Las democracias en el mundo actual
11/11/2022
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Foto: Decano de Ciencias Sociales

Un tema que se está discutiendo ampliamente en estos días en México es la reforma electoral que plantea realizar el Presidente de la República. Para situarnos en el contexto de las actuales democracias en el mundo, analizaremos brevemente cuáles son los tipos de régimen (pues la democracia es uno de ellos) que se encuentran en el escenario internacional.

Para entender cuán democrático es el mundo hoy en día, primero se debe definir qué significa "democrático", es decir, qué hace que un Estado sea democrático y otro antidemocrático o autocrático. Como todos sabemos, el origen de la palabra es el griego antiguo: "democracia" consta de demos - la gente normal, los ciudadanos - y krateín - la regla, el poder. La democracia es literalmente el "gobierno del pueblo". Por su parte, la autocracia (del griego antiguo “autokráteia”, es decir, “autogobierno”, de autós (“uno mismo”) y krateín (“gobernar”) es un tipo de régimen político (es decir, una forma de llegar al poder, de ejercerlo y de dejarlo) en la que un individuo o grupo de personas ejerce un poder político descontrolado, no sujeto a restricciones constitucionales.

Sin embargo, no ganamos mucho con estas definiciones generales para un análisis empírico comparativo, por lo que hay que irnos más al fondo. Una forma de categorizar los regímenes en todo el mundo es partir de la comparación, como en el caso del llamado “Esquema de Regímenes del Mundo” (Regimes of the World-Schema: RoW), que divide a los Estados de todo el mundo en cuatro categorías: dos formas de autocracia (regímenes no democráticos) y dos formas de democracia.

En las llamadas “autocracias cerradas”, una persona o un grupo de personas ejercen el poder sin control de parte de ninguna instancia, por lo que se trata de dictaduras clásicas, en donde la población carece de todo tipo de libertades cívicas y políticas. En contraste, una autocracia electoral tiene elementos parcialmente democráticos. Por ejemplo, estos países tienen elecciones por ley, pero en realidad no son ni libres, ni transparentes, ni competidas, ni justas. Las elecciones se describen como "justas" cuando todos los partidos están en competencia leal entre sí, los competidores políticos no son amenazados sistemáticamente por los ganadores y los gobernantes, ni se les impide de facto participar en las elecciones. 

Las dos formas democráticas de gobierno, por su parte, se caracterizan por elecciones en las que más de un partido puede ser elegido libre y equitativamente y en las que los partidos han experimentado ya la derrota, sin que eso ponga en peligro al sistema político. Pero aquí también hay diferencias cualitativas: en las democracias electorales, las elecciones son libres y justas, pero el desarrollo institucional aún es inmaduro, como se aprecia en la separación de poderes, que no está completamente desarrollada, por lo que el jefe de Estado está sujeto a poco o ningún control por parte del poder judicial o del legislativo. En la democracia liberal, por su parte, los ideales e instituciones democráticos básicos se implementan de manera más efectiva, es decir, en la forma de un Estado constitucional fuerte con separación de poderes y derechos civiles claramente definidos y totalmente respetado. Además, en un régimen democrático liberal, el Estado es capaz de proteger a las minorías de manera efectiva y garantizar que se gobierne no sobre ellas, sino con ellas.

A principios de 1900, las autocracias cerradas eran la norma global, pero desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1945) y, más tarde, después de la Guerra Fría (1991), la cantidad de democracias ha aumentado. significativamente. En 2020, según la categorización del RoW, había un total de 87 países autocráticos y 92 democráticos (25 autocracias cerradas, 62 autocracias electorales, 60 democracias electorales y 32 democracias liberales). Por lo tanto, la mayoría de los países eran democráticos, incluso si la autocracia electoral era el más común de los tipos de gobierno que se distinguen aquí. Entonces, ¿podríamos decir quizá que la democracia en realidad no está en crisis? Para poder responder a esta pregunta tenemos que mirar más de cerca para poder diferenciar.

Si se quiere examinar el desarrollo de la democracia en todo el mundo ya lo largo del tiempo, es importante saber cuántas personas disfrutan realmente de las correspondientes libertades democráticas. Hay que averiguar qué porcentaje de la población mundial ha vivido en cada uno de los cuatro tipos de régimen a lo largo del tiempo. En 2020, por ejemplo, el 68% de la población mundial vivía bajo un régimen autocrático. Más específicamente, el 25% de la población mundial vivía en autocracias cerradas, el 43% en autocracias electorales, el 19% en democracias electorales y solo el 14% en democracias liberales. El fuerte aumento observado en los últimos años en la proporción de la población mundial que vive en autocracias electorales tiene que ver, en parte, con el hecho de que países muy poblados como India (que, con sus 1 370 millones de habitantes es llamada “la democracia más grande del mundo”) o Turquía han sido clasificados como regímenes autocráticos. Así que podemos constatar, tristemente, que el grado de democracia que disfruta el ciudadano global promedio ha caído en 2020 a niveles que se vieron por última vez en 1990.

También podemos afirmar que el número de países (y, por lo tanto, la proporción de la población mundial) en las dos categorías intermedias (autocracia electoral y democracia electoral) ha aumentado constantemente desde el final de la Guerra Fría. Esto es motivo de preocupación, ya que la evidencia empírica ha demostrado que los países situados entre una autocracia dura y una democracia consolidada son más vulnerables a la inestabilidad política y al conflicto social. Su base institucional suele ser relativamente joven e inestable, por lo que generalmente está sujeta a cambios frecuentes. Esto los hace más vulnerables a la desestabilización política, a los desórdenes y a las crisis económicas. Aunque las instituciones democráticas que funcionan plenamente tienen mecanismos para la resolución pacífica de conflictos, estos mecanismos y procesos democráticos primero deben ser instaurados y luego aprendidos, valorados y aceptados por los ciudadanos, de tal manera que estén incluso decididos a defender esos mecanismos democráticos en caso de surgir una amenaza. Tales procesos generalmente toman tiempo, a veces mucho tiempo. Las investigaciones demuestran que cuanto más tiempo ha sido democrático un país, menos probable es que experimente un conflicto armado interno; además, cuanto más tiempo haya tenido el país un régimen democrático, menor será el riesgo de que sus instituciones políticas colapsen y sucumban al autoritarismo.

Entonces, ¿qué tan democrático es el mundo actualmente? La respuesta inmediata es: no tan democrática como hace diez años. Aunque el 52% de todos los países eran democracias, la mayoría de la población mundial (68%) vivía en autocracias. ¿Cómo se puede explicar esto? Una mirada más cercana al desarrollo de los tipos de régimen político a nivel global entre 2010 y 2020 revela tendencias significativas. El llamado Índice de Democracia Liberal (Liberal Democracy Index, LDI) se utiliza para medir el nivel de democracia. Por un lado, mide qué tan bien está arraigado el concepto de democracia electoral en un país; pero, por otro lado, también incluye un análisis de las restricciones constitucionales a las que están sujetos los gobiernos para proteger los derechos y libertades personales, así como una evaluación de las instituciones que garantizan la separación de poderes y los pesos y contrapesos institucionales. El concepto de “democracia electoral” cuestiona hasta qué punto se llevan a cabo elecciones plurales limpias, libres, transparentes y justas; en qué medida se garantizan la libertad de expresión y reunión, el acceso a fuentes alternativas de información y el derecho al voto; y la medida en que la política del gobierno está determinada por los representantes políticos electos libremente.

La escala LDI comienza en 0 (más antidemocrático) y termina en 1 (más cercano al ideal de democracia liberal). Entre 2010 y 2020 se pueden observar pequeños desarrollos positivos o negativos en un gran número de países, pero también se puede observar un desgaste significativo de las instituciones democráticas en algunos países. Un ejemplo de ello es que, por primera vez, dos Estados miembros de la Unión Europea, Polonia y Hungría, están al frente de los "autocratizadores", registrando un cambio en el LDI de −0.34 y −0.32, respectivamente, entre 2010 y 2020, lo cual es un deterioro considerable. Así que, desde 2019, Hungría ya no se clasifica como una democracia de acuerdo con el esquema del RoW, lo que lo convierte en el primer Estado de la Unión Europea considerado como autocrático; esta es una de las razones por las que Hungría se ha convertido en un dolor de cabeza para la UE, por ejemplo, en su negativa a aplicar sanciones a Moscú por la invasión a Ucrania. Serbia y Turquía, dos de los países que limitan directamente con la UE, también se encuentran entre los países con las tendencias de autocratización más fuertes. Es particularmente sorprendente que grandes economías como Brasil, la Federación Rusa, India, México y Turquía (y hasta cierto punto incluso los EE. UU.) hayan visto un retroceso en las libertades civiles y los derechos políticos o estén enfrentando amenazas graves al Estado de Derecho. En el caso, de Brasil, aunque Bolsonaro haya perdido las elecciones, el país se encuentra marcadamente dividido, lo que es también una amenaza para la conservación de la democracia, de sus instituciones y de una cultura política respetuosa del Estado de Derecho. Además, países muy poblados de Asia, tales como Tailandia o Filipinas, también han experimentado un deterioro en su nivel de democracia. En esta columna ya hemos tocado el tema filipino, como recordarán mis cuatro fieles y amables lectores. En el África subsahariana, las instituciones de Mali, Benín, Botsuana y Zambia se han movido cada vez más hacia la autocracia, desafortunadamente.

Pero también hay algunos casos positivos de desarrollo hacia la democracia liberal, aunque sean escasos. En varios países, el nivel de democracia liberal mejoró entre 2010 y 2020, particularmente en Túnez. Desde el comienzo de la Primavera Árabe en 2012, Túnez se ha convertido en un caso notable de transición exitosa de una autocracia electoral a una democracia electoral. En Europa del Este y Asia Central, Armenia y Georgia también han podido mejorar su nivel de democracia. Al sur del Sahara, Níger y Gambia han experimentado un desarrollo positivo hacia la democracia electoral desde 2010, y también se han observado mejoras en las instituciones democráticas en Madagascar. Dos casos particulares son Corea del Sur y Ecuador, donde la democracia se ha mantenido firme a pesar de un proceso continuo de autocratización, por lo que se ha podido evitar el colapso de la democracia. En Ecuador, por ejemplo, fue una movilización masiva de la sociedad civil a favor de la democracia la que desempeñó un papel esencial en la prevención del quiebre de las instituciones democráticas bajo el presidente Rafael Correa. Esto debe ser un ejemplo para México, que está ahora enfrentando las amenazas del régimen del Presidente López, quien busca hacerse con el control del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral.

En términos generales, se pueden hacer dos observaciones al analizar los cambios en el nivel de democracia a nivel mundial entre 2010 y 2020: Primero, el estado de la democracia se ha deteriorado drásticamente en varios países muy poblados e influyentes. Desde 2019, la UE cuenta con su primer Estado miembro autocrático en sus filas (Hungría), y se están produciendo procesos de erosión de la democracia incluso en EE. UU., en donde alrededor del 40% de los electores cree en las palabras de Donald Trump, en el sentido de que hace dos años se fraguó allí un gigantesco fraude electoral. En segundo lugar, si bien hay algunos casos en donde el estado de las instituciones democráticas ha mejorado, se trata de países pequeños sin mucha influencia internacional y, por lo tanto, no tan significativos como lo son otras naciones, que en general, por su peso económico y político en el escenario internacional, sí pueden considerarse como grandes promotores de la autocracia.

Ahora le toca el turno a México, pues está por verse si el Presidente López, quien siempre se ha manejado de manera autocrática, logrará imponerse y seguir concentrando facultades y recursos, anulando la autonomía de las autoridades electorales. El regreso del país a un régimen autocrático, como lo fue en épocas del PRI, significará un grave retroceso, empeorado por la debilidad, ceguera e irresponsabilidad de los partidos de oposición. Si triunfa López, nos encaminaremos a una autocracia aún más marcada, en un proceso de descomposición institucional que parece ser el objetivo de Morena. De ese camino será muy difícil regresar. Si, por el contrario, triunfamos quienes estemos a favor de la democracia liberal, del respeto a la dignidad de las personas y de la prevalencia del Estado de Derecho, lograremos evitar que las generaciones más jóvenes tengan que pasar el trago amargo y dramático que la época priista, con su cultura autocrática aún vigente, ha significado para este país.