El reto del entrenador formador en el deporte universitario
“No se trata solo del deporte, se trata de las personas. No solo se trata de formar un equipo campeón o de ganar medallas, se trata de formar personas campeonas. Personas que sean fuertes y campeonas de la vida.”— Larry Gelwix . Entrenador de rugby
En el mundo del deporte competitivo, a menudo se pone el foco en las marcas, las medallas y el rendimiento. Sin embargo, quienes trabajamos como entrenadores, sabemos que el verdadero impacto del deporte va mucho más allá del resultado.
Formar no es solo enseñar a ejecutar correctamente una técnica o alcanzar una marca. Formar implica desarrollar el potencial intelectual, moral, profesional y social de cada individuo. Es acompañar un proceso de aprendizaje integral que transforma no solo al atleta, sino también al ser humano.
El reto de formar personas a través del deporte
La pregunta es inevitable: ¿formamos atletas o formamos personas?La respuesta ideal es ambas cosas, pero entendiendo que primero se forma a la persona, luego al atleta. Cuando el deporte se convierte en un medio para enseñar valores, hábitos positivos y resiliencia, entonces estamos sembrando algo que trasciende el marcador o al resultado.
En mi caso, puedo decir que mi camino como formador comenzó con un maestro que confió en mí cuando yo tenía apenas 10 años. Me sentó en un sillón y me dijo:"Tú puedes llegar a ser muy bueno. Confía en tus papás, confía en tu maestro, confía en Dios y, sobre todo, confía en ti mismo.”
Esa confianza me marcó. A los 12 años ya estaba dando clases, enfrentando el gran reto de ser ejemplo para otros. Desde el inicio, entendí que no se trataba solo de enseñar a dar patadas. Quería enseñar algo más. Mis padres me dijeron: "Predica con el ejemplo", y mi papá lo resumía con sabiduría:"Un buen taekwondoin no solo tira patadas. Debe ser buen estudiante, buen hijo y buena persona."
Ese fue el verdadero reto: ser ejemplo. Y en el proceso descubrí lo transformador que es ayudar a otros a crecer, a creer en sí mismos, a ser mejores. Descubrí que el deporte bien enseñado es una poderosa escuela de vida.
Más allá del rendimiento
Formar a través del deporte requiere paciencia, visión, empatía y un compromiso genuino con la persona. No se trata únicamente de exigir resultados, sino de enseñar a levantarse tras la derrota, a competir con respeto, a trabajar en equipo, a celebrar con humildad y a crecer con dignidad.
A veces, los frutos no se ven de inmediato, pero aparecen en la vida del joven que se convierte en un buen ciudadano, en la atleta que gana confianza en sí misma, en el adulto que lleva los valores del tatami a su familia, su profesión o su comunidad.
Porque cuando el deporte forma personas, el impacto es profundo y duradero. Y entonces, sí ganamos todos.
No digo que sea fácil, pero vale la pena el esfuerzo.