Hoy en México, MORENA tiene el control de la presidencia de la República Mexicana, gobierna en la mayoría de los Estados, tiene una gran mayoría en la cámara de diputados y senadores con la sobre-representación. Ha contribuido a la desaparición de poderes autónomos que sirven de contrapeso y ha implementado una reforma al poder judicial que compromete su autonomía. Por si fuera poco, los representantes de muchas instituciones públicas como la Fiscalía General de la República simpatizan mucho con MORENA, lo cual hacen dudar de su neutralidad.
Nadie pone en duda que MORENA es un partido hegemónico. A la luz de muchos expertos en política, tal hegemonía está deteriorando la incipiente democracia en México y para algunos vamos hacia una dictadura a semejanza de Corea del Norte, Venezuela o Nicaragua. ¿Por qué hemos llegado a esto?
Para que una democracia funcione se necesitan tres elementos muy importantes: Uno. División y autonomía de poderes políticos con sus respectivos contrapesos expresado en organismos autónomos. Dos. Una ciudadanía con mentalidad democrática. Tres. Aunque lo ideal fuese que no hubiese pobreza, lo cual es imposible, pero por lo menos que en la sociedad existan bajos niveles de pobreza. Podría haber otros elementos, pero aquí nos enfocaremos en los tres ya mencionados.
México, desde los años 90, comenzó de manera gradual pero con pasos firmes —aunque con algunos tropiezos— la implementación del punto uno: la división y autonomía de poderes con sus respectivos contrapesos a través de organismos autónomos. En términos generales se había estado trabajando bien hasta que llegó MORENA en 2018 y todo aquel proceso está siendo tremendamente socavado. Pero como se ha mencionado existieron y existen asegunes antes de la llegada de MORENA. ¿Cuáles? Los partidos políticos. A los integrantes de los partidos políticos no les importó el bien común de México, sino que lo utilizan como pretexto para atacar a sus contrarios y escalar poder. La anterior dinámica provocó y provoca cacicazgos junto a un profundo desgaste de los partidos que ya no los hace creíbles ante la sociedad. En este panorama aparece un hábil orador y carismático manipulador de los sentimientos humanos llamado Andrés Manuel López Obrador (AMLO) presentando algo nuevo, prometiendo esperanza con un Movimiento de Regeneración Nacional. La receta de vientos nuevos en la política mexicana frente a los insípidos partidos políticos tradicionales funcionó para que muchos mexicanos optaran por MORENA en 2018 con esperanza; así como una adolescente que viene de una profunda decepción amorosa de repente encuentra al aparente “príncipe azul” para ser feliz. Claro, hubo mexicanos que no creyeron en fantasías, pero si lo hizo la mayoría del electorado.
Hablando de los partidos políticos “tradicionales” (PRI, PAN y el extinto PRD) ¿cuándo se acercaban a la ciudadanía? En tiempos electorales llevaban a las colonias abogados, médicos, despensas, etc. Pasando la elección, nada. En cambio, MORENA a través de los “Servidores de la Nación” junto a una buena cobertura en redes sociales (“benditas redes sociales” llegó a decir AMLO) más los programas sociales (de los cuáles se hablará más abajo) tuvieron un contacto más permanente, como se dice, con el ciudadano de a pie. En pocas palabras, MORENA supo llegar a los ciudadanos mucho mejor que los otros partidos políticos, así como un casanova sabe conquistar mujeres.
Conclusión de este primer punto. Todo lo que se trabajó en democracia institucional desde los años 90´s estuvo bien, pero los partidos políticos no se actualizaron a la par de las grandes reformas democráticas. Resultado: el beneficiario de esas grandes reformas fue MORENA.
Pasemos al punto dos: Una ciudadanía con mentalidad democrática. Durante la hegemonía del PRI en el siglo XX, tal partido hizo todo lo posible para evitar una sana conciencia de participación política no favoreciendo una mentalidad democrática.
La dinámica sociopolítica del PRI implicó que muchos mexicanos asumieran dos lemas propios para caracterizar a la política mexicana: “La corrupción es el aceite de la política” y “aquel que no transa no avanza”. Esto arraigado en la mentalidad de muchos mexicanos provocó o bien alejarse de la política porque es sinónimo de corrupción, o dedicarse a la política, pero con la conciencia de no evitar la corrupción, sino de asumirla. Resultado, apatía por la política corrupta con la nula participación manifestada en el abstencionismo electoral. Lo cual todavía hoy 2025 se vive en muchos mexicanos.
Otro punto está relacionado con la idiosincrasia del mexicano. La mentalidad del mexicano se inclina excesivamente a lo lúdico, a lo divertido, por utilizar la expresión popular al “relajo”. Si es por los llamados “albures” los mexicanos somos los campeones mundiales. El mexicano no es dado a la reflexión intelectual. La televisión mexicana del siglo XX en más del 90% se dividía en programas de diversión, telenovelas (o taranovelas según algunos) y deportes. Todos lo anterior al gusto de los mexicanos (lo cual convenía mucho al hegemónico PRI). Hoy son las redes sociales en donde lo importante sigue siendo lo divertido y los denominados “chismes”. Muy pocos mexicanos son dados a la reflexión y pensamiento crítico. Lo anterior tiene una consecuencia en los bajos índices de lectura del mexicano y a la vez la gran mayoría de los mexicanos planea solamente a corto plazo, algunos a mediano plazo y muy pocos a largo plazo.
Conclusión de este segundo punto. ¿cómo puede haber una ciudadanía con mentalidad democrática con una idea de política centrada en la corrupción con un rico pensamiento centrado en el “relajo” y no de modo crítico? Caldo de cultivo para que llegara AMLO con un discurso populista que acabaría con la corrupción mediante un lenguaje muy enciende pasiones que criticaba los defectos de partidos políticos ya desgastados.
Pasemos al punto tres. Tener bajos índices de pobreza beneficia a la democracia. Como ya se dijo desde los años 90´s México comienza a construir su incipiente democracia a nivel institucional. Pero México ya estaba encarrilado en el empobrecimiento a nivel familiar desde las crisis de 1976, 1982 y 1994. Esto se tradujo no solamente en altos niveles de pobreza, sino que ya se distinguía entre pobreza y pobreza extrema. Resulta paradójico que México a finales del siglo XX buscaba construir su democracia, la macroeconomía se encontraba entre bien y regular tratando de salvarla de las crisis económicas sexenales, pero a nivel microeconomía se descuidó bastante a la economía familiar por parte de los programas gubernamentales.
Para ilustrar cómo los altos índices de pobreza y pobreza extrema perjudican a la democracia, consideremos lo siguiente. Un mexicano que necesita solventar las necesidades económicas de su familia se levanta a las 5:00 am. Trabaja (formal o informalmente) hasta las 16:00 hrs. si tiene un buen horario, o hasta las 20:00 hrs. en caso contrario. Según sus circunstancias, algunos llegan a casa a las 18:00 hrs., otros hasta las 22:00 hrs. De lunes a viernes, o incluso hasta el sábado por la tarde, mantiene esta rutina hasta quedar libre. Debe atender a su familia (en el caso de una madre soltera, esta responsabilidad recae enteramente en ella) y su salario resulta insuficiente, por lo que su mente está ocupada en cómo minimizar sus deudas o salir de ellas. Amable lector, con un ritmo de vida así, ¿existe espacio vital para que un mexicano se informe adecuadamente de la realidad sociopolítica y reflexione críticamente?
Conclusión de este punto tres. Sin estabilidad económica familiar ni un nivel de vida digno, no existe el espacio vital para formar una mentalidad democrática. En este contexto, MORENA llega con programas sociales que distribuyen dinero, y muchos mexicanos afectados por la pobreza y pobreza extrema razonan de manera antidemocrática: "Estamos bien con MORENA porque reparte dinero". Esta frase contiene implicaciones que no favorecen a la democracia: sugiere que la función del gobierno es repartir dinero, no crear condiciones para que los ciudadanos alcancen un nivel económico digno mediante el trabajo. No importa si MORENA es corrupto o no, pues el dinero distribuido resuelve las necesidades inmediatas (recordemos que muchos mexicanos solo planean a corto plazo). La falta de pensamiento crítico impide ver que si la economía macro está deteriorada —sea por malas decisiones, deudas del sector público o leyes que favorecen la hegemonía de MORENA ahuyentando a inversionistas— tarde o temprano estos recursos que MORENA distribuye se agotarán.