Los conflictos en las organizaciones, tanto públicas como privadas, son inevitables. Al fin y al cabo, las organizaciones están formadas por personas con experiencias y culturas diversas, lo que influye en su percepción del entorno laboral. Estas diferencias pueden derivar en conflictos, pero lo importante es cómo los líderes y los involucrados manejan esas situaciones, usando la razón en lugar de actuar impulsivamente.
Cuando no se gestiona adecuadamente un conflicto, existe el riesgo de que se convierta en una crisis a corto, mediano o largo plazo. A menudo, los seres humanos reaccionamos de manera precipitada, prestando atención solo a lo que queremos escuchar, sin analizar a fondo el mensaje. Sin embargo, el conflicto negativo puede transformarse en una oportunidad para mejorar y crecer si se aborda en el momento adecuado.
Uno de los errores más comunes en las organizaciones es responder de forma reactiva en lugar de racional. En lugar de escuchar todo el mensaje, muchas veces se responde apresuradamente para defender un punto de vista que quizás no está en sintonía con la intención del primer interlocutor. La escucha activa es fundamental para comprender las necesidades de los demás, y es igualmente importante ser claros en los mensajes. De lo contrario, se deja espacio a interpretaciones subjetivas y convenientes para cada individuo.
Para evitar conflictos negativos, es esencial promover la educación en la organización: paciencia, respeto, tolerancia y apertura a diferentes ideas y puntos de vista. Esto no implica sumisión, sino la construcción de un diálogo constructivo que beneficie a todas las partes involucradas, centrado en encontrar soluciones y no en asignar culpas.
Los líderes deben mediar y conciliar de forma objetiva, estableciendo una guía clara hacia la solución y fomentando que las personas asuman su responsabilidad en el conflicto. La meta no es solo resolver el problema individualmente, sino considerar el bienestar de la organización y de todas las personas afectadas, evitando el egoísmo. Es natural que existan desacuerdos, pero deben manejarse en un ambiente de respeto para fortalecer las relaciones laborales.
En resumen, expresar de forma clara las expectativas en la organización contribuye a crear un ambiente saludable, resiliente y capaz de alcanzar sus objetivos sin conflictos innecesarios.
Reflexionemos si la organización en la que trabajamos es realmente la que deseamos para nuestro desarrollo profesional.