La semana pasada los autores advirtieron por este medio: ¿Cuál será el costo que tendrá que pagar Afganistán y el mundo por los errores de E.U.A.? y ¿Acaso estamos en la víspera de un problema mayor del cual no nos hemos dado cuenta?
Pues, el jueves 26 de agosto de 2021 llegó la respuesta: Caos en Kabul causado por dos ataques de bombas suicidas en las afueras del aeropuerto internacional con un horrible saldo de al menos 60 muertos y decenas de heridos, entre ellos militares estadounidenses y civiles afganos. Los atentados se los ha atribuido el grupo terrorista ISIS-K encobijados por los Talibanes que ahora están en control de todo el territorio de Afganistán salvo por una pequeña provincia. En conferencia de prensa – este jueves 26 de agosto, el presidente Joe Biden declaró que a pesar de los atentados terroristas seguirán con las evacuaciones y que van a perseguir a los responsables y los harán pagar por lo acontecido con ataques militares en puntos estratégicos del grupo terrorista.
Recordemos que, Joe Biden dijo categóricamente el martes, 24 de agosto de 2021 que su objetivo era retirar a todas sus tropas de Afganistán antes de la media noche del martes 31 de agosto, poniendo fin al único puente aéreo de evacuación masiva – dejando a cientos de miles de personas, percibidas como enemigos por los Talibanes, a un destino seguro: ¡Ser masacrados!
Y seguramente nos preguntamos ¿por qué esa fecha? Pues, el entonces presidente Donald Trump acordó con los Talibanes en febrero de 2020 que todas las fuerzas estadounidenses se retirarían de Afganistán antes del 1 de mayo de 2021. Biden entró a la Casa Blanca en enero y ordenó una revisión de esas negociaciones. El 14 de abril anunció – sin explicación alguna y sin consultar con sus aliados - Alemania, el Reino Unido y Francia – el 31 de agosto de 2021 como el fin de la presencia de las fuerzas de la OTAN en Afganistán. El retraso, creía el gobierno estadounidense, daba tiempo suficiente para la salida de sus efectivos y ciudadanos, y, además, de cientos de miles de afganos y sus familias que trabajaban para las fuerzas occidentales para reasentarse en Estados Unidos. Sin embargo, las fuerzas afganas declinaron defender a su país contra los terroristas Talibanes y colapsaron en 11 días y los insurgentes finalmente marcharon sobre la capital Kabul el 15 de agosto. Los más altos funcionarios de Gran Bretaña, Alemania y Francia señalaron inmediatamente que ciertamente no podrían completar las evacuaciones hasta el 31 de agosto y pretenden que Estados Unidos extienda el plazo hasta finales de septiembre.
En medio del caos en este país, nuestro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a la insistencia del gobierno de los Estados Unidos, dio la bienvenida a 130 afganos más sus familias extendidas en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México con visas humanitarias de asilo y/o refugio, el miércoles 25 de agosto. No existe ninguna evidencia de que nuestras autoridades hayan verificado los antecedentes de estas personas – excepto que, Ebrard informó que se trata de “comunicadores y staff que laboraban en diversos medios”. ¡No tenemos ninguna garantía que entre estos “comunicadores” o miembros de sus “familias” no se encuentran terroristas infiltrados por los Talibanes! ¿Somos capaces de monitorear sus movimientos y actividades en nuestro país? Ni siquiera el gobierno de Joe Biden ha tenido tiempo suficiente de verificar el estatus de la mayoría de los afganos evacuados en condiciones caóticas.
Ante la ola de los últimos acontecimientos y las declaraciones de Joe Biden, surge la duda si E.U.A. es un aliado confiable para los aliados. Parece que la pesadilla apenas comienza.