Trabajos los hay de todo tipo; remunerados, o sin paga, remotos, híbridos, de tiempo completo y parcial. Hay trabajos dignos y otros no tanto; trabajos denominados sucios y otros que se tienen que realizar en cuartos limpios. Se puede trabajar de presidente o maquinista, de médico o albañil; trabajar de día o de noche, de voluntario o incluso realizar trabajo forzado. Se trabaja para las empresas, los clientes, los jefes, los empleados, la familia y hasta para la nación. Pero el trabajo más importante y del que menos se habla es del trabajo en uno mismo.
Será porque no se realiza en algún lugar en particular o porque no se recibe un salario que no se le considera trabajo. Hacer algo por uno mismo toma tiempo y esfuerzo; no es un trabajo fácil. Se requiere identificar aquello que tiene valor y lo que no, buscar mantener relaciones sanas, tener paciencia en abundancia, ser consistente y perseverante. Es fundamental encontrar nuestra misión en la vida, aprender a manejar las emociones y entender que siempre habrá cosas fuera de nuestro control.
Además, establecer metas personales, ser realistas, eliminar malos hábitos, mantener una alimentación balanceada, promover el orden, levantarse temprano, descansar más, reducir aquello que provoca estrés y realizar actividad física de forma contínua son parte del trabajo personal. Por si fuera poco, hay que ser más conscientes del entorno y del presente, aprender cosas nuevas, dominar los miedos, establecer límites, practicar la gratitud y reír con más frecuencia.
Tal vez sea el trabajo más difícil que tengamos que realizar, porque demanda honestidad y verdad y practicar la autodisciplina, implica liberarse de estereotipos, de restricciones del pasado y de apegos vacíos. Exige tratarse uno mismo con respeto, amabilidad y generosidad, y practicar el autocuidado. Trabajar en uno mismo es más importante que trabajar en el empleo y más complejo, pero también es más gratificante.