La guerra del agua: CDMX cerca del día cero
20/03/2024
Autor:  Ximena Villegas Calderón 

La escasez de agua es un fenómeno presente en México desde hace ya varios años, siendo uno de los problemas que más afectan a la sociedad. Si bien está estrechamente relacionada con los cambios climáticos existentes en todo el mundo, las acciones sociales y las decisiones de los gobernantes, en todas las esferas políticas, tienen un peso muy importante en la permanencia e incremento de este problema. 

Durante los últimos meses, la Ciudad de México ha enfrentado diversas reducciones en el suministro de agua, pues ante la urgencia de implementar medidas de conservación del agua y con la supuesta intención de promover la conciencia ciudadana en el uso responsable de este recurso, se anunciaron recortes del 25%, cosa que ha ido incrementando desde la primer quincena del 2024, poniendo en la mesa la pregunta de si México se está quedando sin agua. 

Desde el 2015, con la creación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a nivel global se ha buscado implementar acciones y trabajar colaborativamente para poner fin a la pobreza, proteger al planeta y garantizar que, para el 2030, todas las personas disfruten de una vida digna con paz y prosperidad. Dentro de los 17 Objetivos se han establecido al menos 3 que buscan atender el problema en diferentes dimensiones, así como uno en específico referido al acceso de agua potable. 

Si bien esta “guía” debe ser adaptada al contexto de cada país, funge como un modelo de agenda para todas las naciones, priorizando problemas que los gobiernos deben atender. Sin embargo, no todo es posible y en el caso de nuestro país, no se le ha prestado la atención necesaria a estas necesidades y, sobre todo en el último sexenio, se ha optado por atender otras demandas que en vez de dirigir la mejora de la situación; parecen más bien contribuir a la condición crítica del país, al menos en temas de acceso a agua limpia y saneamiento. 

En la actualidad, México enfrenta desafíos muy grandes en cuanto a la gestión del agua, relacionados principalmente a las sequías que desde hace 3 años están presentes en el país, y que han impactado en la capacidad con la que operan las presas. Al 12 de febrero del 2024, “de las 210 principales presas en México con capacidad para almacenar el 92% del agua de los embalses del país, 88 están al 50% de su capacidad, 116 están por debajo del 50% y solo 6 están al 100% de su capacidad” (Conagua, 2024). 

Esta es la misma situación que manifiesta el Sistema Cutzamala, fuente de suministro de la Ciudad de México y la Zona Metropolitana. Tan solo el 23 de enero, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó que el llenado de las presas El Bosque, Valle de Bravo y Villa Victoria, que conforman el sistema, representa un déficit de 37.5%, comparado con el dato histórico; como resultado, más de 200 barrios y colonias han vivido cortes o ausencia total de agua corriente desde principios de año, aunado a la predicción de que la megalópolis podría llegar en cuatro meses a un Día Cero donde no quede agua para nadie. 

Desde noviembre del año pasado, algunos especialistas hicieron un llamado para supervisar cuidadosamente los cálculos de agua disponibles en las diversas ciudades del país, pues el 55.4% del territorio nacional presentaba una sequía de moderada a excepcional. Cabe recordar que el año 2023 fue bastante retador, pues aunque las lluvias se presentaron en momentos cruciales, también coincidieron fenómenos meteorológicos que ocasionaron un desbalance muy importante, principalmente en los meses de julio a octubre donde, en vez de lluvia, se presentaron olas de calor realmente significativas. 

2024 no pinta a ser diferente y parece tener varios retos en cuanto a la gestión y suministro del agua; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el gobierno debe hacer un monitoreo del uso del agua; incentivar proyectos ecológicos en el sector ganadero y agricultor, área que consume más del 70% del agua en el país, poner atención en los acuíferos, ampliar el tratamiento de aguas residuales y la reutilización, y modernizar la infraestructura. 

Existen diferentes opiniones sobre la gravedad del problema, y pese a que desde los gobiernos federal y local se ha buscado desmentir y minimizar la situación, asegurando que la gravedad que se expresa es falsa, que se busca politizar el tema y crear polémica, existen diferentes declaraciones por parte de expertos, analistas e incluso ciudadanos que exigen atención pues nos estamos quedando sin agua. 

Hoy en día, México se encuentra en una situación crucial, no sólo por los problemas que la escasez de agua presenta y que se pueden agravar, sino también porque estamos viviendo un proceso electoral muy importante, en el que todos los problemas que existen pasan a segundo plano, pues los funcionarios y candidatos están más preocupados en hacer campaña que en atender sus responsabilidades, muchos, descuidando incluso sus actuales puestos. Pregunto yo, ¿dónde quedó el compromiso con los ciudadanos que los eligieron, y a los que deben dar resultados? 

Es de suma importancia que nuestras autoridades tomen medidas preventivas como inversiones en infraestructura hidráulica, estrategias sostenibles de cuidado y mantención de los mantos acuíferos y promover prácticas de gestión del agua. Es necesario incentivar la resiliencia urbana, la gestión del agua en las ciudades es ineficiente y según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se estima que al menos 35% del agua de Ciudad de México se pierde en fugas durante su proceso de distribución, por lo que se debe planear un proceso cuidadoso y eficiente, que funcione con la inversión necesaria para atender el problema que, según expertos de la misma universidad, es de más de 100,000 millones. 

También, es necesaria la implementación de políticas regulativas que primero, retiren las concesiones que empresas multimillonarias tienen sobre el agua, y segundo, las obliguen a ser responsables con el medio ambiente; políticas de gestión y control que vayan mucho más allá de la creación de más pozos, contribuyendo a la sobreexplotación y contaminación de los mantos acuíferos. 

Como ciudadanos, también tenemos responsabilidades muy importantes en el cuidado del agua. Primero, si queremos que verdaderamente nuestras autoridades hagan su trabajo y atiendan nuestras necesidades, tenemos que tomar nuestra responsabilidad y participar, de con lo que esté en nuestras manos, pero participar; sea exigiendo el cumplimiento de sus obligaciones, alzando la voz para hacer notar nuestras preocupaciones, lo que nos hace falta, involucrarse en cabildos o atender a las consultas ciudadanas.