Depotenciar el poder
01/04/2023
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Foto: Director General de Innovación en Modalidades Educativas

Sé que el título de este mensaje pudiera parecer una contradictio in terminis, pero he tenido cada vez más una actitud crítica hacia la lógica del poder contrastada por una lógica del servicio. Quepa una aclaración: no tengo la intención de que esta columna tenga un carácter moralizante, más bien intento clarificarme a mí mismo algunas ideas, trato de hacer una autocrítica e invitar a todos a reflexionar sobre el tema para, literalmente, darle la vuelta a la tortilla.

 

  1. El poder es una habilitación. Cuando uno está capacitado o habilitado (física, mental, económica, emocional, académicamente....) para algo, decimos que tiene el poder para realizarlo. La tradición universitaria alemana, por ejemplo, pide que después del doctorado, los candidatos a ser profesores de universidad, presenten una disertación defendiendo alguna tesis que, de ser aprobada por el colegio docente, los habilita. De modo similar, todos y cada uno de nosotros estamos habilitados a un sinfín de actividades.

 

  1. Esta habilitación se puede ejercer en dos lógicas distintas: la del poder "sobre…" o la del poder "para…" La prueba de que la primera de las lógicas tiene gran aceptación, es que creemos que nuestros gobernantes y nosotros mismos, cuando estamos en algún puesto directivo, consideramos que la materia sobre la que versa nuestra autoridad son las libertades de nuestros colegas, a los que, sin dudar, llamamos "subordinados". La otra lógica es la que hace del poder un servicio, es decir, el poder se ejerce (durante un lapso de tiempo), en favor de otro. Ambas partes de la segunda acepción son importantes: el poder tiene que favorecer, ser en favor de... y, por otra parte, nunca será legítimo que el único beneficiado del poder sea el mismo sujeto investido de poder.

 

  1. Todos estamos en situación de poder. De alguna u otra forma todos somos docentes, tutores, investigadores, administrativos, directivos... A mi parecer, el más serio problema del poder, no es el que se aspire al poder, sino que de hecho ya todos lo detentamos. La tentación del "poder sobre…" no atañe exclusivamente a un Presidente o a un Rector, compete a mi hijo en sus relaciones con su hermana, o al de un asistente al decidir si pasa o no un recado, al de una profesora con el poderoso instrumento de la lista de calificaciones, al de un director al autorizar un pago, etc. La noción de poder como "poder sobre…" está en la epidermis de todo el tejido social que conformamos en hogares, trabajos, universidades, etc.

 

  1. Debemos depotenciar esta noción de poder entendida como "poder sobre…" No propongo un anarquismo académico, sino un volver a comprender la academia como una ocasión privilegiada de servir. La lógica del "poder sobre…" es, además de perversa, imperceptible. Una sonrisa, un mail, una firma, una frase, un cabildeo... todo puede ser ocasión de someter voluntades o ganar favores personales. Por el contrario, la lógica del servicio va por otra dirección: el ejercicio de mis dotes es para otro; estoy habilitadopara el otro.

 

  1. Por último, sería contradictorio imponerla depotenciación del poder. Pero no es nada descabellado proponer el ejercicio del poder en clave de servicio, es decir, el que todos, en serio y con valor, nos atrevamos a repensar, en comunidad, las formas concretas para tirar el ídolo del poder tal como típicamente se entiende y vive en muchos ambientes. ¡Cuán diferentes serían muchas actividades si todosnos arriesgamos a servir!

 

A continuación, unas preguntas incómodas a modo de "termómetro del servicio" de quienes tienen “poder” en una universidad:

 

  1. ¿Conocemos los problemas de nuestros colegas? ¿Conocemos y nos enorgullecemos de sus éxitos?
  2. ¿Nos interesan los alumnos y les destinamos tiempo extra a hablar con ellos?
  3. ¿Podríamos afirmar que quien deja nuestros cubículos, sale mejor que como entró?
  4. ¿Creemos que no es digno sacar copias, servirle un café a un compañero, ir a su oficina en vez de que él venga a la nuestra?
  5. ¿Cómo tratamos a los más vulnerables de la comunidad educativa?
  6. ¿Hay discrecionalidad o poca transparencia en nuestras acciones y decisiones laborales?
  7. ¿Somos los primeros en arrimar el hombro y los últimos en salir en la foto? 
  8. ¿Somos de los primeros en abrir el changarro y de los últimos en cerrarlo?
  9. Ante un fallo, ¿tendemos a justificarnos y dar razón de nuestro actuar o humildemente aceptamos y emprendemos el cambio?
  10. ¿Nos adheriríamos a proyectos de transformación de vidas y de sociedades en los cuales no hubiera reflectores, fama, crédito y reconocimiento?



Empezando por mí, creo que andamos fallos en más de un punto. Bueno... pues a comenzar, ¡a comenzar a servir!