La zona de confort laboral: cuando cumplir ya no es suficiente
13/08/2025
Autor: Dra. Eva María Pérez Castrejón
Cargo: Jefa de promoción de Posgrados y Modalidades a Distancia

Hay personas que colaboran en empresas e instituciones y, con el tiempo, comienzan a confiarse. Se sienten imprescindibles o perciben cierta seguridad que les hace pensar que su lugar está garantizado. Como resultado, se limitan a cumplir con lo mínimo indispensable. Lo preocupante es que, en muchos casos, las organizaciones por nobleza o por costumbre permiten esta actitud, sin darse cuenta del daño que ocasiona a su cultura interna.

Sin embargo, el esfuerzo no debería ser solo una respuesta a la confianza que la organización deposita en sus colaboradores. Es, ante todo, una necesidad individual. El crecimiento profesional, aunque a veces no sea reconocido por los líderes, es esencial para la salud mental y el desarrollo personal. Estancarse nunca es satisfactorio a largo plazo. Y si bien existen factores que pueden desmotivar, también es cierto que esto tiene que ver con principios, valores y ética personal.

Quizás esa organización en la que hoy estás no sea para siempre. Entonces, cabe preguntarse: ¿qué ocurrirá cuando salgas? ¿Encontrarás otro espacio que tolere el conformismo y la actitud del mínimo esfuerzo? Lo más probable es que no.

Las organizaciones, especialmente en un entorno globalizado, buscan permanentemente la mejora continua. Sin embargo, muchas veces toleran comportamientos que contradicen ese objetivo. Es común ver ambientes laborales en los que se dice estar "saturado de trabajo", pero al mismo tiempo hay personas en los pasillos, en compras o en conversaciones que poco tienen que ver con los objetivos institucionales. Estos ejemplos, aunque cotidianos, reflejan una realidad preocupante: se premia la permanencia más que el rendimiento, y eso desmotiva a quienes sí están comprometidos.

Aquí es donde el liderazgo cobra un papel fundamental. Los líderes deben ser ejemplo, actuar con congruencia, inspirar, mantenerse proactivos y no conformarse con el mínimo. Ellos marcan la diferencia entre una cultura de alto rendimiento y una cultura del conformismo.

Es momento de reflexionar: actualizarse, innovar y crecer profesionalmente no es una tarea exclusiva de las organizaciones o de sus líderes. Es una responsabilidad personal. No hace falta que alguien nos diga qué hacer; los caminos están ahí, solo hay que tener la voluntad de recorrerlos. Al final, quienes no aportan valor tienden a quedarse atrás. Tomar las riendas del propio desarrollo profesional es también una forma de responder con compromiso a una organización que cree en ti. No se trata solo de cumplir. Se trata de trascender.