“La solidaridad se trata de hacernos prójimos con el prójimo”
22/03/2024
Autor: José Gaspar Dzul Pérez CCR
Foto: Estudiante de la licenciatura en Filosofía UPAEP

Hace ya algunos meses, nuestro país se estremeció con la noticia del impacto del huracán Otis en las costas del estado de Guerrero, afectando particularmente la zona de Acapulco. Rápidamente las redes sociales se inundaron de imágenes y videos mostrando la devastación que sufrieron los habitantes de la región. Nuestra comunidad universitaria no fue indiferente ante la situación, por lo cual no tuvo reparos en iniciar, casi al día siguiente, el acopio de víveres para ayudar a nuestros hermanos de Acapulco. Ningún apoyo fue pequeño, todos demostramos nuestra generosidad y desprendimiento donando alimentos o participando en la recolección en los centros de acopio.

Algunas semanas después, la ayuda que la comunidad universitaria donó llegó a manos de cientos de habitantes de Acapulco. Algunos estudiantes, profesores y colaboradores de nuestra Universidad acudimos hasta el centro de acopio de la fundación Gilberto, ubicado en la zona más afectada de la ciudad de Acapulco, con el fin de acompañar y apoyar en las labores de entrega de las 21 toneladas de víveres. Aunque fueron pocas horas de trabajo bajo el ardiente sol guerrerense, pudimos constatar la gran necesidad que las personas afectadas tenían, no solo en cuestiones materiales, como el agua o los alimentos, sino también la necesidad de un apoyo emocional y espiritual. Pero también se pudo notar la alegría ante la adversidad y la gratitud ante la ayuda desinteresada de tantas personas. A pesar de esto, hubo un gesto que marcó toda la jornada de trabajo: al terminar de descargar y apoyar en la labor de entrega de despensas, como es natural, hacía bastante hambre, para lo cual, llevamos un pequeño refrigerio. Pero precisamente minutos más tarde de que terminamos de comer, la mamá de un estudiante, que es originario de una comunidad cercana a Acapulco, llegó con una pequeña olla, y con una sonrisa, nos dijo: “después de tanto trabajo, deben tener mucha hambre. Aquí les trajimos un poco de comida y unas tortillitas calientes”. Todos nos quedamos en silencio y con un nudo en la garganta, e inmediatamente le agradecimos el gesto, porque comprendimos lo que es verdaderamente la solidaridad, que el papa Benedicto XVI define como “la virtud que permite a la familia humana compartir plenamente los tesoros de los bienes materiales y espirituales”. La señora compartió con generosidad, no solo un plato de comida, sino que compartió el tiempo que tardó en cocinar y llevar la comida, de cuidar que esta no se cayera o enfriara; como la viuda del Evangelio (Lc 21, 1-4), compartió todo lo que tenía, porque amaba y confiaba en la providencia de Dios, manifestada en la ayuda de tantas personas anónimas y generosas.

La solidaridad no se trata de dar simplemente lo que nos sobra en la despensa, sino el darnos nosotros mismos al prójimo con hechos concretos: sea con un plato de comida, una despensa; dar palabras de aliento o reconfortar al triste; escuchar al compañero que tiene problemas. Así, dándonos nosotros mismos, saliendo de nuestra zona de confort, nos hacemos prójimos con el otro y reconocemos -y vemos- en el otro un espejo de nuestra propia persona. Así, nuestra Universidad nos invita a vivir la solidaridad, no solo con aquellos que sufren de alguna necesidad física básica, sino con cada compañero que se encuentra a nuestro lado, de no ser indiferentes ante las necesidades, sino salir de nosotros mismos, para cada día ser constructores del bien común en nuestra sociedad.