Todos los que colaboramos en organizaciones públicas o privadas en algún momento llegamos a no estar de acuerdo con las decisiones que toman los líderes. Pienso en si es un tema de educación, de formación o de visión que tenemos los colaboradores. Sin embargo, reflexionando acerca de esto, considero que quienes lideramos no podemos esperar que los colaboradores dimensionen, entiendan y asimilen la complejidad y bondad del sistema en su conjunto. Lo que se debe impulsar es la cultura de la empatía iniciando con los pares o compañeros como generalmente les llamamos.
Esto involucra el saber instruir a los equipos para que comprendan que cada rol es fundamental en el logro de los objetivos y que si una parte falla, fallamos todos, lo que puede generar malestar en el resto. Esto quizás pasa porque los seres humanos llegamos a ser egoístas y solo vemos lo que queremos para nuestro bien, y no la historia de vida de los demás. Esto no justifica que los colaboradores lleguemos a ser demasiado laxos o como coloquialmente se dice “ser flojos”.
Si en las organizaciones logramos una visión compartida, quizás se podrían reducir los conflictos y la frustración de los demás, pero para ello es necesario que tengamos inteligencia emocional y no hacer acciones o mover emociones que de lo laboral se conviertan en personal. Hay que buscar la forma de impulsar a cada integrante de la organización para que aporte desde su experiencia, cómo mejorar los procesos y algunas decisiones, pero nunca perdiendo de vista la brújula de la cultura organizacional. Esto es viable si cada colaborador tiene la voluntad de sumarse, ampliar su visión, abrirse a ser flexible y entender que no todos tenemos las mismas habilidades y competencias.
Cuando comentemos acerca de que la organización es ineficaz, ineficiente o complicada, recordemos que, desde nuestra trinchera, solo alcanzamos a ver una parte del panorama. No es justo que solo veamos lo que consideramos malo, sino también las bondades que tiene y de las que nos ha hecho parte. Para formar parte de un equipo de trabajo además de apoyo intelectual y el trabajo diario, se requiere de humildad y apertura. Aunque nuestra visión puede ser parcial, podemos aportar con empatía y transparencia, no demos por supuesto acciones o situaciones que quizás ni siquiera existen o son, colaboremos felices y veamos el beneficio de nuestras propias necesidades, seamos parte de una organización más unida y productiva.