Etimológicamente, sabemos que ingeniero se puede definir en términos simples como aquella “persona que ejerce la profesión o el oficio del ingenio.” Y a pesar de la simpleza de la definición anterior, ella encierra el quehacer básico de cualquier ingeniero. Sin importar si su apellido es químico, eléctrico o mecánico, los ingenieros están llamados a ser entes transformadores que apliquen su ingenio en la solución de problemas.
Durante décadas, la formación de los ingenieros en las instituciones de educación superior se ha centrado en el desarrollo de competencias técnicas relacionadas con el tronco disciplinar propio de cada ingeniería. Sin embargo, el quehacer cotidiano demuestra que el contexto social y laboral contemporáneo demanda profesionales que respondan de manera efectiva a los retos actuales y no sólo se limiten a la disciplina. Es decir, deben contar con habilidades transversales que faciliten su éxito en la vida. Esta situación representa una oportunidad para que las universidades generen modelos curriculares que se caractericen por ser más interactivos, colaborativos y centrados en el aprendizaje significativo de los estudiantes, y no solo en la transmisión de conocimientos teóricos.
En este sentido, la Universidad Estatal de Oklahoma (Oklahoma State University, OSU), institución hermana de UPAEP, se encuentra implementando un modelo innovador en la formación interdisciplinaria de los estudiantes de ingeniería a través del Proyecto Endeavor. Este enfoque se basa en la generación de proyectos cortos que involucran a estudiantes de diferentes áreas de la ingeniería para el diseño de dispositivos y la solución de problemas típicos del quehacer ingenieril. Por ejemplo, la construcción conjunta entre estudiantes de ingeniería química, mecánica y civil de una columna de destilación en miniatura; o la construcción de un robot que involucra la participación de ingenieros eléctricos y mecánicos. Con esto se demuestra que los jóvenes hoy aprenden haciendo las cosas pues se brinda una vivencia clara del esquema de trabajo colaborativo imperante en el medio industrial real.
El enfoque anterior ha demostrado ser efectivo en el desarrollo de competencias técnicas propias de cada área de la ingeniería. También presenta ventajas importantes en el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo colaborativo, la productividad y el aprendizaje autodidacta que se requiere a lo largo de la vida. La contribución más importante de esta experiencia es que los futuros ingenieros son capaces de trasladar estas herramientas a su comunidad y lograr una transformación efectiva que va más allá de su ejercicio profesional.
Finalmente, es importante destacar que el modelo ideado por OSU, puede ser replicable en cualquier universidad y puede extenderse a profesionales fuera del campo de la ingeniería, por lo que representa una opción viable y atractiva para la formación de los futuros ingenieros.