La congruencia como motor de confianza y relevancia
01/10/2025
Autor: Dra. Eva María Pérez Castrejón
Cargo: Directora de Promoción UPAEP

La congruencia es una palabra que muchas personas y organizaciones dicen profesar. La realidad es que, en varias ocasiones, dista mucho de verse reflejada. A mí me genera ruido y malestar escuchar a individuos que cuestionan muchas acciones con discursos pseudointelectuales y plantean el deber ser, pero en sus propias vidas no son capaces de alinear aquello que critican de sus semejantes. Lo mismo ocurre en las empresas, donde este concepto que guía la correspondencia entre palabras y acciones debería ser la base del actuar.

La vía que orienta el comportamiento humano es la congruencia y, dentro de las organizaciones formales, puede ser la garantía de una comunicación estratégica exitosa. De nada sirven los contenidos y las narrativas sin coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Ninguna persona hará suyo un mensaje si quien lo emite no es congruente, especialmente cuando se trata de temas asociados a valores o al medio ambiente. Hagamos del discurso una realidad.

En las personas, la congruencia parte del conocimiento de quién soy y hacia dónde voy. En las organizaciones, implica estar alineados con la filosofía organizacional y hacerla vivir. Esto genera confianza, fortalece la identidad y mejora las relaciones con los públicos internos y externos. Cuando los receptores perciben narrativas incongruentes o comportamientos de líderes que se alejan de la congruencia, se crea desconfianza, se daña la reputación y se reduce la efectividad de cualquier estrategia comunicativa.

En un mundo saturado de información y con audiencias cada vez más exigentes, la congruencia no es solo un valor ético, sino una herramienta indispensable para diferenciarse y construir relaciones duraderas.

Ser congruente, tanto para personas como para organizaciones, implica reflejar coherencia entre lo que se dice, se piensa, se siente y se hace. Esto está profundamente ligado a la educación, experiencias de vida, valores, estrategias, acciones y vivencias diarias, por nombrar algunos ejemplos. Es necesario generar confianza y compromiso en los demás para alcanzar los objetivos establecidos en el mejor ambiente y clima organizacional posible.