En el tejido social, las madres de familia son los hilos invisibles que unen nuestras comunidades. Su papel, a pesar de que a menudo es subestimado o poco valorado, es la base sobre la cual se construyen las estructuras familiares, culturales y económicas de la sociedad. En este mes de las madres vale la pena detenernos un momento a analizar el rol tan importante que juegan ellas en nuestra vida y en nuestra sociedad, y, al mismo tiempo lo poco que se les reconoce su labor y lo mucho que, en ocasiones, les es demeritado.
Por ello, es imperante prestar atención a aquellas madres, que solas hacen un trabajo increíble por sus familias, impactando igualmente en la vida de los demás. Hoy en día, son alrededor de 10 millones de hogares en nuestro país los que son encabezados por mujeres, es hora de que reconozcamos y prioricemos la importancia de brindar atención pública adecuada a estas mujeres que por amor, fungen como nuestras heroínas cotidianas.
Las madres son las primeras educadoras de la humanidad; desde el momento en que un bebé nace, la madre asume la responsabilidad de nutrirlo y cuidarlo, de enseñarle valores y proporcionarle estabilidad emocional, y conforme éste va creciendo, de fomentar su desarrollo cognitivo y brindar atención a su necesidad. Su influencia es tan profunda que moldea la personalidad y el carácter del niño en formación.
Además de su papel fundamental en la crianza de los hijos, las madres de familia también son pilares económicos en muchos hogares; a menudo se enfrentan a la difícil tarea de equilibrar el cuidado de la familia con la búsqueda de mayores ingresos económicos. Y si bien los padres también juegan un papel muy importante, en la mayoría de los hogares de nuestro país, el rol que juegan las madres es principalmente la atención del hogar. Según datos del INEGI son ellas quienes dedican alrededor del 70% de su tiempo en las labores domésticas y de cuidados, tan solo en el 2022 el valor económico de este trabajo no remunerado reportó un monto de 7.2 billones de pesos.
Esta tarea monumental no debería recaer únicamente en los hombros de la madre, que por amor, tradición, preocupación, etc., es llevada a cabo sin remordimiento. La atención del hogar y de cuidados, si bien debe ser una tarea en conjunto entre cónyuges, debe ser también apoyada y fortalecida por políticas públicas que faciliten el acceso a la educación, la atención médica y los recursos necesarios para criar a los niños en un entorno seguro y saludable. También, es importante recalcar que en México hay alrededor de 38 millones de madres, y de ellas 4.18 millones son madres solteras (INEGI, 2022); esta cifra es preocupante primeramente porque aproximadamente el 21% de madres solteras son adolescentes y jóvenes menores de 20 años, y segundo, porque la cifra ha ido en aumento desde hace más de 10 años. Por todo esto, los desafíos que enfrentan las madres solteras al ser las únicas responsables de los hijos son: la falta de trabajo estable o la falta de trabajo en sí, el poco acceso a una vivienda digna, dificultades para completar sus estudios o falta de oportunidades en educación superior, limitaciones en el acceso a servicios de salud dignos y eficientes, falta de estancias seguras y guarderías para sus hijos, entre otras derivadas de las anteriores.
Al día de hoy, en México existe solamente un programa de apoyo a las madres, y, curiosamente, no está enfocado en la atención directa de las necesidades que ellas presentan. Desde el 2020 la Secretaría de Bienestar lanzó el “Programa para el Bienestar de las niñas y niños de madres trabajadoras y solteras”, también conocido como "beca para madres solteras", que tiene como objetivo principal mejorar la situación de los hijos quienes viven en situación de vulnerabilidad por la ausencia de padres, madres, o ambos. Esta ayuda se brinda de forma bimestral y depende de la edad y condiciones del pequeño; en este sentido, las madres de recién nacidos y hasta los 4 años reciben 1,600 pesos mexicanos, madres de niñas y niños con discapacidad, recién nacidos y hasta los 6 años reciben 3,600 pesos mexicanos y en casos de orfandad materna, el menor podrá recibir un apoyo que variará dependiendo su edad y hasta los 23 años. Si nos damos cuenta, a pesar de las transferencias económicas, no hay una atención focal a estos problemas.
De forma estatal, existen algunos programas focalizados a la atención de mujeres, de los que resaltan: Mujeres con Bienestar en Edomex, que brinda un apoyo de 2,500 pesos bimestrales para chicas que viven en situación de pobreza en el Estado de México; Red de Mujeres para el Bienestar en CDMX, que brinda un apoyo de 7,500 pesos y con el que se busca promover los derechos de las chicas que viven en las colonias con mayor índice de violencia familiar; Beca Pilares para mujeres de 30 años en CDMX, que aplica para personas del sexo femenino que quieran terminar sus estudios; Mujer es Poder en Quintana Roo, que aplica para mujeres de 18 a 55 años de edad residentes del estado y está dirigido especialmente a quienes viven en zonas de atención primaria; y Mujer Es Grandeza en Guanajuato, que brinda un apoyo económico de 12 mil pesos al año. Sin embargo, sigue sin focalizarse una atención a madres jefas de familia, madres solteras, y para la atención de las necesidades que ellas presentan, resaltando además, que se han eliminado los programas que años atrás buscaban apoyar a estas mujeres como lo era el programa de estancias infantiles.
En sociedades donde no se valoran ni se apoyan adecuadamente las responsabilidades de cuidado, las madres enfrentan obstáculos significativos para acceder a oportunidades laborales, ascensos y salarios justos. La falta de políticas de licencia por maternidad remunerada, guarderías asequibles y apoyo para el cuidado de los hijos puede dejar a muchas madres atrapadas en un ciclo de pobreza y vulnerabilidad económica. Por lo tanto, es de suma importancia que la atención pública a las madres de familia se extienda más allá de simples gestos simbólicos en días festivos, debe manifestarse en políticas concretas y medidas legislativas que reconozcan y respalden la importancia vital de su labor; esto incluye garantizar la igualdad de oportunidades en el lugar de trabajo, proporcionar servicios de cuidado infantil accesibles y de calidad, y establecer redes de apoyo social que ayuden a aliviar la carga emocional y financiera que conlleva la crianza de los hijos, además, la atención pública a las madres de familia también debe abordar las disparidades sistémicas que enfrentan las mujeres en términos de acceso a la atención médica, derechos reproductivos y protección contra la violencia de género.
Todos estos problemas están intrínsecamente interconectados con la experiencia de ser madre y no pueden ser ignorados si queremos construir una sociedad más equitativa y justa para todas las personas. Reconocer la importancia de la atención pública a las madres de familia no es solo una cuestión de justicia social, sino también de pragmatismo. Invertir en el bienestar de las madres y en el futuro de sus hijos es una inversión en el futuro de toda la sociedad, que, si bien los frutos pueden no verse reflejados en una sola administración, con el paso del tiempo contribuyen a formar comunidades resilientes, justas y equitativas. Es hora de que nos comprometamos como sociedad, no sólo a celebrar a las madres en un día especial del año, sino a apoyarlas todos los días con políticas y acciones concretas que reflejen verdaderamente su invaluable contribución a nuestras vidas y comunidades. El amor de madre es único e invaluable, por tal, el amor a las madres debe ser igual y debe verse reflejado con acciones claras y verdaderas.