Don David Martínez, soldador, padre de 8 hijos: dos niños y 6 niñas, y quien trabajaba regularmente en los Estados Unidos, con excepción de los veranos y navidades que venía a Jojutla, Morelos, a pasar los días con su familia, y que, si tenía que renunciar a su empleo para poder hacer el viaje, lo hacía. Un día cercano a Navidad, dijo: “Nos vamos todos a California, y de manera definitiva”.
Para Andrés, a la postre de 10 años, fue un duro golpe, ¿cómo dejar su casa?, si la que tenía allí era hermosa, aunque no de su propiedad, con naranjos, mangos y hasta un arroyo que cruzaba el patio…
No fueron suficientes las lágrimas para impedir que otro día 11 personas (tía incluida), en un Chevrolet Impala del ´66, hicieran el recorrido de tres días y medio para llegar a Los Ángeles, y arribar todos, ¡los 11!, a un estudio donde de pared a pared todo era colchón. ¿Cómo comparar con su casa de Jojutla, con la paz y alegría que el río, día y noche, les daba a los 8 niños?
Dos meses enteros pasaron sin que pudiera ir a la escuela, además no podían salir a la calle porque la migra en cualquier momento los podría “levantar” sin importar que fueran solo unos niños.
Al cabo de unas semanas, la familia se mudó a una casa de dos recámaras en Echopark (no tengo el dato si la tía también), y ahora sí, su nueva vida comenzó.
Rosemountain se llamaba su escuela, y Andrés lo único que tenía claro es que no sabía nada de inglés y que lo primero que aprendió fue que en los honores a la bandera americana no se debía cantar el Himno Nacional mexicano.
Tal vez el inglés pudiera esperar un poco, pero las matemáticas le abrieron las puertas de inmediato. Número uno en velocidad y precisión en la suma, resta y multiplicación; no en la división, porque no las había visto aún. Número uno hasta que una compañera chinita le dijo: “por favor, déjame ganar”…
Andrés también tuvo que pasar por la prueba de las pandillas. La presión que sufría todos los días por no querer involucrarse con una de ellas, originaba épicas “corretizas” de los pandilleros tras el muchacho, que lo único que quería era llegar sano y salvo a su casa.
Don David, con la sabiduría que dan el amor a los hijos y los años de dura lucha por la vida, tomó al niño de la mano y lo llevó a inscribirse a un gimnasio de boxeo. Santo remedio.
Y otra vez Don David, un día que Andrés quería aprender a soldar, le dijo: “hijo, no quiero que seas soldador, quiero algo mejor para ti en la vida”. Sin embargo, Andrés, rebelde que era, entro a trabajar de cargador a los 15 años mintiendo que tenía 18, y al cabo del tiempo le ofrecieron en la empresa un puesto bien remunerado.
Pero la fortuna, buena o mala -depende para quien-, hizo que la empresa quebrara. Así que, una segunda oportunidad se abrió para Andrés en un Community College en el este de Los Ángeles y después en Cal Poli para concluir sus estudios de Ingeniería, no sin antes contraer nupcias con Olga, el de 22 y ella de 19.
Al graduarse de la Universidad Politécnica del Estado de California en 1990 se trasladó a Silicon Valley para ejercer su carrera de ingeniero.
El ingeniero Andrés Martínez es actualmente Ejecutivo de Programas Espaciales en la Dirección de Desarrollo de Misiones de Sistemas de Exploración en la NASA. En esta dirección lidera proyectos de Satélites Pequeños y actualmente es responsable de cinco misiones de exploración del espacio profundo y la luna, que se lanzarán en la misión Artemisa I. También es responsable de cuatro misiones precursoras de robótica a la superficie lunar.
El Ing. Martínez es el punto de contacto técnico para América Latina en el Centro de Investigación Ames de la NASA y es factor fundamental en los proyectos AzTechSat.
El Ing. Martínez tiene 32 años de experiencia como ingeniero en Silicon Valley. Comenzó su carrera en Xerox PARC, cofundó una nueva empresa de internet, GroupFire Inc., junto con 7 científicos. En GroupFire ocupó varios puestos ejecutivos, incluido el de Vicepresidente de Ingeniería. Google finalmente la adquirió en 2001.
También ocupó varios cargos ejecutivos en el laboratorio nuclear nacional Lawrence Livermore (LLNL) y en Motorola; en esta última, fue Director de Gestión de Programas y lideró un equipo global con sede en 12 lugares alrededor del mundo, con responsabilidades para el desarrollo de nuevas tecnologías para la industria de la televisión por cable.
El Ing. Martínez se unió al Centro de Investigación Ames de la NASA en julio de 2007. Durante los 15 años que ha estado en NASA ha sido Gerente de Ingeniería de Sistemas y Desarrollo de Software, Gerente de Programas y Proyectos Espaciales, y actualmente Ejecutivo de Programas Espaciales.
En septiembre de 2015, el Ing. Martínez fue reconocido como unos de los “20 latinos más influyentes en tecnología”.
En octubre de 2018, el Ing. Martínez también fue reconocido por la Hispanic Engineering National Achievement Award Conference (HENAAC) con el premio “Nivel de Logro Profesional II”.
En junio de 2019, fue galardonado por el Senado de México con la medalla “Ciencia, Honor y Cultura”.
El Ing. Martínez ha estado casado durante 36 años con su esposa Olga y juntos tienen dos hijos, Andrés y Paulina.