La Fundación Casa Rural Val di Non, le abrió las puertas a la joven estudiante para realizar sus prácticas profesionales donde desarrolló sus talentos y puso en alto el nombre de la Institución.
Durante toda su carrera había anhelado realizar un intercambio internacional para ampliar sus horizontes y perspectiva, pero no fue sino hasta Verano de 2021 –en plena pandemia– que a Daniella María Álvarez Lorenzini, estudiante de Humanidades y Gestión Cultural de la UPAEP, se le abrieron las puertas para desarrollar sus talentos en el Festival Kino organizado por la Fondazione Cassa Rurale Val di Non, con sede en Italia.
“Todo comenzó en el 2020, en enero antes de la pandemia, gracias a que una prima que vive en la región del Trentino conoció a una gestora cultural que trabaja para la Fundazione Cassa Rurale Val di Non quien le comentó que necesitaban a alguien que les ayudara durante una muestra del Barroco en Verano de ese mismo año”, relató Daniella Álvarez.
Dado que Daniella había realizado su servicio becario con la Dra. Robin Ann Rice, investigadora de la UPAEP, estudiando a las mujeres en el Barroco, contaba con una buena carta de presentación y el perfil ideal para realizar sus prácticas profesionales con la Fundazione.
No obstante, la situación por la pandemia le impidió hacerlo, pero no quitó el dedo del renglón, un año más tarde le dieron la opción de participar en un festival para revalorizar la figura del Padre Eusebio Francisco Chini, mejor conocido como Padre Kino, jesuita, astrónomo, cartógrafo, geógrafo y misionero, reconocido en el norte de México y sur de los Estados Unidos.
“Nació en Segno, en la Val di Non, pero es más conocido en México que en su tierra natal, entonces, necesitaban a una persona que tuviera un perfil de Humanidades y de Gestión Cultural que hablara español para apoyar en este Festival”, compartió Daniella Álvarez.
Como parte de sus actividades en la realización del Festival Kino, Daniella participó en la edición del Video Mapping, un docu film que se proyectó en la comunidad de Cles sobre el padre Kino. “No fue en la parte técnica, sino en la conceptual, aportando ideas sobre la música y a resaltar los rasgos encaminados a proyectar no solo al padre Kino en sí, sino a las comunidades indígenas en las cuales él instituyó las misiones”.
Asimismo, participó en la logística de la muestra difusa desde la entrega, el embalaje, “fue una parte muy bonita porque no solo conocí el resultado final de la muestra, sino también el proceso, el cuidado de las piezas y cuestiones legales de transportar las piezas del museo a las distintas sucursales de la Fundazione”.
Otra actividad fue Aperikino vista Lago, la cual se desarrolló con el propósito de ampliar el público y atraer no solo a personas mayores sino también a jóvenes.
“En Trento, es muy popular realizar el aperitivo, en vez de tomar el café van por un aperitivo, entonces, querían algo fresco pero que tuviera que ver con los lugares donde el Padre Kino había estado, es decir México y Estados Unidos. Me tocó elegir los snacks: burritos, guacamole, guisado con carne y salsa, acompañados de cerveza Corona”, describió.
Del aprendizaje que obtuvo de esta experiencia internacional, que además le valió para liberar sus prácticas profesionales en la UPAEP, destacó que aprendió mucho de toda la labor de evangelización que el Padre Kino realizó en comunidades indígenas del norte de México, pues supo respetar las formas de vida de la gente; además, dijo en lo personal esta estancia en Italia le sirvió para reconectar con su pasado, ya que sus abuelos emigraron justamente de la zona de Trentino.
“Fue como una catarsis porque encontré en el padre Kino mis dos raíces culturales, tanto la mexicana como la trentina, eso fue muy bonito para mí. Incluso cuando me presentaba la gente de la Fundazione, les gustaba esta fusión de Álvarez y Lorenzini, fue muy especial para mi participar en algo así”, confesó.
Por otro lado, dijo, en lo académico y profesional, el colaborar en el Festival Kino, le dio la oportunidad de conocer la forma en cómo se realiza un proyecto no solo nivel administrativo sino también conceptual.
Aunque su viaje estaba planeado para cubrir sus 100 horas de prácticas profesionales, su estancia se alargó a tres meses y gracias a ello, Daniella pudo también realizar más actividades, no como lo tenía planeado por las restricciones por la pandemia, pero le dio la oportunidad de participar en otro evento cultural que se fusionaba a su segunda carrera que es la Danza Clásica: la Festa de la Danza con el primer bailarín de la escala de Milán Roberto Bolle.
“Fue muy impresionante para mi participar en esta edición, fue un evento dirigido a un público amplio, tenía un matiz de democratización de las artes, donde toda persona que practica danza, ya sea en nivel amateur o profesional o semi profesional podía participar. Había cupo limitado y debía cumplir con ciertos requisitos legales, que gracias a Dios cumplí. Conocí coreógrafos de la escala de Milán, así como bailarines que estaban en la Academia”.
En este sentido, Daniella Álvarez envió un mensaje a sus compañeros que desean realizar un intercambio a no limitarse por el idioma, a esmerarse por apréndelo antes de elegir el lugar en donde desean estudiar, pero sobretodo a ser valientes, a salir y a enfrentarse a todas esas barreras que les enriquecerán de una u otra forma.
“No veo la hora de regresar, quiero fortalecer el idioma, me gustaría hacer un posgrado en Gestión Cultura y me gustaría trabajar en un museo también”, finalizó Daniella respecto de sus planes a futuro.