A partir del triunfo en las urnas del ahora presidente Donald Trump, la atención que despertaba el entonces presidente Joe Biden desapareció muy rápidamente, pues todo mundo se preguntaba qué haría Trump en su regreso a la Casa Blanca. Uno de los puntos que más interés despertaba en la opinión pública estadounidense era el relativo a la economía, ya que Biden estaba entregando al nuevo presidente un país con una economía sólida y en crecimiento. Muchos expertos comentaban que rara vez, en la historia reciente, un presidente entrante recibía una economía tan robusta como la que se veía en enero de 2025. Así que la pregunta era: ¿aprovechará el nuevo presidente esta situación o arruinará la herencia recibida de manos de Biden?
Si nos remitimos a la campaña electoral, recordaremos que el entonces candidato republicano hablaba de aumentar el bienestar de la población, eliminar impuestos, reducir la deuda pública y adelgazar la burocracia federal. Esto choca con lo que acabamos de ver en esta semana: el paquete fiscal que a duras penas aprobó el Congreso y que Donald, con su elocuencia teatral que le caracteriza, nombró “The Big Beautiful Bill” (algo así como “La gran ley hermosa”, conocida como “BBB”), ya que parece que el presidente quiere todo de un golpe: elevar el salario real, reducir el déficit fiscal, impulsar el desarrollo económico, reducir los impuestos y estabilizar el endeudamiento público. Pareciera que estamos ante un maravilloso “bálsamo de Fierabrás” económico, capaz de sanar las heridas fiscales, presupuestales y económicas de Estados Unidos, producto de una mente genial que no solamente merecería el Premio Nóbel de la Paz por su brillante papel en los conflictos de Ucrania, Gaza e Irán, sino también el de economía, por haber levantado a la titubeante (según él) economía estadounidense.
El problema, como pasa frecuentemente con los líderes populistas, es que la terca realidad se empecina en mostrar otros datos. Dicen los expertos en estas cosas de la economía que en realidad se trata de un paquete fiscal que brindará facilidades y alivios fiscales a las personas de mayores ingresos, que serán financiados con mayor deuda pública. Por eso es que incluso en las filas republicanas hay temor: el entonces candidato presidencial Trump prometía no endeudar más al país e incluso aseguraba que reduciría el peso de la deuda. Parece que eso ya se le olvidó, convenientemente.
A los que no se les olvidó fue a los republicanos, pues en el Senado estuvo a punto de ser rechazada la iniciativa. Fue necesario el voto del vicepresidente Vance para romper el empate 50-50. O sea: el paquete fiscal fue aprobado con la diferencia de un solo voto. Esto significa que tres senadores republicanos votaron en contra, y hubiesen podido ser más, pero en algunos casos pudieron negociarse los votos a favor. Un ejemplo es el de la senadora por Alaska, Lisa Murkowski: cambió el sentido de su voto cuando se le prometió que a su estado no se le recortarían los dineros para gastos sociales. En la cámara baja tampoco estuvieron fáciles las negociaciones, pues resultó evidente que los republicanos no están contentos con el paquete fiscal.
El paquete BBB extiende las desgravaciones fiscales del primer mandato de Trump (2017-2021), elimina los impuestos sobre las propinas y las horas extras y destina miles de millones de dólares adicionales al presupuesto de defensa y de protección fronteriza. Para compensar esto, se prevén nuevas deudas y recortes al seguro médico para ciudadanos estadounidenses de bajos ingresos. También se encontró resistencia dentro de las filas republicanas de Trump, en particular debido a la esperada deuda récord de Estados Unidos, producto de este nuevo paquete fiscal.
El predecesor demócrata de Trump, Joe Biden, calificó la ley como “imprudente” y “cruel", debido a los recortes sociales. Según estimaciones del propio Congreso, es probable que alrededor de 12 millones de ciudadanos estadounidenses pierdan su seguro médico, pero algunos demócratas estiman que más de 17 millones se verán perjudicados.
Algunos republicanos temen que los recortes de la ayuda médica afecten a muchos de sus electores, y otros muestran también sus temores de que la deuda pública se dispare a niveles aún mayores de los actuales, lo que, combinado con una mayor inflación e intereses bancarios altos, podría repercutir en condiciones negativas para la vida cotidiana de los ciudadanos (es decir, de los electores).
Aquí es, precisamente, en donde muchos republicanos se encuentran ante una difícil decisión: o apoyan a Trump y desatienden a sus electores, o defienden a sus electores y se echan encima la ira del presidente. En ambos casos estaría su reelección en juego, pues no sólo requieren de los votos de los electores, sino también del apoyo de Donald. Así que tienen que decidir, como se decía en la Antigüedad, entre Escila y Caribdis. O entre la peste y el cólera, como en la Edad Media.
El nuevo paquete BBB amenaza con elevar la deuda pública hasta 130% del PIB estadounidense en 2030, a pesar de los enormes recortes en gasto social. Esto no sólo ha disparado las alarmas entre los congresistas republicanos, sino también ha llamado a las barricadas a Elon Musk, antiguo y fugaz aliado de Trump. La persona más rica del mundo amenazó con fundar un partido político en el caso de que el BBB fuese aprobado, pues Musk se dice partidario de la reducción del gasto gubernamental. Recordemos que él estaba a cargo de un programa para reducir los gastos del gobierno federal, aunque no fue muy exitoso, que digamos: de los prometidos dos billones de dólares que deberían ahorrarse con sus draconianas medidas, sólo se ahorraron 150 mil millones.
Dado el impresionante aumento que significa echar a andar el paquete BBB, el objetivo inicial de recortar el gasto público y reducir la deuda nacional se ha vuelto completamente absurdo e inalcanzable. Es muy probable que la ley ahora aprobada podría, por lo tanto, generar más divisiones dentro del campo republicano, pues los congresistas de este partido tienen posturas muy diferentes sobre el presupuesto, pero, sobre todo, tienen reservas sobre los planes de Trump. En el Congreso hay conservadores fiscales que abogan por una estricta disciplina presupuestaria y la reducción de la deuda, pero también encontramos liberales que, como Elon Musk, favorecen el control del gasto público.
El plan de Trump de recortar impuestos, generar crecimiento económico y reducir la deuda nacional simultáneamente es algo prácticamente imposible, pues las políticas de crecimiento cuestan dinero y la estabilización de la deuda requiere austeridad. No se puede hacer ambas cosas a la vez, por mucha voluntad que uno muestre. Simplemente, para aumentar los salarios reales, como pretende Trump, sería necesario aliviar la carga de la clase media trabajadora. Sin embargo, esto sólo se aborda marginalmente en el paquete BBB. El verdadero alivio beneficiará principalmente a las empresas y a los muy ricos. Se calcula que 20% de las personas más ricas podrán ahorrar un promedio de unos 6,000 dólares en impuestos anuales gracias al paquete de Trump.
Las exenciones fiscales para los ricos se financiarán con recortes en los servicios sociales, lo que afectará, entre otras cosas, la atención médica para los más pobres y el suministro de alimentos para los necesitados, los llamados "cupones de alimentos". Si bien las personas de bajos ingresos también tendrán que pagar menos impuestos, este efecto se verá contrarrestado por el hecho de que aproximadamente 12 millones de estadounidenses podrían perder su seguro médico y 40 millones sus subsidios alimentarios. En definitiva, la situación financiera de los sectores más pobres de la sociedad se deteriorará significativamente.
Las políticas del presidente estadounidense se rigen por la teoría de los "vasos comunicantes" o “del goteo”: el alivio para las empresas y los ricos genera inversión a largo plazo, más empleos y prosperidad para todos. Sin embargo, la evidencia empírica que respalda a esta teoría es muy débil, pues los estudios demuestran que este efecto casi nunca se materializa. Lo que ocurre generalmente es que los ingresos adicionales de los ricos fluyen regularmente a sus cuentas bancarias y a carteras de valores en lugar canalizarse a nuevas inversiones. Las medidas efectivas para fortalecer a la clase media trabajadora son otras: aumentos salariales, seguridad laboral, capacitación y mejores oportunidades de educación e inversiones en bienestar social. Lo malo es que es precisamente aquí en donde el paquete BBB busca hacer recortes. Por lo tanto, es cuestionable si el presidente estadounidense realmente cree que este efecto se materializará a largo plazo o si simplemente está distribuyendo regalos electorales a sus partidarios adinerados que tanto lo han apoyado y que por eso están con él.