El Centro de Estudios Guadalupanos, la Facultad de Humanidades y la maestría en Estudios Históricos de la UPAEP invitaron al catedrático Carlos Ramos Rosete a dar la conferencia intitulada “Guadalupe como encuentro de la cosmovisión náhuatl y cristiana”, en donde se expuso el encuentro entre la forma de concebir el mundo desde la cultura náhuatl y la cristiana a través del Acontecimiento Guadalupano, desmitificando algunas creencias contemporáneas con respecto a si los indígenas interpretaron la aparición de la Virgen como una deidad propia.
El maestro basó su plática en los libros de Miguel León-Portilla, uno de ellos titulado “Tonantzin Guadalupe: Pensamiento náhuatl, en el Nican Mopohua” y el otro, “Cantos y crónicas del México antiguo”.
¿Qué es la cosmovisión? El conjunto de ideas con relación a Dios, hombre y universo, y la relación entre los tres.
>Los Nahuas eran politeístas, ellos se relacionaban con la naturaleza y el ser humano, su cosmovisión, la cual es complicada, tuvo su auge durante el siglo XV y XVI, los españoles conocieron la cosmovisión náhuatl por medio de la conquista.
El acontecimiento guadalupano del Tepeyac implica una imagen (La virgen de Guadalupe) y un testimonio escrito conocido como Nican Mopohua, dicha imagen se adecúa al siglo XVI donde se da la unión de los españoles y los indígenas mediante el mestizaje racial y cultural.
El Maestro Ramos dio cuenta de varios elementos, de la imagen de la Virgen de Guadalupe, que se revelaban como simbólicos para los náhuas, como lo son el cerro (representaba divinidad, puesto que se alza hacia lo cielos), o el color del manto, el turquesa, propio de los altos dignatarios del posclásico tardío. En efecto, la aparición, relatada en el Nican Mopohua, da cuenta de varias características que serían de carácter a la vez divino y regio para los indígenas, como lo son la mención del jade, oro y plumaje de quetzal – en un poema de Nezahualcóyotl se mencionan también estos tres elementos como las tres cosas más preciadas que existen –, pero también les sería evidente a los náhuas que no se trataba ella misma de una diosa, sino que estaba embarazada de la auténtica divinidad y anunciaba su presencia, ya que cargaba consigo varios elementos clásicos de las mujeres encinta en la usanza popular (como el listón que vemos que tiene en sus manos).
Ramos terminaría la conferencia rescatando el significado del sol que aparece detrás de la imagen de la Virgen en la tilma de San Juan Diego. En la mentalidad náhuatl, los rayos provienen del sol, que calienta e ilumina, hace posible la vida. La Virgen de Guadalupe se para frente a Tonatiuh, pero no lo eclipsa, sino que el sol contribuye a resaltarla. La Virgen de Guadalupe, concluiría Ramos, no se presenta como una diosa prehispánica, sino como una noble señora celeste.