El Taekwondo como Herramienta en la Formación de Respeto y Disciplina
13/02/2025
Autor: Mtro. Jaime Barrón Blanco
Cargo: Coach Taekwondo

El Taekwondo es mucho más que un arte marcial, más que un deporte; es una disciplina integral que trasciende el combate y se convierte en un estilo de vida. Su práctica no solo fortalece el cuerpo, sino que también moldea el carácter y la esencia de quienes lo adoptan. Desde mi infancia, el Taekwondo ha sido una parte fundamental de mi vida, inculcando valores que van más allá de la técnica. No se trata únicamente de aprender a patear o defenderse, sino de embarcarse en un proceso profundo de autoconocimiento y crecimiento personal.

A los siete años, enfrenté una etapa difícil en la que sufrí bullying. Fue entonces cuando el Taekwondo llegó a mi vida y me brindó herramientas que transformaron mi realidad. Más allá de las técnicas de defensa, me enseñó seguridad, autocontrol y disciplina. Comprendí que la verdadera fortaleza no radica en la agresión, sino en la capacidad de afrontar los desafíos con templanza y determinación. Aprender a defenderse no implica aprender a agredir, sino desarrollar confianza en uno mismo y actuar con respeto y responsabilidad.

A los 12 años, asumí un nuevo desafío: comencé a impartir clases de Taekwondo con el propósito de contribuir al bienestar de mi familia y transmitir lo aprendido. Mis padres siempre me inculcaron la importancia de predicar con el ejemplo, y desde esa edad entendí que podía influir positivamente en mis alumnos. Más allá del aprendizaje técnico, me enfoqué en motivarlos a mejorar en su desempeño escolar, en su hogar y en su seguridad personal. A lo largo de los años, he sido testigo de innumerables historias de superación: personas que dudaban de sí mismas y que, con esfuerzo y perseverancia, lograron ascender de cinta, obtener su cinta negra, participar en competencias y enfrentarse a sus propios miedos. Una y otra vez, he visto cómo el Taekwondo transforma vidas, demostrando que su verdadero valor no radica en las medallas, sino en la formación de individuos íntegros.

La práctica constante del Taekwondo nos reta a conocernos a profundidad, a cultivar la paciencia, el compromiso y la autodisciplina. No es solo un entrenamiento físico, sino una mentalidad que nos impulsa a ser mejores cada día, dentro y fuera del dojang. Nos enseña que el respeto no solo se exige, sino que se gana a través de nuestras acciones y actitudes.

Cada vez que un practicante entra al área de combate o se dispone a ejecutar una forma, enfrenta un reto que va más allá de la competencia. Es un desafío personal, una prueba de su capacidad para manejar los nervios y superarse a sí mismo. En el Taekwondo, no todo es una medalla; no se trata solo de ganar o perder. Detrás de cada combate, de cada forma ejecutada con precisión, o de cada ascenso de cinta, hay una historia de esfuerzo, dedicación y crecimiento. Son estos momentos los que verdaderamente forjan el carácter.

Mi padre, en paz descanse, siempre decía: "Un taekwondoín no es solo alguien que sabe tirar patadas. Un verdadero taekwondoín es una buena persona, un buen estudiante, un buen hijo, alguien que contribuye y suma a su entorno". Estas palabras han guiado mi camino y reflejan la esencia más pura de esta disciplina. El Taekwondo no solo forma competidores, sino líderes con valores, personas íntegras y comprometidas con su comunidad.

En un mundo donde la inmediatez y la falta de valores pueden desviar a las nuevas generaciones, el Taekwondo se mantiene como un faro de formación integral. Nos recuerda que el verdadero poder radica en el autocontrol, la disciplina y la capacidad de impactar positivamente en los demás. Más allá del dojang, sus enseñanzas son aplicables a la vida misma, convirtiéndolo en una herramienta invaluable para el desarrollo personal y social.

 

No digo que sea fácil, pero vale la pena el esfuerzo.