El sábado 15 de abril se registraron diversos enfrentamientos en Jartum, la capital de Sudán -el tercer país más grande de África- entre miembros del ejército y fuerzas paramilitares conocidas como Fuerzas de Apoyo Rápidas. Los enfrentamientos se extendieron hasta la ciudad de Darfur. El aeropuerto de la capital fue bombardeado por aviones de combate dañando varios aviones civiles y aterrorizando a los pasajeros que se encontraban en esos momentos en una terminal aérea. También se escucharon descargas de artillería en un cuartel militar reduciéndolo a un conjunto de llamas.
Estas acciones son producto del hambre que tienen los dos principales líderes militares (Abdel Fattah al Burhan jefe del ejército y presidente del país y, Mohamed Hamdan Dagalo jefe de las fuerzas de apoyo) que quedaron al frente del país después del derrocamiento del autoritarismo de 30 años por la disputa del poder y que, todo parece indicar que Sudán podría caer en lo más temido por la población: una guerra civil.
Ahora bien, todo esto no es casualidad ya que el país ha atravesado desde 2019 por una profunda crisis política. Se pensaba que con el sueño de la revolución popular y con la caída del régimen dictatorial de Omar al Bashir comenzaría el camino hacia la democracia, pero no fue así porque a lo largo de cuatro años sólo ha habido luchas internas, tensiones y crisis. Las víctimas mortales derivadas del enfrentamiento de estos dos generales son hasta el momento de 296 y más de 3000 personas heridas. Dado el incremento en el número de muertos por el conflicto, ambas facciones decidieron el miércoles 19 de abril convenir un humanitario cese al fuego por 24 horas ya que la crisis humanitaria se agudiza por la falta de alimentos, agua, electricidad a lo largo del país y millones de personas temen por sus vidas. Empresas internacionales han decidido evacuar a su personal, ciudadanos de distintos países han sido evacuados por sus respectivas autoridades, así como gobiernos de distintos países del mundo han evacuado sus sedes diplomáticas por temor a que el conflicto pueda escalar rápidamente.
Por otro lado, de acuerdo con la BBC, las tensiones internas de Sudán se dan porque este país cuenta con una de las reservas de oro más grandes del continente. Las exportaciones de Sudán de este metal fueron aproximadamente de $2,500 millones de dólares que equivalen a cerca de 42 toneladas y Mohamed Hamdan mejor conocido como Hemedti controla la mayor parte de las minas más rentables obteniendo grandes recursos para financiar a las fuerzas paramilitares. El oro se ha convertido en la principal fuente de ingresos para un país que antes de la creación de la República de Sudán del Sur dependía de la exportación de crudo y ahora sólo cuenta con un tercio de dicha producción.
Puesto que la escasez de recursos se ha hecho presente en Sudán, las luchas internas entre etnias, milicias, grupos armados que coexisten en el país se enfrentan ante esa circunstancia y más aún, porque hace algunos años se reveló que existen grandes yacimientos de oro en el norte del país. Miles de personas viajaron a esa región con el sueño de convertirse en ricos, algunos lo han logrado, pero otros no, por el contrario, se han envenenado por el contacto con el mercurio y el arsénico utilizados para procesar las pepitas del metal.
Es evidente que, si el líder de las fuerzas paramilitares cuenta con un poder económico fuerte, quiera controlar al país a pesar de haber llegado previamente a ciertos acuerdos con el presidente para no generar conflictos que pudiesen conducir a una guerra civil lo cual a simple vista no dio resultado. Esperemos que haya una resolución a este conflicto interno porque de no ser así podríamos esperar que haya más de dos países que se ofrezcan a instaurar la democracia como mecanismo de paz y de paso complacer sus intereses económicos.