Amor y responsabilidad es un libro que reflexiona filosóficamente sobre principios éticos relativos a la sexualidad, a las relaciones sexuales, a la castidad y al matrimonio.
Karol Wojtyla antes de realizar el planteamiento ético de la sexualidad comienza por señalar que el sujeto ético de la sexualidad humana es la persona como objeto y sujeto de acción, pues la sexualidad humana supone ante todo un sujeto de acción que la vive y la experimenta, de tal modo, que la sexualidad humana por ser tal, queda íntegramente ordenada al ser personal. De ahí que la tendencia sexual se deba de ubicar como una forma de relación personal. La actitud ética que se adopta ante la persona constituye el punto neurálgico de cómo interpretar los diversos aspectos relacionados con la sexualidad humana como son: la castidad, el pudor, las relaciones prematrimoniales y el matrimonio entre otros.
Justificar a la persona bajo la luz del principio Kantiano: “Actúa de modo que consideres a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de todos los demás, siempre como fin y nunca como simple medio”, se vuelve un elemento importante para no plantear una ética utilitarista relativa a la ética sexual, es decir, evitar que en el ámbito sexual la persona humana sea tratada como una cosa de satisfacción y placer sexual. A lo anterior, Karol Woijtyla suma lo que podría denominarse una afirmación del ser personal en el amor como actitud ética hacia la persona. Es decir, afirmar a la persona en un amor de benevolencia (del latín bonus, bueno y volo querer. Quiero tu bien real) garantiza la vivencia del principio kantiano que Karol Wojtyla lo reinterpreta como la norma personalista: “la persona es un bien respecto del cual sólo el amor constituye la actitud apropiada y valedera. En donde la bondad de la persona está centrada en su carácter de fin en sí mismo y nunca de medio a utilizar. Por ello se alude a un amor de benevolencia y no a un amor de tipo utilitario que reduce la persona a objeto deleitable.
Afirmar el valor de la persona y destacar que el amor antepone el valor de la persona sobre el valor del placer, el cual está ínsito en la experiencia sexual, son la base desde la cual Karol Wojtyla desarrolla todo su libro.
Karol Wojtyla comienza con una introducción al tema de la persona desde una perspectiva fenomenológica al realizar la denotación descriptiva que implica la palabra alguien como diferente de la palabra algo. Cuando nos encontramos con una persona en la actividad diaria, ésta aparece a la conciencia como resaltante y a la vez diferente en comparación con lo que no es una persona, diferenciándose de la palabra algo que más bien se refiere a las cosas.
Karol Wojtyla después de hacer la distinción entre alguien (persona) y algo (no persona), busca precisar que la noción de persona se distingue por tener naturaleza racional, y es aquí en donde cita la definición de filosofo Boecio de persona como substancia individual de naturaleza racional, con esto se puede observar que después de utilizar una distinción fenomenológica entre lo que denota la palabra alguien que se distingue de la denotación de la palabra algo, pasa a una justificación de tipo metafísico propia del pensamiento clásico al introducir con la definición de Boecio las nociones de substancia individual y naturaleza racional.
Karol Wojtyla justifica lo que es la persona humana con elementos filosóficos de la fenomenología y del pensamiento de la metafísica clásica. E inclusive, no deja de haber resonancias del pensamiento de Max Scheler cuando éste filósofo busca entender a la persona, no como un sujeto de estático encerrado en sí mismo, sino como un sujeto que es núcleo y fuente de actos humanos.
Si el libro de Wojtyla, Amor y responsabilidad, aborda la cuestión ética de la sexualidad, ¿por qué comenzar hablando de la persona? La respuesta depende del marco filosófico que se asuma. Desde la metafísica clásica se argumenta que el deber ser (la ética) se fundamenta en el ser, en este caso el ser del ser humano como persona. Desde la escuela fenomenológica los actos humanos cualificados como morales (los cuáles son estudiados por la ética) emanan desde un núcleo dinámico que es la persona (sujeto de estudio filosófico). En cambio, desde una filosofía utilitarista totalmente ajena al planteamiento de Amor y responsabilidad bastaría el estudio de la moral, llamado técnicamente ética, apoyado solamente en la sociología y la antropología sociocultural.
La obra de Wojtyla, Amor y responsabilidad, reconoce a la persona como un alguien libre cuyos actos cualificados como morales, pueden ser estudiados tanto en su aspecto deontológico –el deber ser- como en su aspecto axiológico –el valor de la moralidad-. De hecho, siguiendo la axiología promovida por Max Scheler, se afirma que el valor moral de las relaciones sexuales tiene su raíz en el valor del sujeto moral quien es la persona humana, quien debe de ser un sujeto de amor de benevolencia y no de amor utilitarista.