Durante mucho tiempo se ha buscado la manera de optimizar la enseñanza, y eso ha traído como resultado diversos métodos. Por ejemplo, los que enfatizan y motivan al alumno a ser autodidacta, o aquellos que buscan dejar la responsabilidad del ritmo de aprendizaje completamente en el deseo de quien aprende. De alguna forma, este tipo de métodos genera una desvinculación con el maestro, se genera una barrera entre el mentor o maestro y el alumno. Naturalmente, siempre en busca de algo mejor.
Sin embargo, considero que la mejor forma de transmitir una idea no es tomando distancia sino vinculándonos de una forma más profunda e interesada, donde el interés es el bien del otro, del alumno. Cuando hay un interés genuino en el otro (maestro-alumno) se produce una apertura y recepción mayor. Obviamente, esto trae como reto que el maestro se convierta en un modelo para el alumno.
No basta con ser elocuente, con ser punta de lanza en el área de conocimiento que nos apasiona. Tampoco basta con mostrar nuestros grados académicos. Todo ello se da por sentado. Imagino aquel padre o madre de familia que se jactan en decir que sus hijos tienen alimento en la mesa, ropa qué vestir, un techo y una cama donde pueden descansar, todo ello es lo mínimo que se espera. De la misma forma sucede con el maestro, se espera que tenga las credenciales para impartir cátedra, pero esas credenciales, como en el caso de los padres, es la parte fácil, no que sea fácil, sino que del todo es lo fácil. José Antonio Fernández decía, no enseñamos lo que sabes, enseñamos lo que somos.
Ese es el reto, que nuestro modelo refleje integridad, no solo en el ámbito laboral sino en todos los ámbitos. Cuando el alumno ve en nosotros aquello que buscamos enseñar, entonces el “concepto”, o el “método” que queremos transmitir viaja con un moño y envuelto de manera agradable. Por el contrario, si no ven en nosotros a alguien digno de imitar, aquella fuerza que nuestras credenciales pudieran darles se va perdiendo cada vez que mostramos nuestras carencias. Lo mismo ocurre cuando teniendo la oportunidad de brindar la ayuda que requieren nos negamos a brindarla, o cuando nos mostramos poco empáticos porque en nuestros tiempos era diferente, cuando buscamos la manera de que prioricen el conocimiento en lugar de la virtud que tiene la honestidad, cuando buscamos evitar que sufran todas las consecuencias de sus decisiones, cuando solo queremos que pasen por dichas consecuencias sin brindar acompañamiento y apoyo, cuando enfatizamos aquello que hacen mal sin mostrar también lo que hacen bien.
La motivación para ser modelo pudiera despertarse al reconocer que cada persona no es solo un alumno, sino que antes que eso es un hijo, un hermano, un amigo y que, en determinado momento, nosotros pudiéramos tener a un hijo, hermano o amigo que quisiéramos tuviera la oportunidad de ser acogido como nosotros mismos lo haríamos con ellos, y eso provocaría en nosotros el interés por nuestros alumnos, y con un poco de suerte (la ayuda de Dios), podremos ser un buen modelo para ellos.
El reto es grande de alcanzar, pero no imposible. Alumno, sabe que de la misma forma que tienes luchas diarias en el ámbito que te toca desarrollar, también hay luchas en el ámbito docente, pero de la misma forma que quieres crecer y ser diferente, también nosotros buscamos eso, así que ánimo porque el esfuerzo valdrá la pena.