Más allá del zoom: la comunicación que requiere presencia
20/08/2025
Autor: Dra. Eva María Pérez Castrejón
Cargo: Jefa de promoción de Posgrados y Modalidades a Distancia

La pandemia trajo consigo avances tecnológicos significativos, entre ellos el uso intensivo de plataformas digitales que ayudaron a superar barreras geográficas y a optimizar tiempos de traslado. Sin embargo, siempre se ha sabido que no existe una forma de comunicación más efectiva que la interpersonal. En este tipo de interacción, las personas pueden recibir y emitir mensajes tanto verbales como no verbales, lo que permite validar la coherencia de lo que se quiere transmitir y dejar una impresión más clara en el interlocutor.

Es probable que los especialistas en tecnología cuestionen esta afirmación, argumentando que plataformas como Zoom, Teams o Meet permiten reproducir estas dinámicas comunicativas. Si bien es cierto que la tecnología ha resuelto muchos desafíos y nos ha adelantado años en términos de conectividad, en el ámbito de la comunicación humana aún presenta limitaciones. La comunicación interpersonal fue creada por y para seres humanos, y no todo puede ser reemplazado por un dispositivo o una pantalla.

En el contexto de las empresas e instituciones, hay acciones que requieren la presencia física para generar mayor credibilidad y confianza entre los stakeholders o aliados estratégicos. La comunicación cara a cara permite escuchar con atención los tonos, silencios y pausas, además de interpretar los gestos, ademanes y posturas. Estos elementos reducen las posibilidades de sobreinterpretaciones y permiten que los objetivos de una reunión se comprendan con mayor claridad, ya que las personas pueden hacer uso de todos sus sentidos.

En contraste, las reuniones virtuales suelen generar fatiga digital, especialmente cuando se extienden por mucho tiempo. Muchas veces ni siquiera se ven los rostros de los participantes, lo que reduce la interacción a sonidos y silencios, empobreciendo la experiencia comunicativa. Además, algunos asistentes pierden interés fácilmente, se distraen o realizan otras actividades mientras mantienen encendida la cámara, lo que afecta la calidad del encuentro.

La comunicación directa, en cambio, favorece el fortalecimiento de vínculos, mejora las negociaciones y contribuye a una percepción más sólida del liderazgo, generando seguridad en los sistemas externos con los que cada vez es más importante establecer relaciones profundas y significativas. Es en estos espacios donde ambas partes pueden contribuir de forma más efectiva al cumplimiento de los objetivos organizacionales.

Considero que las decisiones trascendentales, especialmente aquellas con implicaciones económicas, deben tomarse de manera presencial. La presencia física permite observar y comprender mejor el contexto de las organizaciones, algo que difícilmente se puede lograr a través de una pantalla. En este sentido, la cultura organizacional también se transmite de forma más clara en los encuentros presenciales, donde es posible compartir creencias y valores de forma tangible. El liderazgo cobra mayor fuerza cuando puede conectar cara a cara con los equipos, estrechar manos o incluso compartir un gesto de cercanía como un abrazo.

Los viajes que permiten reuniones presenciales deben considerarse una inversión, ya que facilitan conexiones reales y pueden contribuir significativamente al crecimiento y proyección de las organizaciones. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre lo presencial y lo virtual. Una vez establecida la confianza mediante encuentros físicos, las reuniones virtuales pueden volverse más efectivas. No siempre las mejores conexiones dependen de la tecnología, sino de las habilidades y competencias humanas.