La cara oculta de la hospitalidad: el estrés laboral en el turismo global
01/10/2025
Autor: ESTEFANIA FLORES MARTINEZ

Por mucho que la industria del turismo y la hospitalidad sea sinónimo de viajes, sonrisas y experiencias inolvidables, quienes sostienen ese engranaje viven una realidad muy distinta: la del estrés laboral constante. Mientras los turistas descansan, los trabajadores de hoteles, restaurantes y aerolíneas enfrentan jornadas interminables, clientes difíciles y una incertidumbre laboral que no conoce temporadas bajas.

Hablar de hospitalidad es hablar de sonreír, incluso cuando no queda ánimo. El llamado “trabajo emocional”, que consiste en ocultar el cansancio y fingir entusiasmo frente al cliente, es uno de los factores más desgastantes. ¿Cuántas veces un recepcionista o un mesero ha debido guardar su frustración para no perder la propina o, peor aún, el empleo?

Este esfuerzo se suma a las jornadas maratónicas y los horarios rotativos que impiden descansar o conciliar la vida personal. Para muchos jóvenes que ingresan al sector, la ilusión dura poco: lo que parecía una aventura termina convirtiéndose en una carrera de resistencia contra el agotamiento. Y el precio del estrés no se paga solo con cansancio. Estudios internacionales señalan que 8 de cada 10 empleados del sector turístico han sufrido problemas de salud mental a lo largo de su carrera. Ansiedad, depresión, insomnio, dolores musculares e incluso afecciones cardíacas son parte de la factura invisible.

El problema, sin embargo, no se limita al colaborador: afecta también a la industria. ¿Cómo ofrecer un servicio de calidad si quien lo presta está al borde del colapso? Algunas cadenas internacionales, como Marriott, Hyatt o Accor, han comenzado a implementar programas de bienestar, asesoría psicológica y esquemas de flexibilidad laboral. Pero lo cierto es que el sector necesita más que iniciativas aisladas: requiere reformas estructurales.

Mejorar salarios, garantizar descansos, reducir la precariedad contractual y, sobre todo, reconocer que el bienestar de los colaboradores no es un lujo sino la base de un turismo sostenible, debería ser la verdadera agenda de la hospitalidad global.