidad de modificar las prácticas (estrategias de aprendizaje), estructuras (la normatividad dentro del curso) así como la cultura educativa (que esperar en este nuevo entorno).
Es claro que la incorporación de elementos virtuales en la enseñanza matemática reduce la libertad que el aula tradicional le proporciona a la simbología y métodos matemáticos. Sin embargo, también abre la oportunidad de aligerar la carga cognitiva del estudiante mediante la incorporación de conceptos, calculadoras, experiencias, imágenes, y otros elementos que se pueden encontrar fácilmente en Internet y que pueden proporcionar experiencias de aprendizaje individual. Por ejemplo, las calculadoras gráficas permiten al estudiante modificar elementos geométricos a su antojo y visualizar de manera instantánea el impacto que ocasiona la modificación de variables, parámetros y sus relaciones.
Aunque la virtualización de la enseñanza de las matemáticas implica la adaptación de un lenguaje formal a un lenguaje virtual, esta no es imposible. Sin embargo, es necesario encontrar una distribución balanceada entre actividades individualizadas y colectivas.