Juan Pablo Aranda Vargas, nuevo miembro de la Red de Pensamiento Social Cristiano, perteneciente a la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL)
Con una basta experiencia en el área de teología política, el Dr. Juan Pablo Aranda Vargas, recientemente fue nombrado miembro de la Red de Pensamiento Social Cristiano de la ODUCAL, en donde buscará no solo impulsar la red de colaboración que este organismo y la UPAEP tienen, sino también en la generación de conocimiento.
Cabe señalar que, con este nombramiento, la universidad ya cuenta con participación en 13 de los 15 grupos que son parte de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe.
“Estamos participando también en la Asamblea Eucarística que se está preparando y que se va a llevar a cabo en noviembre, un proceso de escucha que trae la Iglesia Latinoamericana maravilloso que estará abierto al diálogo para conocer qué es lo que está mal y esto lo hace a través de una gran cantidad de comités y grupos”, explicó el académico.
Agregó que esta es una red, una alianza magnífica con la que la Universidad tiene una gran cantidad de proyectos conjuntos y lo que los mueve es tratar de llevar el punto de vista católico a las aulas y buscar formar en ese sentido.
“La verdad es que en América Latina tenemos un gran defecto que es nuestro pasado colonial, en México no se hace teología, los laicos no hacemos ni estudiamos teología, creo que en eso Lutero y los protestantes nos llevan una gran ventaja. Las escuelas de teología en Canadá y Estados Unidos están llenas de gente y por alguna razón en México y América Latina ignoramos la teología. Una de las cosas que este grupo representa para mí es la oportunidad de empezar a pensar en serio en la teología desde el punto de vista de los laicos”, expresó.
Aclaró que ello no implica que los laicos se revelen, sino más bien es la capacidad de decir que sí existen voces que tratan de hacer pensamiento cristiano sin radicalismos, con una postura completamente abierta, de fidelidad al papado y a la tradición bien entendida, pero sin renunciar al derecho de criticar lo criticable dentro de la Iglesia, “lo cual no es un derecho, es una obligación de los laicos que simple y llanamente se nos ha pasado”.