En los últimos años, México ha sido testigo de una revolución en la manera de consumir moda. Esta transformación ha sido liderada por una empresa digital con sede en China: Shein, a través de su plataforma en línea, Shein ha captado la atención de millones de consumidores mexicanos, en su mayoría jóvenes, con una oferta infinita de prendas a precios extremadamente bajos. Este fenómeno ha cambiado la forma en que se concibe la moda en México, pero también ha traído consigo desafíos económicos, sociales y éticos.
El modelo de negocios de Shein, basado en el fast fashion, ha revolucionado la industria en México al ofrecer a los consumidores una gran variedad de estilos de ropa que se renuevan constantemente. Sin embargo, este acceso democratizado a la moda trae consigo consecuencias directas para las marcas locales, que se ven incapaces de competir con los precios bajos y el alcance digital de Shein.
El e-commerce se convirtió en una necesidad para millones de personas, y las empresas que operaban exclusivamente en línea, como Shein, aprovecharon este cambio en los hábitos de consumo. Actualmente, la plataforma ha consolidado su presencia en el mercado mexicano, donde la juventud ve en Shein una forma rápida y económica de acceder a moda de vanguardia. Esta nueva tendencia ha obligado a los comercios locales a adaptarse, pero muchos se encuentran rezagados en la implementación de estrategias digitales efectivas para competir.
Sin embargo, Shein también ha generado críticas por su impacto ético y ambiental. El fast fashion está asociado con la explotación laboral, la producción insostenible y el aumento del consumo desmedido. En México, aunque los consumidores disfrutan de la accesibilidad de Shein, empiezan a surgir movimientos de conciencia sobre las implicaciones de apoyar este tipo de comercio. Las preguntas sobre la sostenibilidad de este modelo y las condiciones laborales en las fábricas que producen la ropa de Shein no pueden ser ignoradas, ya que forman parte de un debate global sobre el futuro de la moda.