Hace diez días los autores alertamos del terrible peligro, a nivel internacional, de un resurgimiento del terrorismo en manos de Al Qaeda – protegido por los Talibanes – después de su victoria sobre el gobierno de Afganistán.

Pues desafortunadamente, el peligro sigue más latente que nunca. La red oficial de Al Qaeda publicó el sábado 11 de septiembre de 2021, en el marco del vigésimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas y el pentágono en E.U.A, que el líder y sucesor de Osama Bin Laden, Ayman Zawahiri, rindió homenaje a los “mártires” de Al Qaeda y llamó a agotar “al enemigo (los infieles) hasta el llanto y el gemido” ya que la etapa actual oo exige por la sangría económica y militar”. Al Qaeda también difundió un video de 60 minutos a través de su canal mediático, Sahab Media, titulado: “¡Jerusalén nunca será judaizado!”, en donde hace referencia a la retirada caótica de las tropas de Estados Unidas de Kabul, la capital de Afganistán. Y también se hace mención a que Estados Unidos estaba saliendo de Afganistán, roto y derrotado después de veinte años de guerra”. Además, hizo un llamamiento al “Jihad” – la guerra sagrada – en la que “el mundo entero es el campo de batalla”, puesto que “agotar a un enemigo equipado con el último armamento no requiere enormes recursos”.

Tras el asesinato por tropas estadounidenses hace diez años del fundador de Al Qaeda, Osama bin Laden, en un operativo nocturno en Pakistán, Ayman el Zawahiri tomó el mando de la organización, de que se vio, en la opinión de la C.I.A., reducida a una red con muchas ramificaciones, pero sin liderazgo central. Según las agencias de inteligencia de Estados Unidos, Al Zawahiri estaba muerto – esa opinión es evidencia de la peligrosa ineptitud de los servicios de inteligencia estadounidense en el combate contra el terrorismo internacional encabezado por Al Qaeda y el Estado Islámico – sin embargo, no fue así. La resiliencia de Al Qaeda, la organización que surgió en los años 80 cuando fue financiada por los Estados Unidos (la C.I.A.) para luchar contra el ejercito de la Unión Soviética que ocupaba el territorio de Afganistán se debe también a su estrecha colaboración con los Talibanes y los aliados yihadistas paquistaníes para lograr refugio en la región y sentar desde allí nuevas bases para avanzar contra una multitud de “enemigos infieles” tanto gobiernos como otros grupos no islamistas.

De esta forma surgieron nuevas organizaciones con actividades internacionales, como los Talibanes Pakistaníes y Al Qaeda de la Península Arábiga, La Qaeda del Magreb, el Frente AL Nusra y Al Qaeda del Subcontinente Indio.

Los Talibanes apenas habían completado la toma de Kabul cuando el brazo de uno de estos grupos, el Estado Islámico se hizo presente con un mortífero atentado contra el aeropuerto internacional de la capital afgana. Fue un golpe simbólico para esta organización yihadista que puso de manifiesto su reemergencia y está causando enorme alarma entre las potencias occidentales y otra vez pone a prueba la ineptitud de la C.I.A. que pronunció con bombo y platillo la destrucción total del “Califato del Estado Islámico” hace algunos años. Además, las agencias occidentales han sido incapaces de erradicar la amenaza de terroristas radicalizados en línea usando armas disponibles en el mercado negro. En este contexto, tal como lo hemos venido señalando, no se sabe con precisión si la 4T ha tomado medidas de inteligencia con relación a la admisión de aproximadamente 3,800 “refugiados” de Afganistán sin verificar sus antecedentes. Esperemos que no sea demasiado tarde para lamentarnos sobre futuros atentados terroristas.