Transparencia y autenticidad: dos pilares que la sociedad no puede fingir
30/04/2025
Autor: Dra. Eva María Pérez Castrejón
Cargo: Jefa de promoción de Posgrados y Modalidades a Distancia

Vivimos en un mundo saturado de información donde la transparencia cobra cada día más relevancia. Es necesaria la apertura y honestidad de las organizaciones y de las personas que las conforman al momento de comunicar, así como ofrecer información relevante, clara y objetiva, en lugar de manipularla solo por cuidar la reputación de las marcas a corto plazo. Un desafío común para las organizaciones y las personas es mantener la coherencia entre lo que sucede en el interior y lo que se proyecta al exterior. Existe la necesidad de presentar de manera fidedigna las creencias y la razón de ser de cada organización, así como los sucesos que se generan y requieren difusión, lo cual podría posibilitar relaciones más sanas y duraderas.

El término transparencia implica la necesidad de claridad. En las organizaciones no siempre hay éxitos; también existen áreas de oportunidad, y es importante saber cómo se abordan y solucionan las situaciones que generan crisis o afectan la reputación. Esto puede servir como referente para que las personas emitan juicios con argumentos válidos, sanos y constructivos ante las circunstancias. La autenticidad, por su parte, se refiere a la congruencia entre el decir y el hacer, basada en valores organizacionales definidos, evitando máscaras y percepciones falsas para construir relaciones verdaderas. Por ello, la transparencia y la autenticidad son inseparables: la información falsa no es sostenible a largo plazo, y tanto el público interno como externo de las empresas e instituciones necesitan confiar para mantener su fidelidad a las marcas.

Las organizaciones públicas y privadas, ante las situaciones actuales, necesitan ser transparentes y auténticas, proporcionando información clara y verdadera a todos sus grupos de interés. Es fundamental no ocultar la verdad a los equipos de trabajo ni tomar decisiones que comprometan a la organización, respetar la ley, eliminar las prácticas corruptas, y mantener el respeto hacia los stakeholders y la competencia. La transparencia y la autenticidad son fundamentalmente manifestaciones de la ética y la responsabilidad social.