Una trayectoria forjada en disciplina: Jaime Hernández cierra su elegibilidad
17/12/2025
Autor: Hugo Quintero
Foto: Misraim Álvarez

Fue parte del Campeonato Nacional por Equipos Juvenil C de la CONADEIP de natación

Con la misma disciplina con la que entrenó cada día y el compromiso que lo distinguió dentro y fuera del campo, Jaime Hernández concluye su elegibilidad como jugador de las Águilas UPAEP, cerrando una etapa que dejó huella no solo en lo deportivo, sino también en lo humano y profesional.

Jaime llegó a la universidad en 2017 con una idea clara: el alto rendimiento no se improvisa. Desde su primer contacto con el equipo representativo entendió que portar el escudo de UPAEP implicaba responsabilidad, constancia y una conducta congruente con los valores institucionales. Representar a la universidad significó para él asumir un compromiso integral: rendir al máximo en el deporte, responder en el aula y conducirse con disciplina en cada espacio.

Portar el uniforme de las Águilas fue, en sus palabras, un acto de identidad, orgullo y gratitud. Cada competencia representó la oportunidad de estar a la altura de una institución que le brindó apoyo, confianza y las herramientas para crecer. Más que una prenda, el uniforme simbolizó una exigencia permanente: dar siempre un poco más.

Entre los logros que marcaron su trayectoria destaca el Campeonato Centroamericano CCCAN 2024, donde cumplió el sueño de representar a su país y obtuvo el segundo lugar en los 200 metros dorso. Más allá de la medalla, ese resultado confirmó una convicción que guió toda su carrera: insistir, persistir y no desistir. Fue la síntesis de años de preparación física, fortaleza mental, disciplina técnica y confianza en el proceso.

Su camino deportivo estuvo lleno de aprendizajes. Desde temprana edad entendió que el talento no es suficiente y que el verdadero crecimiento nace de los momentos difíciles. Aquella primera competencia nacional, que le mostró lo lejos que estaba del nivel al que aspiraba, se convirtió en un punto de quiebre que transformó esfuerzo en hábitos, motivación en compromiso y sueños en objetivos sostenidos.

A lo largo de su etapa universitaria, Jaime evolucionó no solo como atleta, sino como persona. Pasó de entrenar por ganas a hacerlo por responsabilidad; de competir contra otros a exigirse a sí mismo todos los días. Esa evolución hoy se refleja en una mentalidad de alto rendimiento que trasciende lo deportivo y se proyecta en su vida profesional: organización, enfoque, manejo de presión y constancia.

En ese proceso, el acompañamiento de sus entrenadores fue clave. Cada uno aportó técnica, estrategia, exigencia y carácter, reforzando una enseñanza fundamental: los entrenadores forman personas, no solo deportistas. En UPAEP, Jaime aprendió que la excelencia se construye cuidando los detalles y sosteniendo el esfuerzo cuando el cansancio aparece.

Combinar el deporte de alto rendimiento con la vida académica fue uno de sus mayores retos. Entrenar, estudiar, cumplir y rendir exigió una disciplina real, de esa que se pone en práctica cuando el calendario está lleno y el margen de error es mínimo. Esa formación integral es hoy una de las mayores fortalezas que UPAEP deja en sus estudiantes-deportistas.

Al concluir su elegibilidad, Jaime no habla de un final, sino de una transición. Cierra una etapa con orgullo y abre otra con enfoque, decidido a trasladar los hábitos, la mentalidad y la ética de trabajo que forjó como Águila a su siguiente desafío profesional. Seguirá compitiendo, ahora en otros escenarios, con la misma convicción que lo acompañó en cada entrenamiento.

UPAEP representa para Jaime un antes y un después: el lugar donde se exigió más de lo que creía posible, donde construyó carácter y donde entendió que la constancia abre puertas reales. Su historia es reflejo del modelo formativo de la universidad: formar personas íntegras, disciplinadas y comprometidas con la excelencia.

Hoy, Jaime Hernández se despide de la cancha, pero no de la identidad. Porque ser Águila no termina con la elegibilidad: se queda para toda la vida.